"Si antes lo hacíamos con 1.000 ojos ahora conducimos con 2.000”. Con esta frase tan rotunda resume Gonzalo Méndez la tensión con la que trabajan a diario él y sus compañeros taxistas en Bilbao desde que el tráfico urbano se ha visto multiplicado por bicicletas de alquiler, repartidores de comida y patinetes eléctricos que circulan sin impunidad y poco respeto al resto de los vehículos.

Con nueve años de experiencia al volante y miles de kilómetros bilbainos acumulados en los vehículos que ha conducido explica cómo ha cambiado el tráfico en la villa y sus consecuencias para el colectivo, el que más presencia tiene en la ciudad junto a los conductores de Bilbobus. Su actual vehículo, un Škoda Enyaq eléctrico estrenado este año, heredó las cámaras que portaba en su taxi anterior, un Ford Mondeo. “Son necesarias como medida de prevención” asegura a la vez que dice como “hoy en día el tráfico urbano tiene muchos más riesgos y en los cruces tienes que estar más atento porque te puede salir cualquier vehículo personal”.

Este taxista coincide con otros muchos compañeros en que “los que se mueven en patinete y bicicletas son gente que no está concienciada de que llevan un vehículo y que por eso tiene que respetar los semáforos en rojo, los pasos de peatones y demás señalización”. Según explica la mayoría de estos nuevos usuarios del asfalto no cumplen la normativa “lo que nos obliga al resto a estar mucho más atentos en cualquier momento”.

Protección de datos

Por esta razón ya en su anterior vehículo colocó las cámaras grabadoras y contrató con una empresa especializada un servicio para cumplir la Ley de Protección de Datos y que sus dispositivos entraran dentro de la legalidad vigente.

“A mi las cámaras, con su instalación incluida, me salieron hace dos años unos 350 euros aunque ahora ya están más baratas si las buscas por internet”, detalla el profesional del volante. Un coste al que se suma que los cien euros que desembolsa al año por el servicio de protección de datos.

Un dinero bien invertido porque Gonzalo ya ha sido protagonista de varios incidentes en los que las cámaras instaladas le ha supuesto un antes y un después.

“El primero y más grave me ocurrió con el anterior vehículo. Dos jóvenes en bicicleta iban a la par por delante mío y la chica hizo un gesto a su compañero que supuso que frenara bruscamente con la rueda delantera y se fuera al suelo quedando ella inconsciente”.

Gonzalo se bajó para mirar como estaba la chica pero después siguió con los clientes que llevaba a una calle cercana para terminar la carrera. Cuando se disponía a volver al lugar del incidente para ver si podía ayudar se encontró con que una patrulla de municipales con sirena encendida le dio el alto buscándole porque “un testigo decía que yo había arrollado a la chica”, apunta.

Todo se aclaró cuando “gracias a las imágenes grabadas por la cámara, los agentes comprobaron que no había atropellado a nadie y que no me había dado la fuga como decían”.

Otro caso fue cuando por evitar a un patinete que “me salió de la nada, di un volantazo y reventé las dos ruedas delanteras contra la acera. Quedó grabado pero no pude hacer nada por que el del patinete no llevaba ninguna identificación”, finaliza el taxista.