Los hay quienes creen en la resurrección, quienes no dan importancia al aspecto material o quienes portan los huesos de los difuntos allá donde van. La pluralidad religiosa de una ciudad como Bilbao ejemplifica que las creencias relacionadas con la defunción de sus creyentes son igual de diversas. Y aunque sean opuestas, en las 15 comunidades y 10 confesiones que componen la Mesa de Participación de la Diversidad Religiosa del Ayuntamiento de Bilbao lo que prima es el respeto a lo ajeno. Los logros de unos, son los logros de todos.

“Como comunidad, esta iniciativa del Ayuntamiento nos entusiasma”, reveló ayer Carmen Lozón, miembro de la comunidad baha’i, en referencia a la nueva parcela del Cementerio de Bilbao dedicada a los enterramientos de las personas musulmanas, muy representada en el territorio. Por contra, su comunidad apenas engloba a unas 150 personas en Bizkaia, una cifra tan pequeña que aún no cuentan con templo propio. “El ritual del enterramiento solo exige recitar una oración revelada por el fundador, Bahá’u’lláh”, explicó esta creyente, quien indicó que, según los dogmas de su religión, las personas tienen que “ser enterradas bajo tierra, para seguir el ciclo natural, no se hace incineración por eso mismo”. En ese sentido, expuso que, recientemente, a la comunidad baha’i se le ha concedido la situación de “notorio arraigo” en el Estado español. “Una vez que se consigue llegan el resto de los derechos”, explicó la representante baha’i.  

También optan por la inhumación, en todos los casos, los miembros de la comunidad ortodoxa rumana, que actualmente cuenta con dos iglesias en Bizkaia –una en Bilbao y otra en Gernika–, donde suman alrededor de 8.000 fieles. Petru David, párroco de la comunidad ortodoxa romana, explica que dan “una importancia muy grande al momento del fallecimiento”. De hecho, los funerales siempre se hacen de cuerpo presente. “Enterramos el cuerpo con la esperanza de que se descubra que ha vivido una vida según el Evangelio. Todas las personas que enterramos son candidatas a la santidad. Por eso no aceptamos las incineraciones y por eso es importante que se haga en la tierra. Si no es posible aceptamos como excepción los enterramientos en nichos”, explica el párroco Petru David.

Desde el Consejo Evangélico del País Vasco, Silvano Tonon, indica que acompañan a las familias en el proceso de la pérdida de un ser querido. “El cristianismo tiene un concepto claro en cuanto a lo material, que es corrupto y queda aquí. No le damos mucha importancia, sino que se lo damos a lo espiritual”, indicó Tonon, quien habló desde la fe de que las almas serán restauradas. “No hay un énfasis particular para la liturgia del enterramiento y damos la libertad, a las comunidades, dependiendo de su base teológica para hacerlo de una manera u otra”, reveló.

En el caso de la iglesia evangélica de Filadelfia, sus fieles optan por el enterramiento. “Al ser nómadas, los gitanos, cuando alguien se moría en un pueblo, parte de la familia se quedaba mientras los demás seguían”, explicó Tito Borja. “Solemos decir que allá donde están enterrados nuestros seres queridos es nuestra tierra y es tierra santa. Bizkaia, para los gitanos vascos, es nuestra tierra”, repuso este fiel, antes de confesar: “Si nos tuviéramos que ir de Bilbao por algo, lo primero que haríamos sería sacar los restos de nuestros difuntos para llevárnoslos allá donde fuéramos”.