El pasado 1 de junio los albergues vizcainos abrieron sus puertas para acoger a los peregrinos en su camino hacia Santiago de Compostela. Gabriel y Elena Aguilar son dos de los diez mil peregrinos que cada año atraviesan Bilbao en su camino hacia la capital gallega. Estos dos jóvenes, originarios de Cataluña y Argentina, llegaron el martes a la capital vizcaina tras hacer 8 días de camino y haber dormido 7 de ellos a la intemperie. Al llegar a Bilbao pensaron que su situación cambiaría y que podrían descasar bajo techo, pero no fue así. “Estamos descubriendo la cara B del Camino de Santiago”, denunciaban tras pasar la noche en el parque Etxebarria. 

Su idea era realizar el camino “de la manera más económica posible”, acudiendo a los albergues que funcionan por donativo, sin embargo, según relataron este psicólogo y esta psicopedagoga “es necesario tener un cierto poder adquisitivo para realizarlo en buenas condiciones”. “Se ha comercializado tanto que es una manera de sacar dinero”, denunciaron. 

“Nos decidimos embarcar en esta aventura y cogimos mochila, tienda de campaña, el hornillo para cocinas y vivir con lo mínimo. Esperábamos tener un poco de ayuda por parte de la institución religiosa pero nos vamos encontrando en que las puertas de las iglesias están cerradas”, relataban desanimados. Y es que el ánimo y la ilusión con la que empezaron se ha ido menguando con el paso de los días.  

Los dos peregrinos denunciaron que “hay pocos albergues” y que “a las tres o cuatro de la tarde están ya todos llenos”. “Si por lo que sea te retrasas nadie te abre la puerta”, remarcaron. Y eso fue lo que les pasó a ellos la noche del martes, que tras torcerse el tobillo, Elena tardó más de lo previsto en llegar al albergue, donde al estar lleno no les permitieron quedarse. ”Ni siquiera nos dieron la posibilidad de calentarnos la comida”, manifestaron.

Un nuevo albergue

El Ayuntamiento de Bilbao es consciente de la problemática de las plazas de los albergues para peregrinos y por ello, en primavera del próximo año la capital vizcaina contará con un nuevo albergue para los 10.000 peregrinos que la atraviesan en su camino hacia Santiago de Compostela cada año. La nueva infraestructura contará con un total de 60 plazas, estará ubicada en el antiguo depósito de aguas de Zabalbide y se sumará al hospedajes oficiales con los que ya cuenta la capital vizcaina en la parroquia de La Cruz, en Begoña. Además de los de Bilbao, Bizkaia cuenta con dos albergues más que funcionan por donativo, uno de ellos en Portugalete y otro en Barakaldo. 

Reforzar la apuesta Según señalo el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, en la presentación del nuevo albergue, la intención del Consistorio es “reforzar nuestra apuesta por los miles de peregrinos que cada año eligen el trazado del Norte en su ruta hacia tierras gallegas y donde Bilbao es camino de paso”. La capital vizcaina forma parte de dos de las seis etapas oficiales. La primera de las etapas comprende desde Deba a Markina, que comienza en el Ayuntamiento. La segunda sale desde Markina para llegar a Gernika, desde donde parte la tercera etapa para llegar a Larrabetzu. En la cuarta etapa los peregrinos deben salir desde Larrabetzu para llegar a Bilbao. La salida capital vizcaina conforma la quinta etapa que termina en Sestao, y de ahí, los peregrinos parten a la última etapa hasta Pobeña. 

Intranquilidad

La escasez de plazas en los albergues es, según reiteran, lo que les ha llevado a Gabriel y Elena a dormir a la intemperie y a “estar intranquilos” durante la noche. “En las ciudades encontramos más problemas y esperábamos más ayuda por parte de los albergues. Al dormir en la calle estás intranquilo por si te roban y yo al final he venido con un compañero, pero sola, siendo mujer, estando como está el tema de la violencia hacia las mujeres, pasas miedo”, contaba.

Las motivaciones para realizar el Camino de Santiago varían en cada uno de los peregrinos. A Elena este viaje le iba a servir de terapia para el trastorno de ansiedad y depresión que atraviesa desde hace años, y que desde la sanidad pública, denuncia, “solo me tratan con pastillas”. “Estoy decepcionada, debería ser un camino abierto a todo el mundo y te das cuenta de que solo está al alcance de gente que tiene un cierto poder adquisitivo”, lamentaba.

Ahora, tras nueve días de camino, ocho noches a la intemperie, un tobillo torcido y una desilusión a cuestas, esperan recuperarse para poder conseguir su objetivo de llegar a Santiago de Compostela.