Es uno de los espacios verdes que menos ha cambiado a lo largo del último siglo en Bilbao. También es una de las zonas más importante de la villa por su centralidad y por estar de paso a múltiples centros de actividad de todo tipo, judiciales, sociales, religiosos, financieros y, cómo no, de ocio.

Los Jardines de Albia mantienen enhiestos desde hace más de un siglo esos grandes plataneros que se escapan hacia el cielo sin límite, (superan a día de hoy las casas cercanas de cinco alturas) como símbolo de una permanencia inmutable. Así lo prueba la imagen superior tomada en la década de los 40 del siglo pasado.

Son alrededor de 4.500 metros cuadrados llanos a pesar de que le flanquean dos arterias, Ibáñez de Bilbao y Colón de Larreátegui, en cuesta hacia Buenos Aires, y la perimetran por uno de sus lados cortos dos bellas escalinatas de piedra. Un frente que ha visto el cambio más importante de su historia, la sustitución de las viejas escuelas públicas de Berástegui, en la imagen, por el actual Palacio de Justicia.

Un centro educativo inaugurado en 1889, cuyo autor fue el arquitecto Joaquín Rucoba, el mismo que diseñó el Ayuntamiento y el Teatro Arriaga. Fueron de las primeras escuelas públicas que se levantaron, junto a las de General Concha, en el Ensanche bilbaino que entonces empezaba a colonizarse. Era un magno edificio financiado por la familia Zabálburu, la misma que tenía su palacio en la zona de la plaza que hoy lleva su nombre y de quienes era propiedad el solar. Además de ser durante décadas escenario de parvularios y educación a diario también albergó, por ejemplo, las urnas de todas las elecciones democráticas que se convocaron mientras la República existió antes de la guerra fratricida. Su tamaño era considerable ya que ocupó el mismo perímetro que la actual manzana judicial. De hecho, por ese exceso de metros cuadrados, el Ayuntamiento de Bilbao cedió parte de sus dependencias en los bajos del edificio para albergar el Museo de Reproducciones que exhibió desde sus inicios una de las mejores colecciones en escayola de las obras maestras del arte clásico. Un punto de cultura que subsistió hasta 1957, año en que se derribó el bello edificio, para ser traslado el museo a Conde Mirasol.

Arte y educación dieron paso a la justicia de la mano de un edificio clásico que se inauguró en 1961 y que durante varias décadas tuvo pegado en su trasera el parque de bomberos de la villa, el cual tras su traslado a los viejos cuarteles de Garellano, fue sustituido por un anexo de más dependencias judiciales.

Otro cambio que solo recuerdan unos pocos es cómo la estatua que ensalza en posición sentada al célebre escritor bilbaino Antonio Trueba varió su orientación a finales del siglo pasado. Tal y como se recoge a la izquierda de la foto, desde su instalación en 1892 la figura daba la espalda a los jardines de Albia, aunque por iniciativa de un grupo de bilbainos se la giró para que mirara al parque donde se ubica y a la gente que allí se sienta. La estatua se realizó en bronce y la figura está elevada sobre un pedestal de mármol procedente de las cercanas canteras de Ereño. Obra del escultor valenciano Mariano Benlliure, fue además uno de los hitos de la escultura conmemorativa de finales del siglo XIX ya que por primera vez se homenajea al personaje en una postura relajada, sentado y como si no estuviese posando y hubiese sido captada su imagen por sorpresa. Además desde 2003 otra estatua, esta de Sabino Arana Goiri, fundador del PNV, cierra la muestra de obras de arte. La obra, fundida en bronce, se levanta a pocos metros de la actual sede del partido jeltzale, Sabin Etxea, la cual fue inaugurada en 1992 tras construirse en el mismo solar de la casa familiar de los Arana, donde nació el propio Sabino. Un solar que EAJ/PNV compró para este fin después de que en diciembre de 1960 el franquismo derribara el edificio. Y otro dato curioso. La plaza de Jardines de Albia es un nombre muy reciente. Lo oficializó el Consistorio en 1983 retomando un nombre existente en el siglo XIX y tras denominarse después de la República, plaza de Trueba y también de Berástegui.

Virado a sepia

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