“Cualquier cosa que garantice la seguridad de la clientela, bienvenida será”, resumía Luis Ángel Rodríguez, socio de la discoteca MoMa, en Bilbao. Hablaba en primera persona, pero sus palabras son compartidas por los responsables de otros locales de ocio nocturno de la villa consultados por DEIA. Lo último que se ha puesto sobre la mesa es que el personal que controla los accesos a estas salas puedan disponer de unos dispositivos similares a los existentes en los aeropuertos para detectar la presencia de objetos metálicos. En la Sala Fever, también en Bilbao, ya utilizan estos aparatos y el resultado es alentador, tal y como apuntan desde el Departamento de Comunicación.

Esa es, precisamente, una de las medidas que ya han sido puestas sobre la mesa por Eudel para reforzar la seguridad en los entornos ligados al ocio nocturno. El presidente de esta institución, Gorka Urtaran, abogaba además por abrir otras líneas de actuación para tratar de poner freno a los sucesos que se están reproduciendo en los exteriores de estos locales; primero fue en Donostia –donde un chico murió apuñalado–, luego en Bilbao y este fin de semana en Gasteiz, donde un joven de 21 años hería a cuatro personas.

De momento, el Departamento de Seguridad ha dispuesto un operativo especial en distintos puntos calientes que incluye cacheos aleatorios a quienes están en el área de influencia. El objetivo es prevenir la comisión de algún posible delito. Y la razón es que el personal de la discoteca que controla los accesos no tiene permiso para hacer esos registros. “Nosotros pedimos a las chicas que abran su bolso y a los chicos, cuando vienen con chaquetón, pues se les mira algo más”, indicaba el socio de la discoteca MoMa. De ahí la propuesta lanzada por Eudel para dotar de estas herramientas a los porteros, como ya se hace en Madrid, por ejemplo.

Y el resultado es aceptable. La labor de control del personal también. En la céntrica Sala MoMa este año ya han logrado impedir la entrada a una persona que portaba una navaja; y el año pasado a otra. En la zona alta de la villa, en el polígono Santa Ana donde se localiza la Sala Fever, no se han incautado de armas blancas de gran tamaño, pero sí de objetos punzantes pequeños. “Cualquier cosa y herramienta que vemos que puede ocasionar daño y peligro se para y listo”, relataban desde este local. 

Otra cosa bien distinta es controlar a los grupitos que se congregan en el exterior de las discotecas. Ahí no pueden hacer nada, salvo llamar a la Policía Municipal o a la Ertzaintza. En este sentido, los comentarios entre el personal que trabaja la noche bilbaina inciden en que “estaría bien” que hubiera mayor presencia policial y que, llegado el caso, puedan actuar con autoridad y que el castigo por llevar navajas, punzones y todo tipo de objetos peligrosos sea mayor.

Una demanda que también ha llegado a Eudel y que, recientemente ya fue trasladada por el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, después de varios sucesos de distinta naturaleza cometidos con arma blanca en la villa. Decía el primer edil que la “verdadera guerra al navajero” son los juicios rápidos y que el detenido “salga del juzgado con sentencia condenatoria”. En una línea similar se expresaba Gorka Urtaran –alcalde de Gasteiz y presidente de Eudel– quien apostaba por “endurecer las sanciones por llevar un cuchillo o una navaja por la noche. Es la única manera de acabar con esto”, sentenciaba. Está previsto que la Asamblea de Eudel aborde desde todos los frentes este asunto que ha desatado una profunda preocupación social y alarma política.