BILBAO - El número de personas que duermen en las calles de Bilbao se ha duplicado en un año. Pero, además, hay un nuevo perfil emergente de personas sin hogar: mujeres y familias que se encuentran en una situación de exclusión y que requieren otro tipo de atenciones. El concejal de Políticas Sociales, Iñigo Pombo, admite que hay un repunte de estas personas en situación de pobreza e informa de que desde el área se están buscando servicios que puedan responder mejor a esta demanda. “Estamos explorando todo tipo de iniciativas para atender mejor a estas personas, algunas muy novedosas”, señaló el concejal.
El pasado invierno el Ayuntamiento de Bilbao, consciente de que entre las personas en situación de exclusión emergía un nuevo perfil de mujeres y familias de varios miembros, puso en servicio un nuevo recurso más específico en el albergue de los claretianos. Claret Enea, en el corazón de San Francisco, se convirtió en el hogar de veinte personas en riesgo de exclusión para quienes este alojamiento se presentó como algo más que un techo en julio de 2017. Las trece habitaciones habilitadas para albergar a este colectivo se presentaron como un tránsito hacia la normalización de sus vidas. Las instalaciones les permiten vivir con autonomía y en convivencia y cuentan con el apoyo y el seguimiento de su estancia tanto por educadores en la casa como por los asistentes sociales municipales.
El objetivo final que persigue esta iniciativa es ayudarles a superar una etapa y ofrecerles recursos para la recuperación de la normalidad.
Pero, este recurso “se ha quedado escaso para la demanda de este tipo de perfil”, admite Iñigo Pombo, por lo que desde el área están trabajando en diferentes iniciativas que puedan responder a las nuevas necesidades de esta población. “Queremos abrir más recursos y lo estamos planteando en Lagun Artean, y en alguna otra infraestructura”.
Ayer mismo, en la comparecencia que tuvo lugar a petición de EHBildu para explicar la situación de los albergues convencionales que ofrecen camas en la villa, se puso de manifiesto el caso de una familia que estos días se encuentra en el albergue de Altamira porque no tiene otro lugar donde pasar las noches.
El Ayuntamiento de Bilbao activó el lunes el dispositivo especial invernal de atención a personas en situación de exclusión residencial grave con la apertura de 91 plazas extra: veinte en Claret Zentroa y 71 en el albergue de Altamira. Además, las noches con temperaturas extremas se dispondrá de 62 camas más: ocho en el centro gestionado por Claret Sozial Fondoa, cuarenta en centros gestionados por la Cruz Roja y catorce en Altamira.
Sin embargo, para los grupos de la oposición existe diferencia entre los servicios que se presentan en los distintos recursos. Según la concejala de EHBildu, Alba Fatuarte, “la diferencia es percibida por los propios usuarios hasta el punto de que hay gente que incluso prefiere esperar a que haya plaza en Claret antes de entrar a dormir en Altamira”.
Fatuarte cuestionó la manera de gestión de estos recursos así como los requisitos de acceso que se piden a las personas sin techo que deben estar empadronados un mínimo de tres meses para poder dormir en una de las camas ofrecidas en los albergues.
La concejala de EHBildu mostró su preocupación porque los servicios que se ofrecen también en este ámbito sean de primera calidad. Y, en este sentido, opinó que a veces “hay servicios de primera, de segunda... que hace que haya usuarios de primera y segunda”. Precisamente por ser personas en situación de vulnerabilidad Fatuarte cree necesario mejorar algunas de estas prestaciones.
Así, con respecto al invernal, considera esta concejala que “las condiciones de acceso, las de las infraestructuras y el modelo de gestión no son las adecuadas y existe un margen de mejora importante”.
Valora que la ubicación no es la adecuada porque está lejos del núcleo urbano y “esto puede ser un impedimento pese a que haya un convenio con Bilbobus”. Además, con respecto a las plazas “es verdad que se han aumentado las camas pero el espacio es igual por lo que en la misma sala hay el doble de personas y por tanto mayor acumulación, que es algo que nos preocupa”. Y “en cuanto a las cenas, se nos explicó que se les da un Cola Cao con galletas y creemos que se debe estudiar cenas, igual que se hace en Claret para que las condiciones sean las mismas”. Pombo está de acuerdo en que Altamira puede no estar cerca pero tiene un servicio de Bilbobus y no tiene duda de que “las condiciones del albergue no son como las de casa pero es un local que se utiliza para los peregrinos del Camino de Santiago y no hay pegas. No es un hotel, ni una vivienda. Qué más quisiera yo”. Informó también de la ampliación de comidas y cenas en Conde Aresti.