Bilbao - Ni siquiera el hecho de ser un edificio firmado por el arquitecto Ricardo Bastida salvará a las antiguas escuelas de Kastrexana de la piqueta. El Ayuntamiento de Bilbao acometerá de urgencia el derribo de la edificación debido al peligro que representan dado su pésimo estado de conservación. De hecho, se destinarán 40.000 euros del remanente del presupuesto de este ejercicio para llevar a cabo los trabajos. La decisión se ha tomado tras analizar la situación, a instancias de Asociación Vecinal de Kastrexana, que está a favor de demoler el inmueble que carece de valor patrimonial y lleva cerca de 40 años en desuso. En su lugar, el Consistorio optará por ensanchar la acera y habilitará una zona estancial que será diseñada por el Área de Obras y Servicios.
Los vecinos del barrio se reunieron el miércoles con Marta Ajuria, concejala de Economía y Hacienda y presidenta del distrito de Basurto, quien les notificó la noticia. La decisión se ha tomado in extremis, ya que al problema de caída de cascotes que el inmueble venía sufriendo desde hace años, se ha añadido recientemente el derrumbe del tejado. “Nuestra mayor preocupación era que ocurriera una desgracia. Es mejor hoy que mañana, no hay que esperar a que haya una muerte”, afirma Aurora Freijo, presidenta de la asociación vecinal, quien señala que se barajaron otras soluciones. Una de ellas fue la posibilidad de rehabilitar el inmueble; una opción que fue rechazada dado el alto coste. “La concejala nos dijo que supondría más de un millón de euros”, expuso.
Según relata Manu Villar, secretario de la asociación, las antiguas escuelas estuvieron habitadas por la mujer del antiguo conserje “hasta hace cinco o seis años”. Desde que desalojó el inmueble, debido a que su estado de habitabilidad no era el adecuado, los problemas fueron a más. La caída de cascotes en días de lluvia o vendaval provocó que el Ayuntamiento pusiera unos andamios y unas redes para amortiguar el desplome de escombros del edificio, próximo a una marquesina de Bilbobus. Pero la solución no fue suficiente, ya que los cascotes han seguido cayendo a una carretera en la que el tránsito de los coches y de los ciclistas que van de Alonsotegi a Zorrotza -y viceversa- es constante.
Otras demandas Con esta decisión, los vecinos del barrio, a caballo entre Bilbao y Barakaldo, se anotan una pequeña victoria entre sus demandas. Sin embargo, a menudo su sensación es que viven en tierra de nadie. “Y eso que pagamos los impuestos igual que cualquier ciudadano que vive en el centro”, considera Villar, quien rememora el barrio cuando la antigua fábrica Echevarría contaba con 1.500 trabajadores y el ambiente bullía en la decena de negocios hosteleros de los que ya no queda ninguno.
El próximo paso será lograr que la estación de Feve Kastrexana sea accesible, ya que actualmente los usuarios solo pueden acceder a los andenes tras recorrer las 44 escaleras que separan el desnivel. “Proponemos como alternativa una rampa con desarrollo -la pendiente es muy elevada- o un ascensor”, señala el secretario de la asociación. Aunque son conscientes de que se trata de una obra que debería llevar a cabo la operadora ferroviaria, confían en que el Consistorio pueda mediar para que su petición sea escuchada. “Ni las personas mayores ni los padres con carros pueden bajar a la estación”, se lamentan.
Además, los vecinos de Kastrexana apuntan otra medida que se puede poner en marcha para fomentar la movilidad sostenible. “Hemos solicitado que nos pongan un punto de bicicletas municipales de Bilbao Bizi”, explica Freijo, quien apunta el parking disuasorio junto a la estación de Feve, donde aparcan muchos vecinos de Enkarterri, como el lugar idóneo para ello. “Hasta ahora nos han dicho que ya teníamos el de Zorro-tza, pero está a más de dos kilómetros”, señala la presidenta de la asociación, que seguirá insistiendo en promover mejoras para el barrio.