LA asociación se apoderó de mí”, relata Juan Mari Zulaika, vicepresidente de la Asociación de Vecinos de Iralabarri. Este año la entidad cumple medio siglo y Zulaika, de 76 años, ha formado parte de esa historia. Ha vivido de primera mano todos los progresos del barrio desde que crearon de la nada la asociación. “Ahora, la mejor manera de celebrarlo es afrontando nuevos retos”, cuenta.
Juan Mari Zulaika fue franciscano buena parte de su vida. Llegó a Irala siendo sacerdote y recuerda cómo acogieron en su parroquia a los vecinos para luchar por su barrio. Esto fue en el año 1966, cuando comenzaron a tener lugar las primeras reuniones vecinales. La mayoría eran obreros y mujeres y su valentía le llamó la atención. “Por aquel entonces era un sacerdote recién ordenado que tenía una vida interna propia, pero me fascinaron sus sentimientos fuertes de lucha y de justicia social”, relata.
En 1968, después de varias conversaciones, se legalizó la asociación, siendo de las primeras que nacieron en la villa. “Nos movía un sentido de libertad, una necesidad vital de asociarnos porque estábamos en una situación deplorable, urbanísticamente hablando y también desde el punto de vista de la educación. Todo eran necesidades”, recuerda el exclérigo.
Su compromiso social en la época franquista, su activismo, supuso que Zulaika fuera encarcelado en una prisión de Zamora, el penal a donde se enviaban a los curas rojos de la época. Se trata de unas vivencias y unas memorias que le han llevado a trabajar con grupos por la memoria de la querella argentina contra los crímenes del franquismo desde hace seis años.
La salida de la prisión supuso también para Juan Mari su abandono del alzacuellos y unir su vida con una mujer ante el altar. No dudó en volver a Irala, pero no de forma permanente, ya que su trabajo de informático le impidió estar ligado a la asociación. Fue años más tarde cuando regresó para quedarse definitivamente. “Hace once años me jubilé y me volqué participando desde la directiva”, comenta. Ahora es vicepresidente y, orgulloso, cuenta los logros que se han conseguido batallando denodadamente.
“En la primera etapa un tema importante de lucha fue que quisieron derribar los chalets de estilo Ciudad Jardín para construir unas moles más modernas. Nos querían fastidiar el patrimonio urbanístico, un modelo traído de Inglaterra. La asociación se plantó y logró paralizarlo”, narra.
Esa fue la primera de muchas acciones que han conseguido por un barrio que el pasado año celebró su primer siglo de existencia.
También recuerda como en 1975, tuvieron que hacer frente a otros problemas como, por ejemplo, que las calles estaban sin pavimentar. “Eran de piedra y barro. Surgió el problema de que las autoridades nos exigían un impuesto por urbanizar las calles pero nos opusimos a pagarlos. Finalmente, se asfaltó. Este hecho se logró gracias a un trabajo consensuado con otras asociaciones de Bilbao”, destaca.
Y otra acción social que ha marcado a la agrupación fue la consecución de un centro cívico para las asociaciones del barrio. “Fuimos al Gobierno vasco a reclamarles los bajos de una construcción que estaba parada y lo conseguimos. Ahora es ahí donde, cuando nos dejan, hacemos las reuniones”, expone. Desde entonces, el barrio ha sufrido una gran transformación urbanística pero siguen reivindicando muchas mejoras “porque los problemas van a seguir incluso cincuenta años más”. A pesar de ello, Zulaika aprovecha la ocasión para pedir otros progresos. “Seguimos luchando por la línea de metro”, comenta.
LA CELEBRACIÓN La asociación cumple este año medio siglo de lucha en los que Juan Mari ha sido protagonista. “Sigo porque veo que, desde el principio, se han conseguido logros importantes”, confiesa. En la actualidad, una nueva generación está entrando “porque los problemas les reclaman”. Para celebrar estos cincuenta años tienen pensado hacer una fiesta, pero “mayormente se ahondará en los temas que queremos lograr a través de charlas para animar a participar a la gente”.
Porque lo importante para Zulaika y las personas que están dentro de la asociación vecinal es el barrio que, según el exclérigo, “se distingue por su espíritu de lucha”. Algo que no dejará de hacer y para ello, han recopilado en un libro, un pequeño resumen con los logros de Iralabarri que “nos ha costado trabajo y esfuerzo”, concluye.