MÁS allá de la opulencia de los cofres de tesoros tan anhelados por los cazafortunas desde tiempos inmemoriales, el fondo marino esconde riquezas que se traducen en el conocimiento desprendido por cada una de las piezas que cosifican la historia más remota. El estudio de ese patrimonio, del que los saqueadores se desentendieron, ha sido adoptado por la arqueología subacuática, disciplina que analiza las estructuras históricas del pasado a través de la recopilación e investigación de elementos materiales. Inculcar la importancia que posee la investigación de los yacimientos marinos fue la tarea propuesta por el colegio Pureza de María de Bilbao a sus alumnos de secundaria, quienes a través de una actividad organizada ayer en la piscina del polideportivo del centro pudieron conocer de cerca la práctica arqueológica.

“Intentamos contar la prehistoria de otra forma. Desde la experiencia, se trata que los participantes puedan cuestionar el discurso histórico practicando una excavación en un yacimiento marino recreado”, explica Andrés García-Arilla, uno de los responsables de Arqueología y Didáctica, startup de la Universidad de Zaragoza encargada de llevar a cabo la actividad. Uluburun: Un naufragio en tu piscina plantea una aventura a los alumnos, quienes deben extraer la información para recomponer la historia del mítico barco de la Edad de Bronce que supuso un hito en la arqueología subacuática. “De los objetos que van extrayendo son capaces de responder a preguntas y saber cómo era la sociedad de aquella época”, añade el historiador, quien impartió la actividad lúdica junto a sus compañeros Héctor Conget y Nerea Soto.

Divididos en dos grupos, alumnos de primero, segundo y tercero de la ESO tuvieron oportunidad de zambullirse en la piscina para preparar la cuadrícula de la excavación antes de comenzar a extraer los materiales. “Podéis usar gafas de buceo y esnórquel si queréis”, indicaba Soto a los alumnos que atendían sus instrucciones tras una explicación teórica. “Es importante que vayáis documentando todo aquello que encontráis, no es lo mismo encontrar dos piezas juntas a que estén a cinco metros de distancia la una de la otra. Esos detalles os pueden proporcionar mucha información”, agrega.

Uno de los principales objetivos de la actividad, pionera a nivel estatal, consiste en fomentar la actitud crítica entre los más jóvenes. “Cuando lees el resultado de ciertas investigaciones arqueológicas muchas veces te preguntas cómo han llegado a esas conclusiones”, dice García-Arilla, quien considera que poder extraer los objetos y verlos en relación entre ellos supone una oportunidad a la hora de entender dichas deducciones históricas. Para que cada grupo focalice la atención en un tipo de material diferente, se realizan tres subgrupos en el que cada uno es el encargado de sacar piedra y materia orgánica, cerámica o metal del yacimiento recreado, antes de catalogarlo en una pizarra magnética.

En palabras del historiador, realizar la actividad en la piscina permite enmarcar un contexto lúdico y entretenido para la práctica, mucho más “atractivo” para los jóvenes que un museo. “En un momento en el que hay tantos medios audiovisuales que bombardean a los escolares y la monotonía de los discursos en el aula hace que les cueste mantener la atención, es mucho más fácil que se concentren mediante una actividad en la que se están moviendo mientras adquieren conocimientos”, considera García-Arilla.

Aprender inconscientemente Tras salir de la piscina, los alumnos se muestran entusiasmados. “Hay gente que no quería hacerlo porque pensaba que iba a ser un rollazo, pero estaban equivocados”, reconoce Ainara, una estudiante de primer curso de la ESO. A su lado, Esther subraya todo lo aprendido mediante la práctica: “Tenía algunos conocimientos sobre civilizaciones antiguas como la egipcia y la griega, porque es algo que me gusta; pero esto me ha servido para profundizar”. El hecho de aprender sin ser consciente de ello es lo que más le atrae a Naiara, mientras que David destaca la posibilidad de poder hacer deporte mientras se escarba en la historia.

En palabras de Andrés García-Arilla, la organización curricular en la educación secundaria asegura el aprendizaje desde el Paleolítico hasta la Edad de los Metales, a través de la que los estudiantes asimilan ideas muy genéricas sobre los objetos característicos de cada periodo. “La idea preconcebida es vincular la prehistoria con el hombre de las cavernas y el arte rupestre, eso es lo que intentamos cambiar; que vean que es un periodo enorme que abarca el 99% de la presencia del hombre sobre la tierra. La historia solo es un apéndice de todo ese periodo”, añade.

Tras su paso por el centro bilbaino, durante el Día de la Familia organizado ayer por la Asociación de Padres y Madres de los Alumnos, el periplo de Arqueología y Didáctica, que comenzó hace menos de un año con la actividad, les llevará el lunes hasta Alicante. “España es uno de los tres países con mayor patrimonio subacuático. Aunque es muy caro y poco rentable escarbar, es importante que la gente lo conozca y sea consciente de ello”, incide García-Arilla, satisfecho al dejar tras de sí un amplio grupo de alumnos más sensibilizados con la importancia de la arqueología subacuática.