Bilbao- Doce años al frente del Consistorio de Arrigorriaga otorgan a Alberto Ruiz de Azua la experiencia suficiente para dominar los entresijos que esconden las pugnas diarias a las que se enfrenta un alcalde. Consciente de que la confianza ciudadana en los políticos ha alcanzado un mínimo histórico, su manual -publicado intencionalmente al calor de las próximas elecciones municipales- apela a la necesidad de reflexionar sobre un “rearme ético de la sociedad”.
¿Cuál es el origen de alcaldear?
-A pesar de vivir en Bilbao desde hace un año, un par de días a la semana voy a mi pueblo, a Arrigorriaga, a alternar con mis amigos. Cada vez que voy, mi pareja me dice: “¿Ya te vas a alcaldear?”. Para el título del libro decidimos jugar con este concepto.
¿En qué consiste?
-Lo reivindico como aquello que tiene que hacer un alcalde a diario en su pueblo: alternar con los ciudadanos, escucharlos y estar con ellos.
Es decir: mezclarse con el pueblo.
-Exactamente. El éxito de casi todo depende de dos conceptos: la labor y la relación. El trabajo es fundamental, pero es tan importante como comunicarse con tus semejantes y, sobre todo, escuchar de forma activa.
En su libro contempla el Ayuntamiento como una empresa donde aplicar el liderazgo ético.
-La política está tan denostada que un día sí y otro también desayunamos con gente que ha metido la mano a la caja. Intento implicar a la gente en principios de liderazgo ético, aplicables a las empresas privadas y a las administraciones públicas.
Una tarea nada fácil.
-Es fácil si asumes que tu tarea en el Ayuntamiento está limitada en el tiempo y después tienes que llevar la vida que llevabas con anterioridad.
Sin embargo existe la creencia de que cuando un alcalde toma el poder, incluso sabiendo que es para un tiempo limitado, trata de beneficiar a los suyos.
-Cuando alguien es candidato lo es de su partido, pero si sale elegido ya no es alcalde de su partido, sino de toda la ciudadanía. Siempre he reivindicado que el alcalde debe tener un discurso propio. Ejemplo de ello fue Iñaki Azkuna. A veces tenía un discurso que chirriaba con su partido, pero lo mismo pasa con otros alcaldes con carisma. Son conscientes de que son alcaldes de toda la ciudad.
¿Cómo se gobierna para todos?
-Gobernar en pacto es una forma de darte cuenta de que tienes que gobernar para toda la ciudad. De alguna manera te autolimita para que no hagas excentricidades.
Azkuna, precisamente, ostentó el cargo del mejor alcalde del mundo.
-Sí, por la dedicación y la puesta en funcionamiento y en valor de principios éticos. Tengo un gran recuerdo de Iñaki porque comenzamos siendo alcaldes el mismo año, en 1999.
Se dice que en las elecciones municipales la gente tiende a votar más a la persona que al partido.
-Estoy de acuerdo. En Bizkaia hay muchos pueblos en los que la gente se conoce y se vota al perfil personal.
En su día a día, un alcalde debe enfrentarse a varios colectivos: los funcionarios, los ciudadanos y el resto de concejales. ¿Con qué grupo cuesta más lidiar?
-Son grupos heterogéneos. Con la ciudadanía sabes a lo que te enfrentas; más que solucionar sus problemas quieren que los escuches. Los funcionarios son un colectivo privilegiado desde el punto de vista laboral, pero es importante motivarlos. El colectivo más problemático de gestionar es el de tus compañeros. Si la oposición te hace una crítica, la encajas, pero encontrar zancadillas en compañeros duele más.
Habla de la soledad del cargo en mayúsculas.
-Sí, aunque hay dos tipos. Una es la soledad que requiere todo cargo directivo para tomar una decisión, incluso alejándote físicamente del problema. Esa es la soledad buscada voluntariamente y no es mala. Pero hay otra soledad que es tóxica, la que uno provoca con su comportamiento.
¿Cómo se asume una toma de decisión cuando sabe que lo que beneficia a unos perjudica a otros?
-Eso es así. Cuando un alcalde dicta una resolución piensa en la colectividad. Te llega la queja de la vecina que es afectada, pero no te llega la reacción del 95% beneficiado.
¿Tiene la sensación de que se responsabiliza más a los alcaldes de sus errores que de sus aciertos?
-Sí, se supone que tienes que hacerlo todo bien. Reivindico el derecho a equivocarse. Es injusto que te juzguen por dos malas decisiones que tomas de cada cien.
¿Y qué hay de la promoción de la participación ciudadana?
-A pesar de que en Euskadi somos pioneros, es una asignatura pendiente; en el Proyecto de Ley Municipal vasco se recogen métodos participativos para Ayuntamientos. Muchos problemas se podrían prevenir y solucionar con procesos participativos.
Dice en su libro que la ética está de moda porque se han roto aquellos mitos de que los profesionales cualificados son honestos.
-Hasta hace unos años la gente pensaba que los jueces, los abogados, los políticos, los médicos, los curas... eran honestos y perfectos. Resulta que de unos años aquí salen casos de corrupción, abusos a menores... Todo eso nos está haciendo reflexionar sobre un posible rearme ético de la sociedad.
¿Cómo se puede combatir el desapego hacia la política actual?
-Se debe recuperar la confianza a base de transparencia, claridad y de relacionarse. También se debe dar ejemplo a través de la ejemplaridad del cargo público.
¿Cuándo decide un alcalde no volver a presentarse como candidato?
-Estar dos mandatos es un buen referente. Probablemente el número más adecuado sea el de seis años, pero tal y como está organizado ocho años es un número razonable.