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Exiliados del ocio

Exiliados del ocio

Miles de jóvenes peregrinan los fines de semana hacia los polígonos industriales de las ciudades. Zonas oscuras, apartadas. Es cierto que cercanas a alguna parada de metro, pero con más de un vericueto o carcava hasta llegar a la estación más próxima de un metropolitano. Son verdaderos puntos negros donde casi es un milagro que no pase nada más. O al menos que no trasciendan más problemas. Estos peregrinos no hacen novenas ni se sienten arrastrados, desde luego por ninguna penitencia o cuestión de fe. Pero, tampoco son delincuentes, borrachos, drogadictos... Son lo que ayer acuñó el portavoz del PSE, Alfonso Gil, exiliados del ocio. Es decir, jóvenes, la mayoría de entre 17 y 22 años, que tienen que desplazarse fuera de los centros urbanos si quieren disfrutar de una noche de ocio con sus amigos. Como tampoco son tantos los locales que ofrecen diversión para este tipo de edades, prácticamente todos los jóvenes de Bizkaia se concentran en cuatro lugares del territorio entre Bolueta, Zorrotzaurre, Erandio y Berango. Allí se exilian para no molestar a nadie, aun a riesgo de que los peligros de la noche en estas zonas apartadas de las ciudades pasen factura. Porque, mientras prácticamente todos los ayuntamientos de Bizkaia se han afanado en hacer sus mapas de puntos negros para evitar los peligros de la oscuridad, no por todos son conocidas las adversidades que genera la noche para los más jóvenes. Los sufridores de esta nueva situación en la que ha ido degenerando la noche son los padres. Cada viernes y sábado, caravanas de coches acuden a estas zonas periféricas con la confianza de traer a sus casas a sus hijos sanos y salvos. Quienes tienen hijos en edad de exilio conocen bien a lo que se refería ayer Alfonso Gil tan horrorizado como preocupado. Hace unos meses se ha denegado la licencia de apertura a una discoteca en Deusto para que no moleste a los vecinos, además se encontraba cerca de un centro hospitalario. En otro pleno se puso sobre la mesa que Bilbao no es Levante y que no hay público suficiente para este tipo de macrodiscotecas, pero lo cierto es que algo habrá que hacer si no queremos que semiadolescentes tengan que desplazarse cada semana a los polígonos industriales, donde no molestan a nadie, pero corren más peligro del que una le gustaría. De eso también se habló ayer en el pleno, aunque menos. Quizás hace falta una plataforma que promueva un ocio más integrador.