ANTONIO empezó a coger las tijeras a los 11 años, pero no para jugar, como hacían el resto de los niños de su edad, sino para cortar el pelo a un adulto. “En los pueblos ya se sabe”, dice, “desde muy joven ibas de pinche a aprender un oficio”. Él nació en Archidona (Málaga). Y allí estuvo hasta que cumplió los 16 porque su padre decidió que era el momento de buscar un futuro mejor en Bilbao. Una vez establecida la familia en Otxarkoaga, Antonio comenzó a buscar trabajo en las peluquerías bilbainas “porque ya venía aprendido”, dice. A pesar de ello, su primer trabajo en la capital vizcaina fue en una fábrica de lámparas en Santutxu. Pero allí sólo estuvo tres meses. Enseguida encontró lo que quería. Le contrataron en una peluquería que había en la calle Heros. Y ya no paró. Estuvo trabajando en varias establecimientos del sector como empleado hasta que en 1977 decidió abrir negocio propio con Máximo Tudela en la calle Fernández del Campo. Le pusieron de nombre MaxTon y en ella ha estado cortando cabelleras hasta el martes pasado que cerró por jubilación. Su socio lo dejó hace cuatro años por el mismo motivo. Ahora le ha tocado el turno a él. Lo hace con ganas de iniciar una nueva vida, “para disfrutar de mis hobbies y la familia”.
MaxTon ha sido la típica peluquería de barrio. “Aquí todos son amigos”, dice Antonio mientras recoge los últimos bártulos. En sus dependencias se han trabado muchas amistades, “incluso entre los mismos clientes”. Porque Antonio ha sabido compaginar muy bien durante muchos años el corte de pelo con la conversación. “Lo importante en una peluquería”, aclara Antonio, “es dar un buen servicio, es decir un buen corte de pelo”. Pero él siempre se ha encargado de que el cliente esté a gusto. “Aquí (señalando el sillón) hay mucha gente que se sienta y quiere hablar, y yo le doy conversación”, dice. Por eso reconoce que además de peluquero “haces de psicólogo”. Ahora bien, “si el cliente cierra los ojos es que no quiere conversación”. Pero no, siempre se ha hablado mucho en MaxTon. “Los tres temas de conversación siempre han sido el fútbol, los toros y las chicas”, dice riéndose, “pero el cuarto tema no lo tocamos”. Cuando le preguntamos cuál es ese cuarto tema contesta: “La política; aquí la política no ha existido nunca”.
Para conseguir esa cordial atmósfera, Antonio ha tenido que trabajar mucho y muy duro. Pasó por cuatro peluquerías hasta establecerse por su cuenta. Después de la primera, en la calle Heros, estuvo en otra en Zabalbide, y tras la mili, que le tocó por azar en Andalucía, entró en la peluquería Huidobro de la calle Ercilla. Posteriormente, en José Carlos, en la calle García Rivero.
‘MaxTon’ Y fue en diciembre de 1977 cuando cogió junto a su compañero Máximo la peluquería que ya existía en el número 2 de la calle Fernández del Campo. Curiosamente, Antonio recuerda que fue la primera peluquería a la que se dirigió para pedir trabajo cuando llegó a Bilbao. “Me dijeron que estaba todo ocupado y que me llamarían”, señala. Después de darle muchas vueltas la bautizaron como MaxTon. Durante 27 años ha visto cómo el negocio de las peluquerías se ha transformado. “Las peluquerías de caballeros han bajado mucho porque hay mucha competencia”. Un aumento de competencia que se debe, según él, a que “las chicas que antes se dedicaban sólo a señoras ahora también hacen a caballeros”. Aun así, él se ha mantenido hasta el mismo momento de bajar la persiana. “Yo he tenido una clientela fiel”, afirma orgulloso. Y lo ha conseguido “atendiéndoles muy bien y que salgan contentos”. También con detalles como el reparto de participaciones de lotería entre sus clientes desde el pasado mes de julio. “Pensé en regalarles algo, un llavero o un bolígrafo, pero luego decidí que fuera lotería porque llevamos jugando 27 años”.
Con premio o sin premio, Antonio inicia la jubilación con muchas ganas de disfrutar de cosas que no ha podido hacer a lo largo de su dilatada carrera profesional. “Me gusta el deporte, correr, y me gustaría aprender a tocar la guitarra para que la mente no esté quieta y las manos activas, porque hay que tener en cuenta que he estado 54 años trabajando con las manos”. También va a dedicar más tiempo a la familia, “que la he tenido abandonada”, y a Moskotarrak, la comparsa de la que es socio desde su fundación. “Es que aunque viva en Basauri desde hace muchos años, mi barrio es este, Fernández del Campo; aquí he hecho toda mi vida.” Seguirá unido al barrio pero “sin tocar una tijera”.