DE forma clara, concisa, llana y sin rodeos; así se ha expresado siempre Iñaki Azkuna, un alcalde sin pelos en la lengua al que nunca le tembló el pulso a la hora de llamar a las cosas por su nombre. A veces polémico, en ocasiones políticamente incorrecto, muchas de sus frases han encendido los ánimos de los aludidos y generado opiniones encontradas entre sus defensores y detractores. Así era Azkuna; un político siempre alejado de los discursos establecidos y que defendía sus ideales y creencias por encima de todo.

Iñaki Azkuna ha opinado, a lo largo de su trayectoria política, sobre prácticamente todo lo que se le ha preguntado: política, arte, deporte, cultura... No era su estilo seguir las normas establecidas y repetir frases hechas; tenía una opinión muy firme sobre sus creencias y las defendía a ultranza. Nunca se achantó ante nadie y diana de sus críticas fueron, entre otros, desde el arquitecto Santiago Calatrava -"ya está bien de la dictadura del señor Calatrava, que dice que no podemos tocar el puentecito", quien llevó al Ayuntamiento ante los tribunales por la pasarela de las torres Isozaki; el Tribunal de Cuentas, contra el que cargó con dureza sobre su informe sobre el polideportivo de La Peña, o el futbolista Fernando Llorente, "es obsceno pedir 5,5 millones de euros por renovar con el Athletic con la que está cayendo".

No se han librado de sus dardos ni sus oponentes políticos - al exportavoz del PP en Bilbao, Antonio Basagoiti, le recriminó su "carroña" por la polémica con la txupinera Sonia Polo en 2009- ni su propio partido, del que dijo que no quería que estuviera "todo el día hablando de las esencias porque eso nos lleva al integrismo" ni "hablando todo el día del RH; ya no puedo admitir un PNV a tortas todo el día con España".

Cuando el Athletic y el Barcelona jugaron la última final de Copa en Madrid tuvo para todos: para el Real Madrid, por no permitir que ese partido se jugara en su campo -"es una vergüenza no dejar el Bernabéu por arreglar unos baños"- y para la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre - "hace muy bien en no ir al palco, porque la pitada a ella iba a ser monumental"-.

"Guerra al navajero"

La lucha contra la delincuencia fue una de las lanzas que empuñó el alcalde de Bilbao, preocupado por la escalada de violencia en las peleas callejeras en la capital vizcaina. A principios de 2007, después de dos meses en los que se sucedieron los ataques con arma blanca, abanderó la que él mismo denominó como "guerra al navajero" y que se convertiría en toda una declaración de principios de sus acciones políticas en materia de seguridad ciudadana: mano dura contra los delincuentes y tolerancia cero ante los reincidentes. "Sospechoso que se vea, identificación al canto y cacheo también. Por lo tanto, guerra al navajero", anunció. El pasado año, después de dos semanas en febrero en las que se sucedieron las peleas con navajas, Azkuna reiteró su particular cruzada contra estos delincuentes. "El tema de las peleas es preocupante y tenemos que insistir y seguir peleando contra toda esta lacra", advirtió. "La guerra al navajero no ha parado".

En las hemerotecas aún resuena la polémica que mantuvo con el alcalde de Gasteiz Patxi Lazcoz en 2010 en torno a la capitalidad de la ciudad. "De ilusión también se vive. Que sigan diciendo que es la capital de Euskadi, pero realmente es la sede de los servicios comunes", abrió la caja de los truenos Azkuna, después de la defensa que hizo el socialista de un canon por esta capitalidad.

Conocida era también la poca querencia que el alcalde de Bilbao sentía por las banderas. "Si yo tuviera el poder para quitar todas las banderas del mundo, las quitaría", llegó a decir. Azkuna se vio obligado, en 2007, por una resolución judicial del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco -apenas unos días después de que se desestimara otra denuncia del sindicato de funcionarios Manos Limpias contra el alcalde por no izar el pendón- a hacer ondear la bandera española en el Ayuntamiento. "Traerá problemas", auguró. Y es que el alcalde siempre fue muy claro sobre cuál es era su idea sobre estos símbolos. "Yo creo que las banderas han traído muchos problemas en este mundo. Y las banderas, en general, han sido motivo de confrontación más que de unión. Por tanto, si de mí dependiera, no pondría ninguna. Así de claro. Yo tengo la mía, que es personal. ¿Que bajo una bandera se ha unido mucha gente? Sí, pero enfrentándose a otros", defendió.

Iñaki Azkuna tampoco se mantuvo al margen de la polémica sobre la apertura de los comercios en festivos. Y, aunque defensor a ultranza de las tiendas de barrio, nunca ocultó su preocupación por que estas no se adaptaran a las nuevas tendencias del consumo para garantizar su continuidad. Azkuna siempre se mostró preocupado, más que por los horarios, por la falta de relevo en el comercio familiar. "Soy hijo de una tendera y trabajaba de sol a sol; ahora nuestros hijos son abogados o dentistas y estos a las seis de la tarde del viernes cierran la barraca y, claro, hay que abrir los sábados la tienda". Dio su apoyo público a uno de los primeros comercios que abrieron en Bilbao con un amplio horario y advirtió de que las tiendas bilbainas iban a tener que "espabilar" ante la apertura de bazares chinos. "La apertura en domingos va a llegar, entre otras cosas porque como los chinos han empezado a abrir como champiñones, si los nuestros no abren, peor para ellos. Los chinos tienen bazares y los domingos se transforman en una tienda de 150 metros -a las que permite la ley abrir los domingos sin permiso-; ponen una persiana y allí comen, duermen, procrean... No sé dónde se mueren, pero ellos van a competir con nosotros de una forma tremenda. O espabilamos o tenemos cada vez más chinos en Bilbao y menos comercio familiar", concluyó.