BILBAO. El escritor donostiarra JoséLuis Olaizola repasa la vida de la bilbainaRafaela Ybarra en su obra ElJardín de los Tilos. El libro recuperala figura de esta mujer que fundóla Congregación de los Ángeles Custodiosy que fue la primera personavizcaina en ser beatificada y está enpleno proceso de canonización.

Presenta su libro ‘El Jardín de losTilos’, una obra que recupera lafigura de Rafaela Ybarra.

Es muy acertada la expresión recuperar.Hay mucha bibliografíasobre Rafaela Ybarra, pero está enlibros del siglo XIX. Esta obra sirvepara redescubrir la historia, actualizarlay acercarla al lector de hoy.

Era una mujer que podía no tenerpreocupaciones pero que se dedicóa preocuparse por la sociedad.

Era una mujer de la alta sociedadque se abajó y llegó a jugarse la vidapor salvar a las mujeres de unaprostitución que empezaba a proliferaren Bilbao. Ella era una madrede familia con don de gentes y seimplicó personalmente en estalucha. Paraba a las chicas por lacalle, se preocupaba de ellas una poruna y hasta se sabía sus nombres.

¿Por qué el título de ‘El Jardín delos Tilos’?

He elegido este título románticoporque ella acostumbraba a salir deaquí de La Cava y tenía un jardínde tilos. En aquel jardín había unaespecie de capilla y era el refugio enel que ella se comunicaba con Dios.

¿Fue una adelantada a su tiempo?

Sí, pero no solamente por implicarseen temas sociales, sino quetambién porque ella estaba muyencima de su marido, José Villalonga,quien tenía un marcado sentidosocial y que hacía muchascosas por mandato de su mujer.

De su labor surgieron la Universidadde Deusto y la Congregaciónde los Ángeles Custodios.

Aparte de todo lo que creó y lo queayudó, para mí lo más importantede esta mujer es que ella luchabacontra la prostitución, pero lo hacíaa largo plazo. Creó la Casa de Perseveranciaen la calle Hernani paraseguir la evolución de estas mujeres.Todo eso desembocó en la creaciónde la Congregación de losÁngeles Custodios.

Pero no pudo ver culminado su proyecto.

No crea. Ella llegó a ver construirel colegio Zabalbide y creó unaestructura sólida; sabía que dejabael proyecto en muy buenas manosy murió absolutamente tranquilade que aquella no acabaría.

¿Hasta dónde puede llegar la huellaque dejó esta mujer?

Su huella es imborrable, al igual que lo es la de San Inacio de Loyola,entre otros. No me imagino unmundo en el que no esté el espíritude Rafaela adaptado a los tiempos.Yo moriré mucho antes de que seborre esa impronta que dejó estamujer. Dignificó aspectos muy sórdidosde la historia de Bilbao.