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"Los árboles tienen que ver con Bilbao"

Le gusta trabajar en el despacho pero se le nota emocionada cuando observa cómo se planta el primer árbol de la plaza Euskadi. Diana Balmori está encantada de como ha quedado Abandoibarra en cuyo diseño colaboró con su exmarido, el arquitecto César Pelli

"Los árboles tienen que ver con Bilbao"Foto: Pablo Viñas

Bilbao. ¿Cuál es el objetivo de la plaza Euskadi?

Queremos que cuando uno esté aquí dentro no sienta el tráfico que va a rodear el espacio. La doble línea de árboles que va todo alrededor del óvalo va a ser como un velo. Hará que los edificios se muevan hacia atrás, se hagan mucho más lejanos. Dará la sensación de que la plaza es mucho más grande.

Parece una isla de quietud.

Exacto. Aunque ahora los árboles no tienen hojas porque están recién plantados y son un poco más pequeños de lo previsto inicialmente.

¿Se ha rebajado mucho el proyecto?

La crisis económica afectó cuando estábamos haciendo todas las especificaciones del proyecto.

Le costó minimizar su idea original.

Fue un sufrimiento y un dolor, sobre todo reducir el tamaño de los árboles. Teníamos una fuente también a lo largo de toda la plaza, siento haberla perdido, pero nada comparado con el porte de los árboles.

¿Cómo va a ser el interior?

Hay diversas partes. La principal es esta gran caminata de piedra calcárea que va hasta la Universidad de Deusto, por un lado, y hasta el Ensanche, por otro. Es el gran eje de la ciudad, una de las bases del Master Plan de Abandoibarra.

Se conectan las viejas y las nuevas zonas verdes de Bilbao.

Sí, pero además también cumple la función de estancia, no solo de paso.

¿El parque cercano de Doña Casilda ha sido fuente de inspiración?

Su estética es del siglo XIX, es más para ir y estar. Aquí hemos creado un sistema del siglo XXI. Es estar en movimiento y pasar. Cuenta con las estancias centrales, donde uno puede recogerse y sentarse, pero también se puede correr alrededor de la plaza. Me encanta Doña Casilda, pero era otro momento social, otra forma de vivir. Hoy nos movemos mucho más.

Pero se podrá disfrutar de la plaza.

A los laterales de la zona central hemos diseñado tres estancias, son pequeños refugios a los que uno puede salirse desde el gran movimiento del paso y sentarse, ver flores o estar al lado del agua.

El primer árbol que se está plantando es un tilo. ¡Es muy bilbaino!

Me gusta que los árboles tengan sentido local, así que estamos plantando robles, tilos... Árboles que tienen significado aquí, que tienen que ver con Bilbao.

Tardarán en coger cuerpo para parar el impacto del tráfico.

En dos años, la copa estará llena y tendrán masa para ello.

Ahora va a China, luego a la India, Brasil y Estados Unidos. No para.

Viajo lo menos posible. Lo que más me gusta es estar en la oficina trabajando; pero estos momentos en los que se plantan los árboles son maravillos. El plano se hace vivo.

¿Qué disfruta más la gente? ¿El parque abierto o el edificio cerrado?

Ambos. Necesitamos las dos cosas.

Pero hay diferencias.

Sí, los paisajistas trabajamos mucho con el contraste de uno con otro. El edificio no cambia, todo lo contrario que en una plaza o un parque. Cambia cada minuto, cada hora, cada día, cada estación, es como la vida, un cambio continuo. En los edificios es como si se parara el tiempo, no se siente el cambio; lo más, el día y la noche.