Desde que el Ayuntamiento de Trapagaran cambiara en 2022 parte del vallado perimetral de la finca número 20 de la Estrada de La Rozada de casi 1,80 metros de alto, por un murete de piedra caliza embutida en un armazón de hierro galvanizado de apenas 1,10 metros de alto por unos 50 centímetros de ancho y cerca de 22 metros de largo, la vida de G.H.C., vecino de una de las dos viviendas del inmueble, se ha convertido en un auténtico infierno.

El motivo hay que buscarlo en un grupo de jóvenes vándalos –inicialmente algunos alumnos problemáticos de la cercana Ikastola Itxaropena– que periódicamente extraen las piedras del murete y las utilizan como munición para apedrear la vivienda afectando a las fachadas y el tejado.

El actual muro, de poco más de 1, 10 de alto, reemplazó en 2022 a un cierre metálico de 1,80 metros de altura E. Zunzunegi

 “Gracias a Dios no me han dado a mí, pero cualquier día vete a saber porque desde que empezaron, la cosa no ha hecho más que empeorar”, señala este técnico sanitario que se siente totalmente desasistido por el Ayuntamiento minero. “Pero si hasta han quitado la cámara de vigilancia que había instalado el anterior alcalde cuando empecé con las primeras denuncias para poder identificar a los agresores”, protesta este vecino que se muestra preocupado por el hecho de que se acerquen por la casa su padre, de 85 años, “y alguno de estos descerebrados le lesione con una de las piedras que sacan del murete y las tiran contra la casa”.

“Semana tras semana llamo a la policía municipal o a la Ertzaintza, angustiado y nervioso, porque individuos anónimos arrojan piedras extraídas de dicho muro contra mi casa, y la inoperatividad de los dos cuerpos policiales es manifiesta. Desde diciembre hasta hoy he interpuesto cinco denuncias”, relata este vecino del inmueble que intenta llevar con humor su desagradable situación.

“El inmueble es de 1953 y ahora, que con la ITT del edificio tendré que hacer una fosa en el perímetro para eliminar las humedades de condensación, aprovecharé como relleno las decenas de piedras que he ido recogiendo en estos años tanto del tejado, de la finca y del cercano parque”, señala este martirizado residente cuya indignación le impide resignarse.

Soluciones cero

De hecho la noche del 24 de este mes, el Jueves Santo, sufrió varios ataques sucesivos, en varias tandas. “Fueron unos 20 minutos en los que lanzaron cuatro ataques consecutivos, 8 piedras, y ya he puesto la denuncia”, relata este vecino que teme que con la desaparición de los turnos de noche de la policía local, “la cosa vaya a más”. “A raíz del ataque fui a hablar con el alcalde Miguel Ángel Gómez Viar. Hablé con él una hora y pico y con la sargento de la policía municipal y solución cero. Es más, salí del ayuntamiento con la sensación de que la culpa es mía”, denuncia este ciudadano que constata “que entre ellos se pasan la pelota".

“La policía me dice que ponga una reclamación en el Ayuntamiento y en el Ayuntamiento me dicen que es un tema policial y encima como son menores pues se sienten desbordados y yo mientras deseando que llueva para que no se acerquen estos gamberros”, reprocha G.H.C. que propuso al alcalde que cimentaran el muro “de forma que no puedan sacar piedras los agresores, y su respuesta fue negativa”, manifiesta.

En la búsqueda de una solución al martirio que vive desde que le pusieran el muro de las lamentaciones, G.H.C. habló con los responsables de la Ikastola “porque sé a ciencia cierta que fueron alumnos de ese centro los que iniciaron el acoso”, acusa el doliente vecino. “Sé que han hablado con los menores diciéndoles que eso está mal. Han hablado con los padres e incluso me dejaron caer que iban a enviar una carta a los padres diciéndoles la problemática que había y que, por favor, estuvieran pendientes, que hablarán con ellos para que me dejaran en paz. Y así y todo, no ha dado resultado. Hay muchos a los que les entra por un oído y les sale por el otro”, expone este vecino que hace hincapié en la falta de apoyo municipal ante esta “violencia irracional”. 

El vecino afectado ha plantado 14 pinos para que a futuro sirvan de pantalla protectora

El vecino afectado ha plantado 14 pinos para que a futuro sirvan de pantalla protectora E. Zunzunegi

Así las cosas, G.H.C. ha tomado una iniciativa a la desesperada plantando un lineal con 14 pinos para crear una pantalla vegetal que, sumada a un gran roble situado en terreno público (en la calle Severo Ochoa), pero cuyo ramaje se proyecta sobre la finca, a una higuera y varios árboles en la fachada sur, le protejan de los ataques de estos menores. “Lo malo es que para cuando tengan la altura necesaria para ser eficaces habrán pasado más de cinco años. ¿Y mientras tanto, qué?”, plantea este acosado vecino.