Bilbao
LOS bilbainos huían ayer del intenso calor que castigaba las calles. Una excelente opción para ello era refugiarse al frescor que proporcionaba la Alhóndiga Bilbao; otra era hacerlo en los comercios, bares y restaurantes que rodean el antiguo almacén de vino.
Gran parte de los transeúntes escogieron ayer la segunda opción y colmaron los establecimientos y terrazas que comienzan a brotar al igual que las flores con la llegada del buen tiempo. Y es que, la inauguración de la Alhóndiga está dejando entrever un filón de oro para los locales comerciales y hosteleros de las inmediaciones.
Los restauradores ubicados en las proximidades de la plaza Arriquibar aseguraban percibir un aumento de la afluencia de clientes en sus negocios. "El día de la inauguración vino mucha gente por aquí, sobre todo curiosos. La Alhóndiga ha dado vida a la zona, quizá por la euforia de los primeros días", comentaba José Díez, camarero del bar Muro en la Alameda Urquijo.
En la misma calle, la dependienta de la pastelería Manuel aclaraba que estos días se ha notado más movimiento de gente debido al boom de la apertura, pero no en exceso. Por contra, Juan José Tenorio, encargado del restaurante italiano Passarella de las galerías Urquijo, indicaba no haber notado por el momento la llegada de más clientes, aunque confía en que la próxima apertura del gimnasio y los cines atraiga a más comensales.
La calle Fernández del Campo presenta la cara opuesta del almacén vinatero. Los establecimientos de este vial han sufrido durante diez años las obras de rehabilitación del sector. Han sufrido daños inevitables que en un principio les ha perjudicado para poder disfrutar de unos beneficios que esperan lleguen pronto. "Hemos estado enclaustradas, estábamos rodeadas de vallas, la obra aún está sin finalizar en este tramo. Aun así, la reforma es propicia para los comercios", expresaba la farmacéutica Mª Josefina Rezola. Los trabajos de rehabilitación finalizarán en un corto periodo de tiempo, hasta entonces negocios como la peluquería Mariló Gómez deberán armarse de paciencia. "Para acceder en la peluquería hay que atravesar una pasarela de madera y eso hace que las clientas sean reacias a entrar", destacaba Sandra Hernández, empleada del salón de belleza.
La buena nueva para los propietarios de esta zona es la peatonalización de la calle, gracias a lo que los bares de la misma podrán instalar terrazas y veladores en el exterior. "En principio, desde la apertura de la calle, pasa más gente por aquí. La zona se ha revalorizado y lo hará más cuando coloquemos las diez mesas de nuestra terraza", explicaba Nagore Arrabal, gerente del bar Alondegui.
En cuanto a los escasos locales comerciales de la calle Iparraguirre en el tramo frente al almacén de vino, María, trabajadora de la tienda de abalorios Cuenta la Cuenta aseguraba no haber notado "todavía" un incremento de la clientela, ya que "está todo el mundo dentro".
Es un hecho pronosticado que la inauguración de la Alhóndiga supondrá un trampolín para los negocios que la rodean tanto los ya existentes como los que abrirán en los meses venideros.