El Bilbao Basket cumplió la misión para la que se presentó ayer en el Bilbao Arena, aunque eso le llevara a atravesar por distintos estados de ánimo en un choque que era muy importante en la lucha por la permanencia. Lo era para los dos equipos en una jornada que era propicia porque habían perdido el resto de rivales involucrados en la misma. Para los hombres de negro era la oportunidad de alejar a cuatro partidos al Granada y los nazaríes podían reengancharse a una carrera en la que ellos y el Coruña empiezan a descolgarse.
El equipo de Jaume Ponsarnau arrancó el partido con el brío que pedía la ocasión. No era necesario hacer alardes porque valía con una victoria mínima, pero pronto los jugadores cayeron en un estado de excitación que les llevó a acumular errores en los dos lados de la cancha. Parecía que el único obligado a ganar era el Bilbao Basket, cuando probablemente los andaluces tenían y siguen teniendo la soga en el cuello. Sin embargo, las bajas en el conjunto granadino no suponían una rendición por su parte ni una limitación en el juego colectivo.
Esas prisas de los bilbainos fueron malas consejeras porque provocaron desorden y cierta endeblez defensiva que fue aprovechada por el Granada para tomar la iniciativa en el marcador que, por algo, es un equipo de ACB, mientras no se demuestre lo contrario. El descanso sirvió al Bilbao Basket para recuperar el orden y el criterio y armar desde la defensa sus mejores minutos del partido hasta amasar una ventaja de dieciséis puntos. Tampoco eso sirvió para llegar a un final tranquilo, si eso es lo que se esperaba ayer, ni para serenar los ánimos en las filas locales, donde hubo demasiados gestos poco habituales y alguna frustración mal disimulada.
Complicaciones
Cuando ya parecía, erróneamente, enterrado, el Granada sacó la cabeza de la tumba con agresividad y concentración poniendo en balón en manos del recién llegado Griffin, un especialista del uno contra uno, y juntando a sus dos cincos, Guerrero y el otro novato Bezhanishvili. Los andaluces no dejaron de creer en sus posibilidades, lo que es más mérito suyo que demérito del rival, y el rebote junto a otra serie de errores evitables de los locales les llevó hasta un 84-81 que elevó aún más la tensión en Miribilla hasta que Pantzar, con un 2+1, y Dragic, con otra bandeja, completaron la misión que quizás pudo saber a poco. Pero no está la Liga Endesa a estas alturas para elegir la manera de ganar ni para que nadie gane sin despeinarse, salvo excepciones.
En este sentido, los hombres de negro siguen cumpliendo escrupulosamente ante sus rivales directos, que vienen a ser los mismos de temporadas anteriores, y han logrado una ventaja que les asegura más de la mitad del objetivo prioritario. Este triunfo, como otros anteriores, no puede ser más oportuno porque llega en vísperas de afrontar la semifinal de la FIBA Europe Cup ante el Dijon y ante un inmediato calendario muy complicado en la Liga, con tres duelos de cuatro fuera de casa. Ayer tocaba ganar, aunque fuera por un punto, y el Bilbao Basket no falló, lo que hay que celebrar y disfrutar. Quien pensara que iba a ser fácil se equivocaba.