El Surne Bilbao Basket afronta esta tarde (17.00 horas) un encuentro que ejercerá de bisagra para lo que resta de competición en la Liga Endesa, pues le abrirá la puerta hacia un final de ejercicio relativamente tranquilo en su principal objetivo de cada curso, evitar el descenso, o por el contrario elevará su nerviosismo por el acercamiento de uno de sus perseguidores. Si todos los duelos que los de Jaume Ponsarnau disputan en casa ante rivales de la zona media y baja de la tabla cuentan con la etiqueta de prohibido fallar, el de hoy mucho más porque aterriza en Miribilla el Coviran Granada, precisamente la escuadra que marca las posiciones rojas de la clasificación con sus seis victorias, dos menos que los hombres de negro. En caso de triunfo, el conjunto vizcaino alejaría el peligro a tres victorias más el average particular con solo diez jornadas restantes, pero en caso de derrota los de Pablo Pin se acercarían a un solo partido a la espera de lo que ocurra con el diferencial de puntos (72-84 favorable a los de Ponsarnau en la primera vuelta).
El conjunto vizcaino tiene la responsabilidad de volver a poner sobre la cancha la solvencia de la que ha hecho gala este curso en este tipo de encuentros en casa ante rivales directos. En el vestuario son plenamente conscientes de la transcendencia de la cita ante un conjunto andaluz que comparecerá en la misma en una situación complicadísima, con una racha de cuatro derrotas seguidas –la última muy dolorosa en casa, tras una prórroga, ante un rival directo como el Lleida tras dominar gran parte del partido con ventajas de dobles dígitos hasta la apertura del acto final–, un durísimo calendario en el horizonte más cercano y la plantilla cogida con alfileres por sus diversos problemas físicos. Jacob Wiley ha abandonado esta misma semana el club, Scott Bamforth, Gian Clavell y Agustín Ubal causarán baja y Pere Tomàs apenas ha entrenado desde el último partido. En las últimas semanas han llegado los pívots Ousmane Ndiaye y Giorgi Bezhamishvili, el exhombre de negro Omar Silverio, que seguro que tendrá ganas de sacarse la espina tras su corto y muy poco productivo periplo a las órdenes de Ponsarnau, y el escolta Samuel Griffin, fichado el pasado jueves. Los equipos en estado de extrema necesidad suelen ser peligrosos y cualquier exceso de confianza puede pagarse muy caro.