El Surne Bilbao Basket dio un importante paso adelante en la FIBA Europe Cup con otra victoria que supone su mejor registro de once consecutivas en sus distintas andaduras continentales y que le permite acceder al primer puesto del grupo. En el otro duelo del grupo, el Le Portel superó al Sassari por 83-76, lo que hace que los dos siguientes partidos de Miribilla puedan ser decisivos para amarrar el billete a los cuartos de final. Tuvo mérito el resultado porque enfrente estaba el líder de la Liga francesa, algo que no es casual porque el Cholet tiene argumentos para complicar la vida a cualquiera, el primero de ellos no darse nunca por vencido. Esto obligó a los vizcainos a mantenerse serios y centrados en el trabajo hasta el último medio minuto.
Era lo esperado porque el equipo galo desplegó un juego muy agresivo, sin ningún miedo al contacto en los dos lados del campo, por lo que el partido fue un buen ensayo para lo que les espera a los jugadores de Jaume Ponsarnau en los dos próximos duelos ligueros ante el Lleida y el Manresa. El Cholet fue un rival pegajoso y pegador, que no dudó en utilizar todas las faltas a su disposición para elevar el tono físico. El Bilbao Basket respondió al reto, aunque nunca tuvo una ventaja mayor de ocho puntos ante un rival muy bien trabajado, que por ejemplo anotó cada vez que salió de un tiempo muerto.
Este tipo de propuesta, que va encontrando más seguidores en los banquillos de Europa, convierte los partidos en una sucesión de saltos, carreras y lanzamientos que obliga a ser muy preciso en cada acción ofensiva. Los locales cumplieron esa premisa en la primera parte con solo tres pérdidas de balón, pero se dejaron por el camino muchos puntos que estuvieron a punto de provocarles un disgusto. El Bilbao Basket acabó con 10 de 29 en triples, un aún corto 34%, y 23 de 34 en tiros libres, once errores que le impidieron tener ventajas más amplias en varias fases del choque. El Cholet, en cambio, no falló ninguno de sus 17 tiros libres y metió nueve triples con menos lanzamientos.
Eso es lo que llevó el duelo al terreno de la igualdad y de la incertidumbre porque los hombres de negro incurrieron en el tercer cuarto en pérdidas de balón y cayeron de nuevo en errores incomprensibles cuando llevaban la iniciativa. En esos momentos, son necesarias soluciones sencillas, atenerse al guion para no provocar aún más caos en la cancha. Al menos, el equipo mantuvo el tono defensivo, cerró su zona y ganó la batalla del rebote en el último cuarto, pero eso no impidió que el Cholet siguiera ahí hasta el final gracias al partido sin fallo de noruego Nbow y el buen toque cerca del aro de Vautier.
Paciencia
Al margen del pequeño base Campbell y de su pívot, todos los jugadores del conjunto francés eran intercambiables y no cedían ni un metro en los cambios defensivos. El Bilbao Basket tuvo que tener paciencia en busca de los mejores tiros. En este sentido, destacaron Rubén Domínguez, que brilló desde la larga distancia, aunque en varios ataques esperó balones que no le llegaron, y Thijs De Ridder, más decidido y pausado en sus decisiones que en partidos recientes.
Tomasz Gielo fue el descartado ayer y otros jugadores aún están por recuperar su mejor nivel, por ajustarse a un rol nuevo con menos protagonismo, pero al menos ayer el colectivo no se resintió, no hubo bajones en el rendimiento y el trabajo llevó a sumar un triunfo que debe servir para aprender y para recupera algo de la confianza perdida por las últimas derrotas. Porque Europa queda aparcada hasta enero y el Bilbao Basket, sin moverse de Artxanda, puede centrarse en el próximo calendario en la Liga Endesa que puede marcar su futuro, para bien o para mal.