Parece imposible que el Bilbao Basket abandone el hábito de complicarse la vida en sus partidos fuera de casa. Nunca es sencillo cuando se juega de visitante amasar ventajas cercanas a los veinte puntos, pero tampoco debería ser normal que los hombres de negro decidan entonces empezar a prender fuegos y ponerse a jugar con fuego. Ya se ha quemado varias veces y ayer en el PalaSerradimigni de Sassari estuvo a punto de hacerlo otra vez. El equipo de Jaume Ponsarnau regresó con su victoria 100 en competiciones europeas, la segunda de su historia en la cancha sarda y la primera de la segunda fase de la FIBA Europe Cup, que había comenzado el martes con un apretado triunfo del Cholet en el duelo francés ante Le Portel.

En ese sentido, el objetivo del Bilbao Basket en su desplazamiento a Cerdeña está más que cumplido, pero volvió a quedar una sensación rara, esa que deja estar 18 puntos arriba en el tercer cuarto y tener que sufrir hasta casi la última jugada para amarrar la victoria. A fuerza de repetirse, esta tendencia debe corregirse para evitar que en el futuro provoque consecuencias que nadie desea. Da la impresión de que el equipo juega mejor en márgenes más estrechos, que esas ventajas amplias, merecidas y bien conquistadas en muchos casos generan una falsa sensación de seguridad que provoca que los jugadores caigan en acciones cargadas de blandura y escasa consistencia.

Ayer miércoles, el Bilbao Basket tuvo controlado al Sassari durante todo el partido, apenas le dejó mandar en el marcador durante tres minutos, pero eso no derivó en un desenlace tranquilo, que era lo lógico. Los hombres de negro dieron a los italianos de su propia medicina durante muchos minutos, con acierto desde el triple, pero también añadieron una buena aportación de sus dos interiores. Todo parecía estar encarrilado, pero en el caso de los hombres de negro eso es mucho decir. Los italianos, que fueron muchos ratos a tirones, aprovecharon los minutos de flojera de su rival para apretar el marcador.

De nuevo, el Bilbao Basket comenzó a fallar tiros, a perder balones tontos y a carecer de decisión en ataque cuando el Sassari se lanzó a la desesperada y elevó su nivel físico. La defensa, hasta entonces bien armada, habilitó demasiados caminos hacia el aro y, por ayudas demasiado largas, lanzamientos liberados de los italianos, que empezaron a anotar para provocar otro cortocircuito. Ya se sabe que los méritos en el baloncesto pueden durar muy poco y los hombres de negro se vieron en la situación de tener que defender a muerte la penúltima posesión de los de Nenad Markovic para evitar otra derrota que habría sido dura de asumir y de explicar. La bocina sonó esta vez a música celestial y el Bilbao Basket tiene ahora tres partidos consecutivos como local para encarrilar su pase a los cuartos de final, con sustos o sin ellos.

Jaume Ponsarnau reconoció esta doble cara de su equipo en su valoración del partido. “Hemos jugado a ratos muy bien ante su defensa agresiva, hemos encontrado fluidez, buenos tiros y acierto, pero con nuestra defensa nos ha costado controlar sus rachas. Estábamos más o menos sólidos, pero cuando ellos han subido el tono físico nos han venido los bajones con pérdidas en primera línea que les han dado canastas fáciles. Es algo que tenemos claro que debemos mejorar, pero también hay que valorar que hemos jugado muy bien durante muchos minutos y que hemos ganado fuera de casa, lo que no es fácil”, comentó el entrenador del Bilbao Basket.