El Surne Bilbao Basket abrió este miércoles la segunda fase de grupos de la FIBA Europe Cup con una importantísima victoria (89-91) en la cancha del Banco di Sardegna Sassari -en estos formatos de grupos los triunfos a domicilio asfaltan muchísimo el camino- en un partido que tuvo una resolución mucho más agónica de lo deseado y que no acaba con el serio problema de gestión de ventajas y modus operandi en los finales de contienda de los hombres de negro, aunque sirve para poner fin a su mala racha de resultados en la competición doméstica.
El conjunto vizcaino volvió a ofrecer una imagen irregular y se movió con mayor contundencia con marcadores apretados que cuando logró coger vuelo en el luminoso, cuando se volvió blando y demasiado embarullado. Timorato. Con los dos equipos moviéndose en parámetros de dientes de sierra, casi siempre dependiendo del lado del que se decantara el acierto en el triple, los de Jaume Ponsarnau fabricaron una ventaja de 18 puntos (49-67) en el ecuador del tercer cuarto que se quedó en un 71-75 en la apertura del acto final. Y para añadir más taquicardia, el 77-87 a falta de 4:34 para la última bocina tampoco fue sinónimo de tranquilidad, pues dos triples encajados y tres pérdidas seguidas llevaron a ebullición la temperatura (86-87) antes de que Tryggvi Hlinason, con una canasta trabajadísima y dos tiros libres, sofocara el amago de incendio.
En el primer compromiso continental ante un rival serio, notablemente armado, el conjunto vizcaino supo hacerse valer aunque su irregularidad y la consiguiente agonía final acabaron emborronando el enorme valor del éxito cosechado. Los hombres de negro volvieron a mostrarse más atrevidos, filosos y capaces en la labor de abrir huecos en el marcador, con muchos jugadores entonados cuando tocó ejecutar esas funciones, que cuando era momento de mantener a salvo las brechas conquistadas, compases en los que regresaron los errores y la sensación de dudas e inseguridades, horribles compañeras de viaje si acaban anidando en el seno de un colectivo. Al menos esta vez se consiguió evitar el naufragio final y hubo momentos de lucimiento para Harald Frey (13 puntos al descanso), Tomasz Gielo (gran acierto en el triple) o Zoran Dragic, con seis jugadores anotando en dobles figuras incluido un Hlinason decisivo en los momentos de la verdad también en defensa.
BUEN ARRANQUE
El 0-7 con el que arrancó el partido, con cinco puntos de Gielo, aportó compostura al juego del Surne Bilbao Basket, que compareció además serio en defensa. Los anfitriones tardaron más de tres minutos para inaugurar su suministro anotador y para entonces los de Ponsarnau habían consolidado una situación de partido interesante, con ventanas cercanas a los diez puntos. Miralem Halilovic ofreció soluciones interiores a los suyos, pero Marvin Jones le respondió con más efectividad incluso en las distancias cortas. Sin embargo, un 0-6 en poco más de un minuto hizo que el acto inaugural se clausurara con mayor equilibrio del esperado atendiendo a lo visto hasta ese momento (18-21).
Al Sassari le costó activar una de sus mayores amenazas, el tiro de tres puntos, pero cuando lo consiguió lo hizo a lo grande. Con dos de Eimantas Bendzius, uno de Justin Bibbins y otro de Matteo Tambone, el dibujo de la contienda cambió (32-28). El regreso del acierto desde más allá de la línea de 6,75 de la mano de Frey, Gielo y Muhammad-Ali Abdur-Rahkman permitió al Surne Bilbao Basket recomponerse y recuperar el control de la situación, al tiempo que una antideportiva sobre el noruego que él mismo cristalizó en cinco puntos colocó la primera ventaja de dobles dígitos (38-48) antes de llegar al ecuador de la cita con un magnífico 41-51 gracias a otro misil lejano del base nórdico. El 53,3% de acierto en el triple (8 dianas de 15 intentos) era un tesoro para los de Ponsarnau.
Tras la reanudación, entre Kullamae y Melwin Pantzar estiraron la ventaja visitante hasta los trece puntos. El conjunto anfitrión, revoltoso y peligroso cada vez que podía meterle revoluciones a la contienda, intentó mantener la verticalidad con un 48-56 tras triple de Tambone, pero cinco tiros libres seguidos de Dragic a partir de jugadas de pillo y dos triples de Kristian Kullamae pusieron en órbita a los hombres de negro, con un magnífico 49-67 en el ecuador del tercer acto. Pero los visitantes no fueron capaces de consolidar su ventaja. Dieron vida al rival con dos pérdidas que los italianos aprovecharon para conseguir dos canastas sencillas y los de Markovic recuperaron la confianza perdida. Devolvieron un 2-12 ante un conjunto vizcaino que pasó de la fluidez y el orden al atasco más absoluto y a los diez minutos finales se llegó con un 66-73 que dejaba el partido mucho más abierto de lo deseado.
PROBLEMAS
El primer intento de acercamiento de los anfitriones llegó hasta un más que inquietante 71-75, antes de que un triplazo de Gielo abriera otra ventana de posible final tranquilo con el 71-82 a siete minutos del final. El Banco di Sardegna Sassari, sin embargo, se resistía a claudicar aunque su rival encontró una mina de oro en los viajes a la línea de tiros libres, a pesar de dejarse un par con el camino. ¿Más tranquilidad con el 77-87 a cuatro minutos del final? Ni por asomo. Dos triples de Bibbins y Tambone, tres pérdidas de balón de un conjunto vizcaino que se asemejaba a un púgil tambaleante, una técnica contra Dragic... El 86-87 a 53 segundos del final resucitaba fantasmas, recientes y pasados, pero en la jugada clave de la contienda el ataque vizcaino, no sin esfuerzo, acabó encontrando a un Hlinason que convirtió la canasta de la victoria, sellada posteriormente con dos tiros libres tras triple de Bibbins para sofocar definitivamente el amago de incendio.