El Bilbao Basket había rozado la victoria ante el Real Madrid en las dos visitas anteriores de los blancos a Miribilla y ayer, al fin, pudo lograr lo que había pedido Jaume Ponsarnau: estar cerca y meter la última para ganar. De esta forma, el técnico de Tárrega se puede apuntar en su currículo en el banquillo bilbaíno triunfos en casa ante el Real Madrid, el Barcelona y el Baskonia. Pero no se conforma con eso y se nota en sus comparecencias que lo que tiene entre manos esta temporada le ilusiona especialmente. Los hombres de negro llevan ya dos victorias en la Liga Endesa y otra que se escapó por una jugada y, aunque la temporada no ha hecho más que empezar, miran al futuro con optimismo.

El motivo es que se ve una plantilla con más recursos que la de la anterior campaña, con doce jugadores con capacidad de sumar en distintas facetas. No todos participan todos los días, pero todos ellos transmiten al entrenador que se puede tirar de ellos, sobre todo en este tramo del calendario en el que los partidos se suceden a ritmo de dos por semana, con sus correspondientes viajes. Otra temporada más, Ponsarnau está repartiendo los minutos de forma casi quirúrgica y no parece que esta manera de hacer vaya a cambiar. Nueve jugadores se mueven entre 19 y 25 minutos de juego y seis de ellos promedian más de nueve puntos por partido.

Ni siquiera en un duelo de la exigencia del de ayer el entrenador del Bilbao Basket se desvió de esa idea, que contrastó con el manejo que Chus Mateo hizo de sus piezas. Cuatro jugadores del Real Madrid jugaron más que el que más jugó del equipo vizcaíno y aún así la victoria cayó del lado local, lo que quizás habla bien de la capacidad del Bilbao Basket y mal de la del conjunto blanco. El mérito fue ese, que los locales se impusieron en un partido en el que sintieron el aliento de su rival en el cogote tras una brillante primera mitad y en el que sobrevivieron pese a que su rival puso en cancha en el tramo final a todos sus estrellas, a un quinteto de calibre Euroliga, ante el que los hombres de negro compitieron de tú a tú, como habían hecho en pretemporada ante el París y el Baskonia.

BUEN CIERRE

El Bilbao Basket mandó en el marcador durante 33 minutos y supo cerrar el partido, que es lo que le había faltado otras veces, porque jugó con determinación y un notable desempeño defensivo en los minutos de la verdad. Por el contrario, el Real Madrid tuvo que recurrir a sus armas tradicionales, a automatismos para los que el equipo de Ponsarnau encontró respuestas. Entre Hlinason y Jones y la ayuda de una defensa cerrada, lograron frenar otra vez la producción de Tavares, que solo metió una canasta. Al margen de Deck, Campazzo y Hezonja, el resto de sus compañeros pasaron desapercibidos. En cambio, casi todos los jugadores del Bilbao Basket encontraron su momento, la forma de aportar al colectivo.

Recuperar el acierto era una de las claves y el Bilbao Basket lo cumplió cuando llevaba al inicio del tercer cuarto nueve de doce aciertos desde la línea de tres puntos. Luego, enlazó ocho fallos seguidos en ese parcial para acabar con 10 de 25, que supera los promedios de los dos duelos anteriores y sirvió para compensar los once triples del Real Madrid. Sumar desde la larga distancia resulta necesario en el baloncesto de estos tiempos. Seis equipos promedian ya más de diez triples anotados por partido y ocho lanzan más de 28. Ayer mismo, el Valencia Basket lanzó 49.

Cabe recordar que las dos victorias antes citadas ante el Barcelona y el Baskonia llegaron con sendos triples agónicos. Ayer no hizo falta porque el Bilbao Basket resolvió desde la línea de tiros libres, precisamente la misma distancia desde la que enterró sus opciones en Murcia. La cancha un día da y otro quita y los hombres de negro encontraron ayer el premio a su esfuerzo con una victoria que supone la segunda del curso. “Pero con dos no nos vamos a salvar”, bromeó Ponsarnau, que cree que su equipo puede lograr muchas más.