Sangre y sudor para evitar las lágrimas. Así resolvió este sábado el Surne Bilbao Basket el importantísimo encuentro contra el Casademont Zaragoza, una cita que el conjunto vizcaino dominó con aplomo hasta el descanso pero que se complicó hasta el límite en los compases finales. Hubo final feliz (86-83) y octava victoria para el zurrón, que era lo importante, pero el sufrimiento llegó hasta la última décima de la contienda.

Los de Jaume Ponsarnau llegaron a ganar por catorce puntos (53–39) a 17 minutos del final, pero no fueron capaces de resolver el choque por la vía rápida. El conjunto de Porfirio Fisac, de la mano de las individualidades de los eléctricos Trae Bell-Haynes y Thad McFadden, fueron recortando la diferencia en el luminoso ante unos ‘hombres de negro’ irregulares, atenazados por momentos por la necesidad de ganar. Hasta el 84-83 a 11 segundos del final llegó la incertidumbre, resuelta con enorme sangre fría por Melwin Pantzar con dos tiros libres de enorme trascendencia y con un taponazo de Sacha Killeya-Jones sobre Mitchell Watt en la jugada final.

El conjunto vizcaino volvió a ofrecer una imagen irregular, notable hasta el descanso y mucho menos sólida a partir del mismo. La segunda unidad casi dobló en puntos al quinteto titular (57-29) y la enorme diferencia en los puntos anotados en la ‘pintura’, 44 a 28, fue vital ante un conjunto visitante excelente desde la distancia triple (11 de 22). La capacidad resolutiva y el trabajo bajo los aros de Killeya-Jones (19 puntos y 8 rebotes) fue diferencial, así como la energía irrefrenable de Thijs De Ridder o los siete puntos en el último cuarto de Denzel Andersson. Keith Hornsby dejó detalles interesantes en ataque con dos triplazos, pero sufrió en defensa en su debut en Miribilla.

Buenas sensaciones

El encuentro arrancó con problemas para los anfitriones. Con Watt como foco anotador desde todas las distancias, Tryggvi Hlinason tardó poco más de minuto y medio en cometer dos personales y los de Fisac aprovecharon para controlar el luminoso (6-12). La entrada en escena de Killeya-Jones aportó soluciones ofensivas y, pese a un par de pérdidas, el buen trabajo en retaguardia sirvió para igualar la cita (14-14). Y con la entrada en acción de más componentes de la segunda unidad, sobre todo Hornsby y De Ridder, las constantes vitales de los ‘hombres de negro’ mejoraron en ambos aros, cerrando el primer cuarto con un 9-0 para fabricar un interesante 25-19.

Dos triples de Hornsby y De Ridder colocaron al Surne Bilbao Basket con un magnífico 31-19, pero los visitantes se sujetaron sobre el alambre gracias a las soluciones ofensivas que les ofrecieron Yoanki Mencía y Dejan Kravic, su pareja de interiores. Los de Ponsarnau supieron aguantar los minutos en los que los fallos en triples absolutamente liberados se sucedieron y cuando Smith anotó sus primeros puntos, un triple a 3:23 del descanso, Kristian Kullamae y Pantzar colaboraron, activando la media distancia y las penetraciones, regresó el colchón de dobles dígitos, con un interesantísimo 45-32 en el ecuador de la contienda tras un triple sobre la bocina de Georgios Tsalmpouris.

Problemas

En la reanudación, los de Ponsarnau impulsaron su renta hasta los 14 puntos, pero faltó mayor acierto y más control para solidificar la ventaja. Por contra, el Casademont Zaragoza encontró demasiados viajes baratos a la línea de tiros libres y fue activando a peligrosos fusileros como McFadden y Bell-Haynes para volver a aparecer en el retrovisor bilbaino. Con un parcial de 0-8, el resultado se estrechó hasta el 53-47. Un triple de Alex Renfroe sacó a los locales del bache, pero a los ‘hombres de negro’ se les veía más incómodos y forzados, dejándose demasiados lanzamientos en apariencia sencillos por el camino y flojeando a la hora de cerrar el rebote defensivo, circunstancia que su rival aprovechó para castigar desde la línea de 6,75 y llegar a los últimos diez minutos con un más que inquietante 61–57.

El conjunto vizcaino recuperó la compostura y el suministro ofensivo de la mano de Killeya-Jones y Andersson. El problema radicó en que los de Fisac sumaban de tres en tres de la mano de Santi Yusta y el eléctrico McFadden para colocar un incómodo 67-63 a siete minutos del final. Un triple de Kullamae parecía poner de nuevo en órbita a los anfitriones (72-63), pero llegó una jugada que pudo cambiar el partido. Rabaseda pisó la línea de ataque lateral en un ataque, robó el balón en la siguiente jugada pero falló el contraataque para cometer una antideportiva en la posterior defensa. Del factible 74-63 al 72-67.

Fisac apostó por jugársela con McFadden y el escolta respondió con dos triplazos brutales, de pura calidad individual, y la ventaja fue mermando pasito a pasito. El 80-79 a dos minutos del final activó todas las alarmas, pero una penetración de Renfroe y un tiro complicadísimo de Smith fueron puro oro. Pero ni con el 84-79 a 51 segundos del final llegó la tranquilidad definitiva. Bell-Haynes metió dos tiros libres, el siguiente ataque bilbaino no salió bien, los árbitros, bastante desatinados durante todo el choque, se tragaron una clarísima falta a Killeya-Jones en el rebote y el canadiense, desde la línea de castigo, elevó la temperatura al máximo: 84-83 a 11 segundos del final. Los de Fisac cometieron falta sobre Pantzar y al sueco no le falló el pulso. Con 86-83 a 9 segundos, los ‘hombres de negro’ jugaron a defender sin hacer falta y Killeya-Jones resolvió con un soberano tapón sobre Watt que selló el octavo triunfo.