UN cambio de dinámica tan radical como el que está sufriendo el Surne Bilbao Basket, del balance de 4-1 con el que arrancó el curso al 0-6 actual, no puede explicarse por un único factor, menos aún teniendo en cuenta los muy dispares guiones que han tenido los encuentros, sobre todo en la fase negativa. Habrá causas con mayor peso –el notable incremento de la exigencia en el calendario– y otras con menos; algunas serán más tangibles –lo referente a la estadística– y otras más del terreno de las sensaciones, de los niveles de confianza. Todo está interconectado, todo suma y todo resta. En el caso del conjunto vizcaino, los profundos dientes de sierra de su rendimiento han venido muy marcados por la entidad de los contrincantes en cada fase competitiva, afectando sobre todo a la faceta ofensiva y con especial incidencia en tres aspectos: la importante bajada en los porcentajes de acierto, la aportación de los pívots y el tino de los especialistas en el lanzamiento exterior.
Hay una notable diferencia de potencial entre los adversarios en el exitoso 4-1 (Andorra, Obradoiro, Baskonia, Murcia y Granada) y los del preocupante 0-6 (Barça, Tenerife, Zaragoza, Real Madrid, Joventut y Granada). Sin embargo, en líneas generales el conjunto vizcaino ha sabido mantener bastante bien el tipo en labores defensivas tanto en números absolutos –de encajar 80,6 en la primera fase competitiva a los 82,8 de la segunda– como en lo referente a los porcentajes de acierto de los rivales –del 51,5% al 53% en lanzamientos de dos puntos, del 29,5% al 33,5% en triples y del 77,3% al 73,6% en tiros libres–. Es en la faceta atacante donde ha habido una considerable merma del rendimiento. El conjunto de Jaume Ponsarnau ha pasado de anotar 83,2 puntos de media en los cinco primeros encuentros a los 73,8 de los seis últimos, con los pírricos 43 facturados el pasado sábado al Unicaja como punto más bajo de su historia. En las distancias cortas e intermedias ha pasado de un notable 54,3% a un ramplón 48,4%, en el triple ha descendido de un buen 36,1% a un preocupante 32,1%, y lo de los tiros libres ha sido una tortura desde el mismísimo amanecer del curso: del mal 68,7% al peor 67,8%. Los hombres de negro son el peor equipo de la Liga Endesa en este epígrafe estadístico, con un 68,2% global.
En el plano individual, es llamativo el descenso en la aportación ofensiva de los dos pívots, Sacha Killeya-Jones y Tryggvi Hlinason, tanto desde el punto de vista del acierto como de los lanzamientos asumidos. El pívot de New Jersey ha pasado de promediar 14,7 puntos en sus cuatro primeros encuentros como hombre de negro –no jugó contra el Obradoiro– a 9,3 en los seis últimos, con una bajada tanto en su nivel de acierto en tiros de dos puntos –del 60% al 40,3%– como en lo referente a los balones que se ha jugado: de 10 por cita a 8,6. En lo referente al islandés, arrancó promediando 8,4 puntos y 6,4 rebotes con un correcto 51,4% en lanzamientos de dos puntos –el pasado curso fue el mejor jugador de la ACB en esta estadística con un espectacular 78,2%– para pasar a los 5 puntos, 5,5 rebotes y un bajísimo 40%. Ha pasado de disponer siete lanzamientos por choque a 4,1.
Mayor conocimiento por parte de los rivales, necesidad de incluir variaciones en la pizarra propia... y reducción de espacios interiores por parte de las defensas rivales ante los problemas de los hombres de negro para anotar desde la distancia triple, con muchos minutos en los que la amenaza exterior fiable se reduce, como mucho, a un par de jugadores. En este sentido, Kristian Kullamae ha bajado del 45,8% al 34,6% desde la línea de 6,75 (del 58,3% en tiros de dos al 47,6% y de los 13,2 puntos por cita a los 8,6), mientras que los dos especialistas puros en el triple, Álex Reyes y Georgios Tsalmpouris, se encuentran prácticamente en mínimos de carrera. El alero ha pasado del 35% en los cinco primeros partidos al 23,8% en los seis últimos (del 66,6% de dos al 42,8% y de 7,8 puntos a 5) y el griego, que estaba ya en un mal 25%, no pasa ahora del 15,3%. Adam Smith se mantiene por encima del 40% desde la larga distancia, pero su efectividad en la corta e intermedia ha pasado del 50% al 43,7% (de 14 puntos a 12,1).
En este ecosistema, son los bases los únicos componentes de la rotación principal que han incrementado prestaciones. Melwin Pantzar ha pasado de promediar 6 puntos a 10,5 mejorando en el triple y desde el tiro libre, mientras que Alex Renfroe ha mostrado mucho más tino terminando cerca del aro (del 42,1% al 55,5%).
Del 4-1 al 0-6
Puntos a favor. Ha pasado de anotar 83,2 puntos a 73,8.
Puntos en contra. Ha ascendido de 80,6 a 82,8.
Porcentajes propios. Del 54,3% en tiros de dos, 36,1% en triples y 68,7% en tiros libres, al 48,4%, 32,1% y 67,8, respectivamente.
Porcentajes de los rivales. Del 51,5% en tiros de dos, 29,5% en triples y 77,3% en tiros libres, al 53%, 33,5% y 73,6%, respectivamente.