EN un deporte en el que la línea entre los titulares y los suplentes no suele estar muy marcada, al menos en el baloncesto europeo y en estos tiempos, el Bilbao Basket carga con una contradicción que no se sabe si es buena o es mala, si merece una reflexión sobre los roles asignados o si no conviene mover las piezas. El partido ante el Real Madrid fue una muestra seguramente inédita de esta realidad ya que los jugadores que salieron desde el banquillo anotaron 66 de los 84 puntos, cerca de un 80%. Algo parecido ocurrió ante el Granada cuando los suplentes de Jaume Ponsarnau lograron 63 de los 94 puntos que lograron los hombres de negro aquel día.

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El Bilbao Basket-Real Madrid, en imágenes Pablo Viñas

En una plantilla con un reparto de minutos muy equilibrado, el banquillo del Bilbao Basket es el más productivo de la Liga Endesa ya que soporta un 58% de la anotación. Renfroe, Smith, Rabaseda, Andersson y Hlinason han formado el quinteto titular más habitual, pero entre todos solo promedian 35,3 puntos. En cambio, entre los otros seis jugadores que cierran la rotación más habitual llegan a 48 puntos por partido. De hecho, tres jugadores que salen desde el banquillo anotan más que tres titulares, lo cual no deja de ser una rareza. Por ejemplo, Killeya-Jones es el suplente que más puntos anota de toda la liga, con unos muy estimables 13,4 puntos.

El colmo de esta paradoja, y en parte algo lógico, es que el banquillo del Bilbao Basket está aportando más en los partidos de casa que en los de fuera. Pero esto supone a la vez un problema ya que esos inicios fríos de los titulares han llevado a empezar a remolque los últimos partidos de Miribilla y eso supone un riesgo, sobre todo ante rivales de la talla del Tenerife y el Real Madrid y del próximo visitante, que será el Unicaja. Y fuera de casa tampoco resulta sencillo que jugadores jóvenes carguen con el peso de la responsabilidad en ambientes adversos, como se comprobó en Zaragoza, y redoblen su acierto.

Lo importante es que al final salgan las cuentas y el Bilbao Basket pueda sacar rendimiento a los 82 puntos que anota cada partido para sumar victorias ya que no hay una clasificación de buenas o malas sensaciones, en la que los hombres de negro irían en puestos cabeceros. Es sabido que jugadores como Renfroe o Rabaseda no tienen un perfil anotador, pero cuando las defensas aprietan a Smith, y eso viene repitiéndose en los últimos encuentros, hacen falta más manos para transformar en puntos ese buen baloncesto que hace el equipo bilbaino y que tanto alabó Chus Mateo el otro día. En los últimos partidos también se ha resentido la aportación de Hlinason, por lo que a veces da la impresión de que el Bilbao Basket queda obligado a rozar la perfección en las tareas defensivas.

En este sentido, en los últimos choques se ha percibido que Kullamae, que promedia 10,7 puntos con unos porcentajes de tiro más que notables, ha sido el primer relevo en el perímetro para encontrar otra amenaza junto a Smith y generar más atención a las defensas, a costa de perder físico. El técnico pretende evitar esos minutos en el que su equipo parece romo y se ve obligado a ir a remolque, algo que puede pesar si las derrotas se siguen acumulando en unas semanas en las que la exigencia liguera no va a bajar porque aguardan rivales de mucho nivel físico que no dan dos oportunidades.