No resulta nada sencillo jugar contra un fantasma, contra un recuerdo amargo y duro tan fresco en la memoria. El encuentro de este miércoles tenía mucho de trampa para el Surne Bilbao Basket y el conjunto vizcaino, no sin sufrimiento, fue capaz de sacarlo adelante (76-71) allanando muchísimo su camino hacia la siguiente fase de la FIBA Europe Cup. Los de Jaume Ponsarnau no solo recibían a un Anwil Wloclawek, actual campeón de la competición, que se jugaba la vida en el partido, sino que a la dureza del rival se sumaba lo acontecido cuatro días atrás en Zaragoza, formando un panorama para nada fácil de gestionar. Fueron capaces de hacerlo los hombres de negro, aunque por momentos parecía que podían tropezar de nuevo en la misma piedra, en la de la falta de colmillo para asestar el golpe de gracia a un rival tambaleante.

Si en Zaragoza desperdiciaron una renta de 17 puntos en el ecuador del tercer cuarto para acabar perdiendo por 14, en esta ocasión llegaron a dominar por 54-40 a 17 minutos del final para terminar pidiendo la hora. Hasta el 70-68 a cuatro minutos de la última bocina llegaron a acercarse los polacos, cuya gestión de los compases decisivos volvió a ser horrible como en el enfrentamiento de la primera vuelta.

En ese tramo de contienda, el conjunto vizcaino volvió a demostrar no solo falta de instinto asesino, sino también una brecha en su dureza mental digna de análisis y se constató que hay un puñado de jugadores demasiado alejados de su mejor versión. Y así, entre fallos garrafales y malos ataques, el Surne Bilbao Basket estuvo a punto de volver a echar por tierra un partido que tenía controlado, pero dos tiros libres de Alex Renfroe y un triple de Denzel Andersson, junto a la mala toma de decisiones del Anwil, le sacaron del apuro.

No hubo recuperación de sensaciones de juego, pero sí al menos un regreso a la senda de la victoria que debe servir para recuperar calma y tranquilidad, algo que necesita el colectivo. Tres nombres propios brillaron por encima de los demás. El trabajo en retaguardia de Xavi Rabaseda, autor de ocho robos de balón, fue colosal, y en ataque sacó las castañas del fuego la combinación entre Alex Renfroe, ocho asistencias, y Sacha Killeya-Jones, con 22 puntos. La clasificación para la siguiente fase continental está bien encaminada y podría quedar sellada la próxima semana en la visita a un CSU Sibiu que todavía no conoce la victoria.

DIFICULTADES

Al conjunto vizcaino le costó entrar en ritmo de partido. Fueron los polacos los que controlaron el luminoso en el amanecer de la contienda gracias a su capacidad para fusilar el aro rival desde el perímetro a la más mínima oportunidad. Jakub Garbacz, Amir Bell, Janari Joesaar... El Anwil Wloclawek no tuvo demasiados problemas para anotar (10-15), pero el Surne Bilbao Basket se rearmó con la entrada en escena de su segunda unidad. Entre Adam Smith, Melwin Pantzar y Thijs De Ridder sumaron una velocidad más al juego bilbaino, tanto en ataque como en retaguardia, y un parcial de 10-2 equilibró las constantes vitales de la contienda. Sin embargo, el brillante momento de los anfitriones no tuvo continuidad. 

El encuentro cayó en una fase de tedio protagonizado por las faltas personales y los visitantes encontraron en los tiros libres y en las penetraciones de Victor Sanders la manera de no desconectarse del encuentro. Con el luminoso equilibrado con el segundo acto en juego, los de Ponsarnau endurecieron considerablemente su defensa de la mano de un imperial Rabaseda, empezaron a llenar de robos de balón su zurrón -seis llevaba ya el alero catalán al descanso-, pudieron activar el modo galope con Killeya-Jones castigando el aro rival a base de mates y el demarraje se convirtió en realidad. Del 30-29 al 44-32 en un abrir y cerrar de ojos y un 48-36 más que interesante en el ecuador de la contienda. El 18-5 en el epígrafe referente a puntos anotados tras pérdidas del rival marcaba claramente la diferencia a esas alturas de partido, por lo que tocaba seguir por ese camino.

FANTASMAS

En la reanudación, los anfitriones no tardaron en impulsar su máxima ventaja hasta los catorce puntos (54-40), pero su ataque no tuvo la continuidad necesaria para dar carpetazo al asunto por la vía rápida. Tampoco el Anwil conseguía imponer su propuesta baloncestística, pero los fallos de los hombres de negro desde todas las distancias, tanto con el triple como con las penetraciones, les facilitaron la labor de seguir conectados al partido. Los anfitriones jugaban a espasmos. Un triple de Pantzar para frenar el intento de acercamiento de los polacos, un dos más uno de Tryggvi Hlinason para amagar con otra fase de tranquilidad... Pero sin sostenibilidad. Los visitantes fueron poco a poco alimentando su anotación de la mano de Garbacz y el 62-55 a diez minutos del final no era ya un marcador tan tranquilizador.

Más aún cuando el último acto arrancó con una antideportiva de la que el conjunto de Ponsarnau no sacó nada -Rabaseda no metió ninguno de los tiros libres y Smith falló en la siguiente acción- y el escolta estadounidense erraba una bandeja poco después. Los fantasmas... Entre Garbacz y Sanders colocaron el 70-68 a 4:18 del final, pero los visitantes jugaron de manera horrorosa esos minutos finales, muy precipitados, y dos tiros libres de Renfroe y el triple de Andersson dieron el aire necesario para sellar el triunfo.