Del 31-48 poco antes del ecuador del tercer cuarto al 77-63 final existe todo un mundo y, en el caso del Surne Bilbao Basket, un derrumbe inexplicable, un colapso de extraordinarias dimensiones, un cúmulo de despropósitos sin paliativos que le llevó a salir del Pabellón Príncipe Felipe apalizado después de tener en su mano la posibilidad de retornar a la senda de la victoria. El conjunto vizcaino tiró por el sumidero en los 16 minutos finales, horribles, absolutamente carentes de sentido, acierto, equilibrio y control de las situaciones, el notable trabajo realizado hasta ese momento. A falta de 6:22 para la conclusión del tercer acto, el equipo dirigido por Jaume Ponsarnau controlaba el marcador con ese contundente 31-48. A partir de ahí, nada. Nada de nada. Un 46-15 para cerrar el partido que cristalizó en la tercera derrota consecutiva en Liga Endesa y las peores sensaciones, con muchísima diferencia, del curso.

Al conjunto vizcaino le faltó colmillo afilado cuando tuvo al rival a su merced, a falta de un soplido para besar la lona. Con esa ventaja de 17 puntos desaprovechó hasta seis ataques seguidos para dar la puntilla a un Casademont Zaragoza tambaleante y los de Porfi Fisac, de la mano de un extraordinario Santi Yusta, aguantaron de pie. Y cuando los anfitriones endurecieron el encuentro, los hombres de negro de diluyeron cual azucarillos. En el momento en que la retaguardia local sacó del partido a Adam Smith, los ataques vizcainos se convirtieron en una concatenación de calamidades. Un absoluto horror. Sin recursos en pista y tampoco desde el banquillo, el final del duelo fue de árida digestión, con Mark Smith no solo liderando el sorpasso -la primera ventaja de los aragoneses no llegó hasta que faltaban siete minutos y medio para el final, 56-55-, sino haciendo que el adelantamiento fuera propio de Ferrari a Seiscientos. Sin piedad ni posibilidad para los visitantes de tratar de resistirse en un final ajustado.

NOTABLE ARRANQUE

El conjunto vizcaino cumplió con la premisa de ingresar en el encuentro intenso y enérgico y se hizo pronto con el control del duelo gracias a un gran trabajo defensivo, con Tryggvi Hlinason impidiendo alegrías en las cercanías de su aro. En la parcela atacante fue Adam Smith el que llevó la voz cantante con la colaboración del islandés y poco a poco fue haciendo camino. Fisac tuvo que parar la contienda con el 5-15 a menos de tres minutos de la conclusión del acto inaugural y los anfitriones consiguieron al menos que la renta bilbaina, con un par de imprecisiones en ataque, no fuera a más y cerrar los diez primeros minutos sin desconectarse: 10-17.

Gracias a cuatro excelentes acciones defensivas, el Surne Bilbao Basket se disparó con Melwin Pantzar absolutamente desatado. Su máxima renta llegó a los 16 puntos, pero no hubo demarraje. Jahlil Okafor, con un triple y un dos más uno tras rebote ofensivo, se echó el equipo a sus espaldas, el Zaragoza ajustó engranajes defensivos, las pérdidas llegaron en las filas de los hombres de negro y Ponsarnau tuvo que detener la cita poco después con un más equilibrado 21-29 tras un parcial de 10-3. Al conjunto vizcaino se le cerró el aro y el equipo aragonés encontró el ecosistema perfecto para recuperar gran parte del terreno perdido (24-29) de la mano de Mark Smith. Tuvo que ser Xavi Rabaseda el que despertara a los suyos con una canasta y un robo de balón y la escuadra vizcaina recuperó el orden para salir del bache y alcanzar el ecuador de la contienda con un más que destacable 25-37 favorable a sus intereses.

DEL TODO A LA NADA

En la reanudación, el Zaragoza quiso insuflar al partido mayor pimienta, pero el Bilbao Basket fue encontrando recursos para mantener firme su rumbo, sobre todo una vez que los triples comenzaron a entrar. Los tres transformados por Alex Renfroe, Denzel Andersson y Adam Smith impulsaron a los hombres de negro hasta un magnífico 31-48. Parecía el momento del despegue definitivo, pero lo que llegó fue el colapso. Hasta seis ataques hubo para enviar a la lona a los de Fisac, pero cuatro balones perdidos y dos triples fallados dieron al Zaragoza el oxígeno necesario para resistir en pie. Lo hizo posible Yusta con ocho puntos seguidos (39-48) y el conjunto vizcaino empezó a perder pie. Sacha Killeya-Jones, con dos canastas, amagó con devolver a los suyos al buen camino, pero las siguientes acciones ofensivas fueron horrorosas, la defensa comenzó también a deshilacharse y el 48-53 a diez minutos del final no dibujaba, visto lo visto, un horizonte nada claro.

Y así fue. Un triplazo de Mark Smith dio la primera ventaja (56-55) a los de Fisac y el triple de Andersson que parecía un punto de apoyo para los hombres de negro fue un espejismo. Un mate fallado por Hlinason, un campo atrás, una falta en ataque... Un absoluto despropósito. El conjunto anfitrión agradeció gustoso tanto regalo, soltó amarras y el adelantamiento fue sonrojante, sin opción a la más mínima resistencia visitante. Del 56-55 al 71-58 con el Smith de los de rojo en plan killer y un desplome inexplicable sobre el que toca trabajar para que no afecte más allá de esta derrota, ya dolorosísima de por sí.