Miribilla ya no ostenta este curso la etiqueta de talismán infalible para el Surne Bilbao Basket. Se la arrancó el Lenovo Tenerife (93-94), un lobo con piel de cordero si se atendía solo a su situación clasificatoria y depredador de colmillo quizás no tan afilado como antaño pero de mortal dentellada analizando su caudal baloncestístico, necesitando una prórroga para domar el espíritu combativo de los anfitriones, a los que les costó sentirse cómodos sobre la cancha aunque siempre encontraron recursos para no desconectarse de la contienda.

Al conjunto de Jaume Ponsarnau le resultó árido encontrar ventajas porque los de Txus Vidorreta son especialistas en sacar petróleo de las suyas, sobre todo si a la coreografía que dibujan Marcelinho Huertas y Giorgi Shermadini le acompaña el acierto en el triple, notable en el arranque, y las penetraciones por vía derecha de Jaime Fernández (20 puntos) destrozan la retaguardia bilbaina como ya hicieron en la cita continental del pasado ejercicio.

Así, los anfitriones, alejados de su guion, fueron a remolque los dos primeros cuartos y solo en en la primera mitad del tercer acto colocaron en la cancha su nivel máximo en defensa para cerrar su rebote, robar bolas y correr. El parcial de 17-2 les devolvió al encuentro tras llegar a sufrir desventajas de dobles dígitos, pero su control fue efímero. Tuvieron el enorme mérito de no dejarse ir en ningún momento y de forzar la prórroga con dos tiros libres agónicos de Denzel Andersson, pero en el tiempo extra faltaron fiabilidad y mejor lectura de las situaciones ante un rival experto en estas lides. En los choques igualados deciden los detalles, y los locales dejaron escapar demasiados en forma de pérdidas, rebotes defensivos perdidos o tiros a destiempo.

CONTROL VISITANTE

El ecosistema de la contienda arrancó favorable a los visitantes. No fue solo que la eterna pareja Huertas-Shermadini compareciera entonada, sino que Tryggvi Hlinason perdió el balón en los dos primeros ataques bilbainos. Se recompuso rápidamente el islandés con un par de tapones, pero los de Vidorreta controlaron las constantes vitales de la contienda gracias a su brutal acierto desde la línea de 6,75 de la mano de Bruno Fitipaldo y Aaron Doornekamp. Un par de tiros de tres puntos seguidos de Smith parecían equilibrar la balanza (14-15), pero nada más lejos de la realidad. El Lenovo Tenerife encontraba facilidades para penetrar a canasta de la mano de Fernández, hacía daño con el rebote ofensivo y seguía entonado desde la larga distancia, por lo que el 20-27 era sinónimo de problemas a la conclusión del acto inaugural.

Y las cosas no fueron a mejor. Entre la precipitación del Surne Bilbao Basket y el dominio de Fran Guerra en las distancias cortas, los isleños coquetearon con alcanzar ventajas de dobles dígitos (22-31). Pese al cuestionable criterio arbitral, lo evitó Melwin Pantzar en primera instancia (30-34), pero su andanada no tuvo continuidad. El Tenerife recuperó su acierto desde la larga distancia, con un acierto de Huertas y dos de Sasu Salin nada más ingresar en cancha (llevaba 2 de 20 hasta este encuentro), y el 36-44 en el ecuador de la contienda, después de que la mayor brecha llegara a los diez puntos, oscurecía muchísimo el panorama.

REACCIÓN

En la reanudación, el conjunto vizcaino activó, por fin, la coraza defensiva que podía permitirle entrar en partido. Con una retaguardia muy activa, metiendo manos, robando balones, cerrando el rebote y pudiendo salir al galope, los anfitriones recuperaron su esencia y durante más de cinco minutos borraron de la cancha a los visitantes. El parcial de 17-2 contando los tiros libres previos al descanso dibujó un partido nuevo. El 51-46 suponía la primera ventaja para los de Ponsarnau, pero el Tenerife no se cayó del alambre. Dos triples de Fernández y Doornekamp y los puntos de Dusan Ristic les devolvieron el control de la situación, con un 56-58 que dejaba todo en el aire antes de arrancar el cuarto final.

Con el encuentro convertido ya en un intercambio de golpes, el peso de los errores pasó a tener una importancia capital. Y al Surne Bilbao Basket un par de tiro libres fallados por Hlinason y dos pérdidas le cayeron encima como una losa. Por contra, el Tenerife activó la fiabilidad de su sociedad brasileño-georgiana y tras un triple de Doornekamp para el 65-71 a 4:35 de la bocina definitiva parecía tener la situación bajo control. Se revolvieron los de Ponsarnau de la mano de Sacha Killeya-Jones para igualar a 71, pero dos rebotes ofensivos concedidos en el siguiente ataque tinerfeño, castigados por dos tiros libres de Fernández, y otro en la posterior jugada, resuelta con un ‘dos más uno’ de Ristic, ademas de una canasta de Fitipaldo volvieron a situar una misión que lindaba con lo imposible: 73-78 a falta de 1:38. Pero entre dos tiros libres y un triplazo de Smith hicieron a Miribilla coquetear con el milagro al empatar a 78 puntos.

Jaime enfrió el ambiente con una penetración marca de la casa a nueve segundos del final y los locales se la volvieron a jugar a triple de Smith. Falló el estadounidense, pero Andersson fue objetivo de falta en el rebote a una décima del final y, a pesar de que entre tiempos muertos y jugarretas visitantes pasó una eternidad hasta que pudo viajar a la línea de tiros libres, metió los dos con absoluta frialdad. Prórroga.

Pero en el tiempo añadido el Tenerife supo tener más fiabilidad y serenidad que los anfitriones, con lecturas de juego poco acertadas tanto en ataque como en defensa ante un rival que, además, se mostró notablemente certero desde la linea de tiros libres. El 85-84 tras triple agónico de Alex Renfroe a 2:48 del final fue el canto del cisne. A partir de ahí los de Vidorreta fueron mucho más multidisciplinares que los anfitriones. Ristic y Jaime Fernández impulsaron a los suyos hasta el 87–92 y el triplazo a la desesperada de Smith a ocho segundos del final no fue más allá. Huertas puso candado al encuentro y fulminó la condición de invictos de los ‘hombres de negro’ en Miribilla.