El Surne Bilbao Basket no fue capaz este sábado de acabar con su particular condena de quince años, nueve meses y 28 días sin ganar en el Buesa Arena. Ni siquiera estuvo cerca de lograrlo (92-72) como consecuencia de su manifiesta inferioridad física ante un Baskonia que destrozó el choque en el momento en el que pudo jugar al galope, aprovechando en la mayoría de las ocasiones los regalos de los visitantes en forma de pérdidas de balón.

La resistencia de los de Jaume Ponsarnau duró 16 minutos, el tiempo que el choque se desarrolló en parámetros de cinco contra cinco, con notable control de la situación por parte de la escuadra bilbaina. Pero en el momento en el que los anfitriones comenzaron a encadenar contraataques, el esperanzador 26-28 mutó a 40-29. Con once balones perdidos y 18 puntos encajados a la contra al descanso (40-31), los hombres de negro caminaban ya sobre el alambre y el desplome no tardó en llegar. Trataba de hacer la goma el equipo visitante con el 51-42 en el ecuador del tercer cuarto cuando los de Joan Peñarroya asestaron el golpe definitivo con otro parcial de 16-1 que fundió definitivamente a los de Ponsarnau, empequeñecidos y sin recursos ni fortaleza mental ante el despliegue físico de Chima Moneke y Khalifa Diop y el acierto desde la larga distancia de Nikos Rogkavopoulos.

El Surne Bilbao Basket acabó con 16 balones perdidos, 22 puntos encajados al contraataque, prácticamente doblados en puntos en la pintura hasta los cinco minutos finales de maquillaje y un 29% de acierto en el triple mejorado también en los compases finales, después de que la desventaja llegara a ser de 28 puntos. Demasiadas vías de agua que no hicieron más que constatar la enorme diferencia de potencial entre ambas escuadras, acrecentada además por el factor ambiental. De los visitantes puede rescatarse sobre todo su notable desempeño en los primeros quince minutos, cuando supieron llevar el partido a su terreno, y ese 3-15 con todo ya perdido para que el resultado fuese lo menos dañino posible. Con Tryggvi Hlinason, Denzel Andersson y Kristian Kullamae como mejores argumentos individuales, queda mucho por construir para ganar en sostenibilidad y aplomo. Ni todo era tan magnífico tras batir al Morabanc Andorra ni lo de ayer entra en el epígrafe de lo desastroso.

BUEN ARRANQUE

En un arranque de elevado ritmo y con los dos equipos percutiendo a la mínima oportunidad desde la línea de 6,75, el Surne Bilbao Basket tiró de seriedad, energía y buen trabajo de intendencia en ambos aros, con Hlinason a pico y pala pugnando por el rebote ofensivo, para aguantar las primeras andanadas de los anfitriones. Con Adam Smith como tempranero soporte anotador y buen suministro global desde la larga distancia, los de Ponsarnau conquistaron un interesante 7-12 en el ecuador del primer acto tras matazo de su pívot islandés. Codi Miller-McIntyre tiró de los de Peñarroya para que la ventaja bilbaina no fuera a más y, a pesar de que Sacha Killeya-Jones entró muy enchufado liderando a la segunda unidad, un par de pérdidas permitieron al Baskonia equilibrar el luminoso aunque los primeros diez minutos se cerraron con un 18-20 favorable a los visitantes. 

Un dos más uno de Andersson amagó con impulsar a los hombres de negro que, sin embargo, comenzaron a tener problemas en ataque y a permitir galopar y anotar con comodidad a su rival. Ponsarnau decidió cortar por lo sano y parar el duelo a 7:25 del descanso con un 25-23 y parcial de 7-0. Respondieron sus pupilos y minuto y medio después fue Peñarroya el que llamó a capítulo a los suyos con un 26-28 tras triple de Kullamae. Pero entre un par de tiros fallados a centímetros del aro del estonio y Xavi Rabaseda y las pérdidas que permitieron sumar muchos puntos sencillos al Baskonia, el conjunto vizcaino empezó a perder su sitio. El 36-29 a 1:51 del descanso encendió las primeras alarmas. La ventaja baskonista llegó hasta el 40-29 tras un parcial de 14-1 antes de que al ecuador de la contienda se llegara con un 40-31 que dejaba un atisbo de esperanza para los hombres de negro.

Sin canastas en juego en casi seis minutos, el principal asunto a corregir para tratar de dar guerra estaba clarísimo: poner fin a las pérdidas, once a esas alturas, que habían permitido jugar al galope a un Baskonia que lucía ya 18 puntos al contraataque, por ninguno de su rival.

DESPLOME

Pese al matazo de Hlinason con el que se abrió el tercer cuarto y al buen trabajo del islandés en las distancias cortas, ya no hubo forma de equilibrar la contienda. El Surne Bilbao Basket mezcló errores y aciertos y esa falta de consistencia permitió al Baskonia, sólido y sin problemas para sumar puntos, mantener una cómoda distancia de seguridad. Si un triple de Álex Reyes amagaba con aportar un poco de pimienta al duelo (51-42), los de Peñarroya sofocaban el intento de rebelión con autoridad imponiendo su físico y disparándose en un abrir y cerrar de ojos de la mano de Moneke y los triples de Rogkavopoulos. El 67-43 dibujó ya una situación sin vuelta atrás, con los visitantes absolutamente romos en ataque y entregados en defensa antes de maquillar mínimamente la situación para alcanzar los diez minutos finales con el 67-47.

Y la brecha no hizo más que ampliarse hasta el 81-53, momento en el que el Baskonia levantó el pie del acelerador y en el que el conjunto vizcaino enlazó tres triples de Andersson, Kullamae y Smith y otras tantas canastas del Hlinason para maquillar el resultado con un parcial de 3-15. De todo lo malo, acabar con las mejores sensaciones posibles puede ayudar de cara a la visita del miércoles a la cancha del Monbus Obradoiro.