Toda la electricidad, intensidad y energía que le permitió el pasado domingo dar la campanada ante un rival tan gigantesco como el Barça le faltó este sábado al Surne Bilbao Basket ante un Carplus Fuenlabrada anclado desde hace meses en el fondo de la tabla de la Liga Endesa, sin conocer la victoria desde el lejanísimo 5 de noviembre. 161 días después, tras 19 derrotas seguidas, los de Óscar Quintana aprovecharon las numerosas concesiones de los hombres de negro para regalarse un éxito (77-71) que mantiene vivo el finísimo hilo que les conecta con el sueño de la permanencia. El conjunto vizcaino, flojísimo, no convirtió en hechos esas palabras que salen de su boca y que colocan su objetivo en tratar de regresar a Europa el próximo curso. Con encuentros como este, que supuso la octava derrota consecutiva a domicilio, lo tendrá complicadísimo.

La escuadra de Jaume Ponsarnau se comportó como si no se jugara absolutamente nada. Sin ambición. Como si estuviera en disposición de sestear para luego activarse y tumbar a su adversario. Jugó con fuego y acabó quemado. Si este Surne Bilbao Basket no imprime a los encuentros un nivel de esfuerzo notable, es presa cómoda para cualquier adversario como se demostró en Fuenlabrada. En el primer tiempo, desaprovechó un par de oportunidades de fabricar una renta considerable en el luminoso, dio vida a los de Óscar Quintana cuando parecían tambalearse y tras el descanso los anfitriones, utilizando el físico y el pundonor como elementos diferenciales, solo tuvieron que aprovechar la alfombra roja desplegada por los hombres de negro para romper el partido con un parcial de 14-3. La ventaja de los locales llegó a ser de 18 puntos antes de que los visitantes, de la mano de Emir Sulejmanovic y sobre todo Álex Reyes, activaran el modo maquillaje para dejar el marcador en el 77-71 final.

La falta de tensión y acierto en las filas bilbainas se cristalizó en el lamentable 38% de acierto desde la línea de tiros libres (6 de 16), los 18 balones perdidos o los 13 puntos encajados tras ellos. Adam Smith estuvo muy desconectado del juego, el regreso a la acción de Ludde Hakanson apenas tuvo efecto y la infinidad de tiros fallados a un palmo del aro fue una pesadilla. Por su parte, el Fuenlabrada fue claramente de menos a más y camufló sus dudas, nervios y falta de tino con una apuesta física que empequeñeció al Bilbao Basket, con muy pocas ganas de pelea. De los puntos se encargó Marc García, con otros cuatro compañeros anotando en dobles dígitos.

FALTA DE COLMILLO

El encuentro arrancó con las defensas de ambos equipos sin demasiada intensidad, pero fueron los visitantes los que mejor aprovecharon esa circunstancia. Penetrando a canasta con notable facilidad para terminar en mate o bandeja o sacar la bola fuera, el 5-11 en poco más de tres minutos disputados dibujó un panorama positivo. Sin embargo, al conjunto vizcaino le faltó contundencia para dar un golpe encima de la mesa de buenas a primeras. El Fuenlabrada pudo aferrarse al partido viajando a la línea de tiros libres, esforzándose a tope en el rebote ofensivo y exprimiendo el físico de Keanu Pinder, pero un triple de Hakanson y una canasta de Reyes al contraataque permitieron a los hombres de negro cerrar el acto inaugural con un 19-25 favorable pese a sus cuatro balones perdidos y a haber fallado los tres tiros libres que había intentado.

El Fuenlabrada se refugió en una zona 2-3 y consiguió atascar fugazmente la ofensiva bilbaina, pero Reyes, con dos triples, se encargó de fundirla. Marc García, acertadísimo, intentó mantener a los suyos en partido, pero Quintana, visiblemente enfadado, tuvo que parar el duelo a 6:27 del descanso con el 26-33. Pero a los de Ponsarnau volvió a faltarles colmillo. Con tres balones seguidos perdidos y otro tiro libre fallado, los locales encontraron un ecosistema ideal para no caerse del alambre, adelantando además líneas en retaguardia. Así, con el Surne Bilbao Basket totalmente desdibujado en ambos aros, a los madrileños no le costó demasiado esfuerzo recuperar un control del marcador (39-38) que no tenían desde el 1-0. El empate a 39 puntos en el ecuador de la contienda reflejaba lo muchísimo que tenía que mejorar el conjunto vizcaino si quería llevarse la victoria.

EL DESPLOME

En la reanudación, el conjunto vizcaino arrancó con otras dos pérdidas y una bandeja totalmente solo fallada por Smith y el Fuenlabrada consiguió impulsarse hasta el 44-39. Y lo peor estaba por llegar. No hubo ni atisbo de reacción por parte de un Bilbao Basket negado, absolutamente desatinado en ataque y con muy poca actividad en retaguardia. Con Prince Ali jugando a placer y una jugada de cinco puntos tras una antideportiva señalada a Hakanson, el 58-44 a 2:30 del final era bochornoso. Sulejmanovic y el base sueco intentaron devolver a los visitantes al buen camino, pero el 60-49 a diez minutos del final seguía siendo un castigo merecido y un resultado que dejaba el partido muy encarrilado para los anfitriones.

La desventaja de los de Ponsarnau llegó hasta el 67-49 antes de que los triples de Reyes maquillaran un marcador adverso que pudo ser escandaloso. Los hombres de negro siguen inoperantes a domicilio y desaprovechando oportunidades como la de ayer regresar a Europa el curso que viene se convierte en misión muy difícil.