Atendiendo a lo acontecido el domingo en Gran Canaria, el parón competitivo de febrero ha debilitado al Surne Bilbao Basket. En lugar de servirle para reparar cuerpos y mentes, ha aumentado las incógnitas y las idas y venidas a la enfermería. Si la larga baja de Jeff Withey, su gran bastión interior, suponía ya un enorme problema -su sustituto, Georgios Tsalmpouris es otro perfil de jugador-, la ausencia en ese choque de Denzel Andersson por problemas de espalda y el fortísimo golpe en la rodilla sufrido por Nikola Radicevic en el tercer cuarto debilitan hasta el límite un andamiaje al que ni con todos sus componentes en perfecto estado de revista le sobra nada. Y en esas circunstancias llega este martes (20.00 horas) al Bilbao Arena el Lenovo Tenerife, el gran ogro de la Basketball Champions League, en una cita en la que los anfitriones, con balance de 1-2, necesitan la victoria para seguir aspirando a pasar de ronda y los insulares, 3-0, quieren ganar para asegurarse matemáticamente el avance a la siguiente fase.

El parte médico que se maneja a día de hoy en la entidad de Miribilla es llamativo. El base serbio sufre “una fuerte contusión y edema óseo a nivel antero-lateral del condilo femoral interno de la rodilla izquierda”, lo que al menos descarta una lesión grave, mientras que el ala-pívot sueco sigue con su “lumbalgia aguda” a la espera de los resultados de la resonancia magnética a la que se sometió ayer. Ambos son duda para este choque, pero los problemas no se detienen ahí. Ludde Hakanson está en fase de recuperación de sus problemas en el aductor izquierdo que le obligaron a jugar con molestias el domingo y Agustín Ubal intenta dejar atrás una “distensión en el gemelo izquierdo”. 

En el encuentro que convertirá a Txus Vidorreta en el primer entrenador centenario de la BCL (75 victorias, 23 derrotas y en empate) y en el escenario en el que su rival ganó el título el pasado curso, el conjunto vizcaino afronta un examen de una exigencia enorme, prácticamente inabordable si no mejora mucho el rendimiento ofrecido en Gran Canaria. Y es que el Tenerife tiene un armamento tan variado como letal -conexión entre Marcelinho Huertas y Giorgi Shermadini, triplistas fiables, la suma de un físico diferencial como el de Leandro Bolmaro...-, por lo que el paso al frente en retaguardia debe ser considerable para poder competir, pues el arsenal ofensivo de los hombres de negro no pasa por su mejor momento.

UN MOMENTO DIFÍCIL

“Sabemos que por momentos nuestro nivel competitivo fue muy malo (el domingo). Lo lamentamos y nos lo reprochamos sin excusas. De lo que pusimos, Gran Canaria puso más. Además de calidad, encontró la forma para que su energía se notase más en la lucha y en el cuerpo a cuerpo. No nos lo podemos permitir y lo sabemos. Esa es la reflexión más importante y creo que el equipo ha respondido muy bien. Aún somos una incógnita en cuanto a adaptar toda esta realidad, pero estoy convencido de que con el apoyo de Miribilla vamos a dar nuestro máximo”, apuntó este lunes Jaume Ponsarnau.

Además, el técnico catalán añadió que “ahora estamos en un momento difícil. Tenemos demasiados jugadores que no están al 100% en cuanto a físico y eso se nos nota demasiado a la hora de competir a este nivel. Hemos tenido la mala suerte de que se nos hayan encadenado muchas de estas lesiones en las mismas posiciones y hemos tenido que cambiar los roles. No está Withey, que es el jugador con el impacto más importante del equipo a nivel estadístico, estamos adaptando a un jugador nuevo como Georgios y también a otros. La verdad es que estamos necesitados. Lo bueno de todo es que jugamos en Miribilla y sabemos que nuestro público nos va a ayudar a llegar a nuestro límite. No sé cuál puede ser, pero nos ayudará a encontrarlo. Les necesitamos más que nunca”.