El Surne Bilbao Basket hizo ayer sábado gala de notables dosis de solvencia, fiabilidad e incluso autoridad para fulminar la resistencia del Baxi Manresa (76-86) y sumar su séptima victoria en doce jornadas disputadas de Liga Endesa, un balance que tiene una fantástica doble lectura. La terrenal, la que pone sobre la mesa que el hueco fabricado con respecto a la zona de descenso es cada vez mayor (cinco triunfos a día de hoy) y la que remite a metas que ni siquiera aparecían en el horizonte cuando arrancó el curso: la posibilidad de colarse en la Copa no es imposible. Ilusionarse con poder aspirar a ese tipo de conquistas no hace daño y aporta alegría al día a día de los equipos modestos.

Sobre todo porque el conjunto vizcaino se está ganando con su rendimiento que se pueda confiar en él. Se repuso al resbalón de la pasada jornada en Miribilla contra el Monbus Obradoiro con un tremendo sopapo a domicilio al Bahcesehir en la BCL y en Manresa tuvo fuerzas, tanto físicas como mentales, para hacerse valer en un escenario nunca sencillo como el Nou Congost y ante un rival que se juega la vida en este tipo de duelos. Los de Jaume Ponsarnau dominaron el partido de principio a fin, sin matices. Mandaron en el marcador durante 39 minutos y medio y no permitieron ninguna renta a los anfitriones.

Cogieron vuelo en el segundo acto con ventajas que llegaron hasta los 15 puntos (35-50) y tras el descanso supieron sofocar los intentos de los de Pedro Martínez de revolucionar todavía más la contienda. El 68-72 a cinco minutos del final amagó con un desenlace taquicárdico, pero los visitantes respondieron con un 3-10 para dibujar un 71-82 que no tuvo vuelta atrás. En esos minutos de la verdad tuvo enorme incidencia un gran Adam Smith a la hora de atraer la atención de la retaguardia rival para habilitar en las distancias cortas a Jeff Withey y Emir Sulejmanovic, perfectos ejecutores.

Tenía Ponsarnau claro que el ritmo de partido iba a ser vital para poder competir y los suyos trabajaron a destajo para que la efervescencia del rival no se les fuera de las manos. El Manresa tuvo en el triple su principal arma de resistencia, pero su nivel de acierto se desplomó en el último cuarto, con un 1 de 7 cuando hasta entonces amenazaba con un peligroso 10 de 24. Por contra, los hombres de negro jugaron cómodos en las distancias medias y cortas. Abrumaron a su rival en lo referente a puntos en la pintura (46-28) conectando bien entre interiores (13 puntos de Withey y 9 de Sule) y con los exteriores encontrando pasillos para acabar en bandejas o con cómodos tiros (16 puntos de Smith, 14 de Ludde Hakanson y 12 de Nikola Radicevic).

Buen arranque

El arranque de la contienda dejó clara la apuesta de ambos equipos por imponer ritmos de juego opuestos. Pese a los puntos de Frankie Ferrari y al buen hacer del debutante Martinas Geben, fueron los de Ponsarnau los que se hicieron con el control del luminoso al encontrar variadas formas de anotar. Sin embargo, el 14-21 no hizo demasiado daño a los anfitriones, que encontraron refugio en los triples de Guillem Jou y Brancou Badio para cerrar el primer acto sin despegarse en el marcador (22-24).

Con su defensa fugazmente revitalizada, el Manresa no tardó en equilibrar el duelo (28-28), pero los hombres de negro no rehuyeron el nivel de intensidad y efervescencia y con Smith activando su muñeca y Hakanson acertando a la hora de explotar la flojera atrás de Ferrari volvieron a estirarse hasta el 28-38 a menos de seis minutos del descanso. El conjunto vizcaino estaba perfectamente asentado en cancha. El 38-50 en el ecuador de la contienda tras un triple de Dani Pérez sonaba de maravilla. Mientras el Manresa se mantenía sobre el alambre con su 5 de 10 desde la larga distancia, al Bilbao Basket le impulsaba su magnífico 15 de 24 (62%) en tiros de dos.

Resistencia

En la reanudación, el peligro radicó en que Jerrick Harding y sobre todo un Adam Waczynski desaparecido hasta entonces amenazaron con aparecer en escena. Con dos dianas de cada uno, el 55-63 con cinco minutos de tercer cuarto disputados mantenía en partido a los de Pedro Martínez. Y las cosas se complicaron un poco más cuando, con la segunda unidad en pista, el juego bilbaino se descontroló en exceso, cometiendo demasiados errores, perdiendo balones y facilitando las intenciones manresanas de rebelión y el 64-70 a diez minutos del final dejaba muy viva la resolución de la cita.

El flujo anotador de los visitantes se quedó reducido a dos tiros libres en los primeros cinco minutos del acto final. Tampoco estuvo mucho más acertado su rival, pero sí lo suficiente para amenazar con el 68-72. Paró el partido Ponsarnau y sus pupilos recuperaron el aplomo perdido. Un minuto después era Pedro Martínez el que llamaba a capítulo a los suyos con el 68-76 tras dos canastas de Withey y Sule, con Smith distribuyendo bola, que valieron su peso en oro. Dos tiros libres del pívot estadounidense recuperaron la renta de dobles dígitos (68-78), entre Hakanson y el propio Smith la elevaron hasta el 71-82 a tres minutos de la conclusión y el Manresa ya no tuvo argumentos para derribar la solvencia de un rival al alza.