Cuando en 2019 Ethan Happ terminó su brillante carrera de cuatro cursos en la NCAA con los Wisconsin Badgers, parecía llamado a arrancar un nuevo periplo estable y exitoso en el baloncesto europeo. Las puertas de la NBA se le cerraron al no ser elegido en el draft de aquel año. Sus números como senior fueron notables (17,9 puntos y 10,3 rebotes), pero su falta de explosividad y atleticismo, además de su floja muñeca desde la media y larga distancia, le alejaron de la mejor competición del planeta. Sin embargo, sus 2,08 metros de altura, gran capacidad reboteadora, habilidad para desenvolverse cerca del aro y buena visión de juego le convertían en un jugador interesante al otro lado del charco.

De hecho, su puerta de entrada fue inmejorable, al firmar un contrato de dos temporadas con el Olympiacos. Sin embargo, solo disputó un encuentro (ocho segundos) con el gigante griego. Desde entonces ha pasado por tres equipos italianos (Cremona, Fortitudo Bolonia y Dinamo Sassari) y uno alemán (Ludwigsburg) antes de recalar el pasado verano en el Río Breogán, con el que recibirá hoy, algo mermado de facultades físicas según su técnico, Veljko Mrsic, al Surne Bilbao Basket. A sus 26 años, Happ busca aún su sitio en el baloncesto europeo y espera que su paso por el conjunto gallego impulse su carrera. Otro espaldarazo lo recibirá cuando deje de ocupar plaza de extracomunitario, ya que ha sido convocado por Macedonia del Norte para disputar las ventanas FIBA de noviembre y pasará a tener pasaporte de ese país.

Nacido en Milan, una pequeña localidad de poco más de cinco mil habitantes de Illinois, Happ llegó a la Universidad de Wisconsin sin acaparar grandes titulares. No jugó en su primer año, pero en los cuatro siguientes se convirtió en el gran referente del equipo, disputando 133 duelos y todos ellos como titular. En su primer curso ya fue elegido mejor debutante de la potente conferencia Big Ten (12,4 puntos y 7,9 rebotes) y en los tres siguientes entró en el mejor quinteto, recibiendo además distinciones defensivas. Ni sus notables estadísticas ni los galardones (segundo equipo All American en 2019) le sirvieron para entrar en el draft. Estaba preparado para disputar las Ligas de Verano con los Chicago Bulls, pero cuando Olympiacos le abrió las puertas de Europa no dudó a la hora de dar el salto.

Sin embargo, semanas después de arrancar el ejercicio 2019-20 el equipo griego decidió cederle al Vanoli Cremona. Su rendimiento fue magnífico (18,3 puntos, 9,3 rebotes y 2,5 asistencias), pero la irrupción de la pandemia del covid acabó con su temporada en marzo. El siguiente verano Olympiacos cortó su contrato y firmó con la Fortitudo Bolonia (se midió al Bilbao Basket en la BCL) y sus 13,7 puntos y 8,7 asistencias le sirvieron para recalar en enero de 2021 en el Dinamo Sassari, donde tuvo menos protagonismo. El pasado curso militó en el Ludwigsburg (9,5 puntos y 5,6 rebotes), alcanzando la Final Four de Bilbao de la BCL y ahora prueba fortuna en el Breogán. Arrancó muy fuerte (19 puntos, 11 rebotes y 33 de valoración contra el Murcia), pero sus números han ido a menos.