Tres encuentros suponen una muestra demasiado escasa para analizar las líneas maestras de un equipo, más si son parte del arranque de un nuevo curso y, además, se han disputado en un brevísimo plazo de cinco días. Sin embargo, sí que pueden dar unas primeras pistas sobre el funcionamiento de un grupo humano, dónde se encuentra actualmente y hacia dónde se encamina. De momento, el Surne Bilbao Basket ha resuelto con matrícula de honor el atropellado descorche de ejercicio que le deparaba el calendario, solo conoce el dulce sabor de la victoria y se comporta como un grupo humano que tiene entre sus virtudes más marcadas el cuidado del balón y su capacidad para crecer y mejorar durante los encuentros, al tiempo que presenta un lunar en la faceta reboteadora.

El propio Jaume Ponsarnau ha destacado el buen rendimiento del equipo hasta el momento, pero ha recalcado que el margen de mejora, y la predisposición de sus jugadores para trabajar para conseguirlo, son todavía grandes. Y con el zurrón lleno de victorias el punto de partida para recorrer ese camino es magnífico.

En las dos victorias a domicilio, en Badalona y Praga, y en la cosechada en Miribilla frente al Betis se han visto versiones distintas del Surne Bilbao Basket, pero también varios denominadores comunes. A falta de apretar clavijas en su engranaje ofensivo después de una pretemporada complicada por la acumulación de ausencias por lesiones, el conjunto vizcaino está basando su éxito en un extremo cuidado del balón. En ninguno de los tres duelos disputados ha superado la decena de bolas perdidas -diez frente al Betis, ocho contra el Nymburk y cinco ante el Joventut- y en Liga Endesa es líder destacado en esta estadística -el siguiente equipo, el Fuenlabrada, pierde cinco balones de media más, 12,5 por cita-.

También lidera con autoridad el epígrafe estadístico de asistencias por pérdida (2,2, el siguiente es el Real Madrid con 1,4) y en todo ello tiene incidencia directa el hecho de que el conjunto vizcaino, sin renunciar a correr cuando tiene oportunidad, es hasta el momento el segundo con menor ritmo de juego en la competición doméstica, con 73,5 posesiones de media cada 40 minutos.

Además, los números reflejan también su capacidad para mejorar su rendimiento según avanzan los encuentros. El pasado martes en tierras checas, tras una floja puesta en escena, resolvieron la papeleta con un contundente 21-38 tras el descanso. En el debut competitivo contra el Joventut, decantaron el partido a su favor merced a un 13-20 en el último cuarto, al que llegaron con un 63-61 adverso, mientras que contra el Betis el 27-18 en los diez minutos finales fue también inapelable para poner la guinda a una cita que tenían ya a su favor (58-52) pero a la que todavía no le habían puesto el lazo.

Problemas en el rebote

Por contra, si hay una faceta del juego en la que existe margen y necesidad de mejora es en el rebote. El conjunto vizcaino ha perdido esa batalla en los tres duelos disputados hasta el momento (39-30 con el Joventut, 43-37 con el Betis y 41-35 con el Nymburk) y en todos ellos ha visto cómo el rival capturaba hasta 14 rebotes ofensivos, cifra que conviene recortar. En los dos encuentros disputados de Liga Endesa, la estadística avanzada dicta que es el segundo equipo de la competición que menos rebotes captura de los que se producen en su propio aro (62%).

Jugando a ritmo reposado y cuidando muy bien del balón, el Surne Bilbao Basket ha conseguido en este amanecer de campaña que su eficiencia ofensiva sea la sexta mejor de la Liga Endesa (112,9 puntos por cada 100 posesiones), mientras que su esfuerzo colectivo en retaguardia le eleva al tercer puesto en el ranking defensivo (100,3). La temporada no ha hecho más que comenzar, pero las primeras constantes vitales de los hombres de negro invitan al optimismo.

Vuelo perdido en el regreso a Bilbao

Si en el viaje de ida a Praga para estrenarse en la Basketball Champions League la incidencia residió en la tardía llegada del equipaje con las equipaciones de juego y entrenamiento, en el regreso a Bilbao los hombres de negro han perdido este miércoles la conexión del vuelo en Múnich, lo que ha añadido a su primer viaje continental más horas de aeropuerto. Los jugadores han intentado descansar tras la acumulación de partidos, mientras que el cuerpo técnico ha aprovechado para preparar el partido del próximo domingo frente al Valencia Basket.

El cuerpo técnico, trabajando en el aeropuerto. Bilbao Basket