El Surne Bilbao Basket se ha puesto este miércoles el traje de domingo, el de gala, el que se luce solo en las grandes ocasiones, para firmar otra de esas actuaciones que se almacenan en el cajón de los recuerdos. El conjunto vizcaino, en un brillante partido rebosante de esfuerzo defensivo, ha hurgado en la herida del Real Madrid (79-67), propinándole un duro correctivo, mirándole de tú a tú. Sin complejos. Su demostración de energía, de trabajo, de fe y de buen baloncesto ha sido enorme y a los blancos, perdidos en su laberinto de dudas, solo les ha quedado la rebeldía de Sergio Llull, insuficiente armamento ante un rival bilbaino en el que ha lucido desde el primer jugador hasta el último.

Ese ha sido, precisamente, el gran argumento de los de Álex Mumbrú para viajar hasta la victoria. Si Damien Inglis, Andrew Goudelock, Gytis Masiulis y Jonathan Rousselle han puesto los puntos, el resto, liderado por Jeff Withey, se ha encargado de la intendencia, de cerrar el aro bilbaino a cal y canto, ya los de Pablo Laso, que han jugado a rachas, inconexos e incómodos, se les ha hecho de noche en más de una ocasión hasta que no han tenido más remedio que mostrar bandera blanca.

BUEN ARRANQUE

El partido arrancó con un mate y un triple de Masiulis, los blancos respondieron desde la línea de 6,75 aprovechando que la defensa de los 'hombres de negro' se cerraba en su 'pintura', pero el intento de fuga de los de Laso (5-9) no tuvo continuidad. La firme retaguardia de los anfitriones y la conexión entre Delgado e Inglis hizo posible un parcial de 9-0 y fue el entrenador madridista el que tuvo que parar el partido con el 17-11. El gasteiztarra activó a Llull y los puntos del balear hicieron posible que la brecha no fuera a más, aunque la hiperactividad de Inglis permitió que fueran los 'hombres de negro' los que cerraran en ventaja (22-18) los diez primeros minutos.

Sumando puntos desde todas las posiciones, el Surne Bilbao Basket estiró su renta hasta un más que interesante 31-20 a siete minutos del descanso, pero al Real Madrid no le entraron dudas. Llull y Randolph, dos piezas acostumbradas a brillar con luz propia en el Bilbao Arena, cogieron las riendas de la embarcación blanca y con ocho puntos del balear y tres del estadounidense igualaron la contienda a 31 puntos justo en el momento en el que la acción llegó al minuto 15, el del homenaje a Mumbrú con todo el público aplaudiendo puesto en pie. Dos tiros libres de Walker cortaron el parcial de 0-13, pero a los anfitriones les empezaba a costar encontrar las debilidades de la retaguardia de Laso, mucho mejor armada. Delgado falló una y otra vez en el cuerpo a cuerpo contra Tavares, Causeur comenzó a encontrar camino asfaltado hacia el aro bilbaino y las constantes vitales del duelo sufrieron un vuelco momentáneo (35-39), pero al conjunto vizcaino no solo no le temblaron las piernas, sino que entre Inglis, Hakanson y sobre todo Goudelock, con un robo y un triple sobre la bocina, le dieron la vuelta a la tortilla para que al ecuador de la contienda se llegara con un esperanzador 45-41.

BRUTAL ESFUERZO

En la reanudación, Laso apostó por hacer coincidir en cancha a Tavares y Poirier. La respuesta de los de Mumbrú fue activarse en defensa, robar bolas y salir al galope. Y le salió perfecto. Entre Goudelock y un fantástico Masiulis colocaron el 52-42. Y llegó el triple de Walker tras otro robo. Y la 'bombita' de Rousselle. ¡Y otro triple del base galo! El 60-42 era un tesoro de valor incalculable, fabricado mediante un parcial de 15-1 fruto de un baloncesto de elevadísimos quilates en ambas canastas. Los de Laso, tambaleantes, se alimentaron de los tiros libres debido a que su primera canasta en juego tardó casi ocho minutos en llegar. Los visitantes se la jugaron con una zona que se les atragantó a los de Mumbrú y los árbitros quisieron su parcela de protagonismo con una rigurosísima antideportiva señalada a Delgado en la pugna por un rebote. En esas circunstancias, el Madrid encontró el hilo para agarrarse al partido y un triple sobre la bocina de final de cuarto colocó un inquietante 60-55 a diez minutos del final.

Con la grada visiblemente molesta por lo que veía en cancha, el Surne Bilbao Basket resistió a la tentación de dejarse llevar por la temperatura de ebullición del choque y le imprimió lo que hacía falta: pulso, criterio y sobre todo trabajo defensivo a destajo. Inglis y Walker volvieron a elevar la renta a los dobles dígitos y en el momento en el que Withey impuso su ley en su canasta y además empezó a anotar en la contrario el choque saltó por los aires. El 75-61 a cinco minutos del final fue ya inapelable. Llull intentó la heroica, pero le faltaba aire en los pulmones y el final del duelo fue un homenaje mutuo entre equipo y grada, otra jornada para el recuerdo con el perfecto colofón de la retirada del número 15 de Mumbrú.