O es suficiente con estar agarrado al partido, con ofrecer una buena imagen en los partidos fuera de Miribilla porque al Surne Bilbao Basket, de hecho es el único que aún no lo ha hecho e iguala así el peor inicio de su historia en la Liga Endesa. Y para ganar a los hombres de negro les falta ser menos generosos cuando el viento sopla a su favor y tomar mejores decisiones en las posesiones propias y ajenas que marcan las diferencias. El de ayer domingo en Murcia fue el tercer partido en el que el Bilbao Basket llegaba casi al último minuto con opciones de vencer, pero no las aprovechaba en circunstancias similares. En Badalona, con dos abajo, Bigote perdió un balón y después Parra sentenció con un triple desde la esquina. En Tenerife, con cinco abajo, Miniotas falló dos tiros libres y Salin mató el partido con otro triple. Y en Murcia, con dos abajo, Delgado erró sus dos tiros desde la línea, Goudelock después un triple y Taylor no perdonó también desde 6,75 metros a 40 segundos del final.

Son desenlaces casi calcados, aún no a favor del equipo de Álex Mumbrú, que está dejando puertas abiertas por las que se le han colado hasta ahora todos los rivales. En la suma de detalles que se acumulan en un partido de baloncesto y a la velocidad que suelen hacerlo, la cuenta está saliendo tan negativa que, si no cambia pronto esta dinámica, puede empezar a dar motivos para la preocupación, si es que esta no se ha instalado ya entre los seguidores del Bilbao Basket. Los dos próximos choques han tomado así mucha trascendencia y van a tomar la medida definitiva al equipo al cargar con una presión que, aún siendo tempranera, le va a obligar a transformar esa mejoría en el juego en victorias.

Para ello va a tener que ser mucho más preciso, jugar con más determinación y claridad cuando los partidos toman temperatura. Ayer domingo la cosa empezó torcida porque el Bilbao Basket dejó demasiado sueltos a los exteriores del UCAM Murcia, que además arrancaron el duelo con gran acierto y acabaron casi a ritmo de punto por minuto. Así, Sito Alonso siempre tuvo en el campo un par de amenazas desde el perímetro, pero los bilbainos se las arreglaron para reconducir la situación después de que Mumbrú volviera a activar distintas alternativas en sus quintetos y pese a sus once pérdidas de balón al descanso.

Los mejores minutos del Bilbao Basket llegaron tras el descanso gracias a una buena defensa y un ataque con criterio de los que salieron un parcial de 0-9 a su favor y con los locales metidos en cuatro faltas. Los vizcainos sumaron seis tiros libres consecutivos para ponerse por delante, pero no supieron manejar esa situación favorable ni ampliar su ventaja en el tramo final del tercer cuarto, Rousselle se jugó dos triples sin buscar mejores opciones y los murcianos recuperaron el hilo. Aparecieron McFadden, al que su equipo buscó una y otra vez, y un inesperado y afortunado Czerapowicz para aprovechar los desajustes de la defensa bilbaina.

Aún así, el Bilbao Basket volvió a ganarse opciones en un tramo en el que Goudelock y Bigote respondieron a los aciertos del Murcia. Pero a 2.22 del final y de nuevo con ventaja bilbaina, Radovic metió un triple, quizás fuera de guion, desde la esquina contra la zona en la que faltó un mayor esfuerzo defensivo porque apenas quedaban dos segundos de posesión. Y en el triple decisivo de Taylor, el balón le llegó al estadounidense desde el poste bajo de Lima, un jugador con el 27% en tiros libres al que nadie juzgó oportuno hacerle falta para llevarle a la línea de 4,60 y forzar sus posibles errores.

A fuerza de derrotas, el Surne Bilbao Basket, los jugadores que ya estaban y los que han llegado nuevos, deben aprender que el que perdona, lo paga en una competición del más alto nivel. La clasificación todavía no ahoga, pero empieza a apretar y toca afilar los colmillos, recuperar el instinto ganador al calor de Miribilla. Cuanto antes, mejor.

El Bilbao Basket está dejando demasiadas puertas abiertas por las que hasta ahora se le han colado todos los rivales

Los finales de los tres partidos fuera de casa han sido casi calcados y han acabado resueltos por un fallo propio y un acierto ajeno