El Bilbao Basket encontró el domingo en Fuenlabrada el oxígeno y la energía que su necesitado cuerpo y espíritu tanto necesitaban. No debió ser nada agradable habitar la semana pasada en los cuerpos de los hombres de negro, tocados en el alma por la indigesta derrota sufrida en Zaragoza. Tampoco debió ser nada fácil comparecer en la cancha de un rival directo con esa inquietante sombra instalada en la mente y con la pesada mochila de las derrotas cada vez más cargada. Pero el conjunto vizcaino tuvo la entereza necesaria para sacar adelante un partido de altísima exigencia por lo mucho, muchísimo, que había en juego. Todo lo que sea sumar es pura vida para los de Álex Mumbrú, pero si encima conlleva impedir que cojan vuelo conjuntos que revolotean por la zona baja de la tabla, es pura vida al cuadrado.

No fue el del domingo, ni mucho menos, un partido de altos porcentajes ni grandes guarismos, sino un duelo sacado adelante desde las trincheras, picando piedra. Los visitantes sufrieron durante muchos minutos sus malos porcentajes en los lanzamientos desde la larga distancia y, sobre todo, sus problemas para cerrar el rebote ofensivo (concedieron 19). Defensas muy meritorias se iban por el desagüe porque los de Javi Juárez conseguían una, dos o incluso tres capturas en el aro bilbaino. Pero los de Mumbrú supieron resistir esos momentos adversos sin perder pie en el marcador para hacer valer su mayor aplomo en un final muy ajustado. Fue muy importante que fueran los hombres de negro los que iban siempre por delante, aunque las rentas fueran mínimas, y que fuese el Fuenlabrada el que sintiera la necesidad de tener que dar caza a su rival.

En ese duelo a cara de perro en los tres minutos finales, a los que se llegó con empate a 64, los bilbainos acabaron triunfantes porque estuvieron más enteros y su defensa, al igual que a lo largo de toda la contienda, aisló del juego a Melo Trimble, máximo anotador de la ACB que el domingo se quedó en siete puntos. Jonathan Rousselle metió un triple vital y Christian Eyenga y Obi Emegano, los anfitriones más entonados durante la cita, se dejaron por el camino un tiro libre cada uno, mientras que el base francés, Jaroslaw Zyskowski y Regimantas Miniotas anotaron los suyos, siendo los del lituano el premio a un balón robado por él mismo a 21 segundos del final con 68-72 en el luminoso que fue oro puro. Miniotas, efectivo jugando de pívot en los compases de la verdad, volvió a ser uno de los referentes de los de Mumbrú con 13 puntos, con buenos momentos también de Zyskowski, máximo anotador de su equipo con 17, y un John Jenkins que en su estreno dejó claro a lo que ha venido a Bilbao: a tirar y a aportar ese toque de calidad individual que el grupo tanto necesitaba. Hasta once veces se levantó desde la línea de 6,75, anotando cuatro triples, tres de ellos en una magnífica racha en el tercer cuarto que evitó que el Fuenlabrada se escapara en el marcador

De menos a más

No empezó nada bien el partido para el Bilbao Basket, que en los dos minutos inaugurales falló dos triples sin ninguna oposición y recibió otros tantos tapones al intentar finalizar debajo del aro. El Fuenlabrada aprovechó para marcharse hasta el 7-0, pero esta vez los de Mumbrú no se desconectaron. Zyskowski ejerció de despertador ofensivo y ocho puntos suyos lideraron un parcial de 0-10 que colocó a los suyos en ventaja. Los malos porcentajes pesaban en el juego de los vizcainos, pero su trabajo en el rebote ofensivo compensaba esa tara. Sin embargo, no tardaron en recuperarse los anfitriones, que con la entrada en pista de Emegano no solo terminaron en ventaja el primer cuarto (14-13) sino que poco a poco insuflaron al partido el ritmo que más les convenía. Con Brown exprimido al tener que dar descanso a Rousselle y el recién llegado Jenkins fallando sus cuatro tiros en su primer relevo, al Bilbao Basket le faltaban puntos. Tampoco les sobraban a los de Juárez, pero su crecimiento en el rebote ofensivo, su capacidad para finalizar cerca del aro bilbaino y la intimidación de Kyle Alexander les permitía mandar. El 23-17 a 6:46 del descanso dejaba clara la escasa fluidez del duelo, con los visitantes anotando solo un triple en sus primeros trece lanzamientos. El Fuenlabrada echaba de menos la aportación de Trimble, sin puntos en los dos primeros cuartos, el Bilbao Basket agradecía un pequeño chispazo de Arnoldas Kulboka porque Rousselle y Brown se combinaban para un cero de diez en tiros de campo y el 34-30 en el ecuador de la contienda dejaba absolutamente todo en el aire.

En la reanudación, Miniotas dio la vuelta al marcador, Trimble amagó con despertar con un afortunado triple a tabla y Jenkins, con tres misiles de larga distancia seguidos, y Eyenga, con ocho puntos en un abrir y cerrar de ojos, se enfrentaron en un duelo anotador de alto voltaje. El Fuenlabrada amagó con coger distancia (48-43), pero al Bilbao Basket no le tembló el pulso para encadenar un parcial de 2-10 y llegar en ventaja a los diez minutos finales (53-55). Los de Mumbrú realizaban un notable trabajo defensivo, pero los rebotes ofensivos daban demasiada vida al rival. Un 57-62 amagó con un final desahogado, pero el Fuenlabrada se revolvió. Eso sí, cuando hubo que tirar de aplomo fueron los hombres de negro los que hicieron gala de tener la mirada más afilada. En los tres minutos finales supieron hacerse valer, enredaron al Fuenlabrada en una serie de situaciones totalmente incómodas (solo logró una canasta de juego, firmada por Alexander al límite de una posesión) para sus intereses y en ataque tiraron de pulso desde la línea de castigo para sumar un triunfo de oro.

Dos más uno

1Trabajo.

Entre Rousselle y Brown consiguieron desconectar del partido a Trimble. El máximo anotador de la ACB se quedó en solo siete puntos.

2Miniotas.

Resolutivo e inteligente en ataque (13 puntos), jugó de pívot los minutos finales y firmó un robo de balón vital a 21 segundos de la última bocina.

3Aminu.

El pívot nigeriano, último fichaje de los 'hombres de negro', siguió el partido desde la grada. Se espera que debute el miércoles.