La Liga Endesa que comienza este fin de semana se enfrenta a una temporada que puede marcar su futuro. El nuevo marco televisivo, con la oferta de baloncesto atomizada en distintos operadores y un acuerdo con Dazn para los próximos cinco años, le obliga a encontrar la manera de hacerse atractiva, justo además tras el verano en el que la selección española dejó la mayor decepción de este siglo. Es evidente que la competición necesita nuevos referentes, refrescar su imagen, pero la marcha de muchos jóvenes talentos a Estados Unidos no lo va a poner fácil. Por eso, el hecho de que Sergio De Larrea ‘Larry’, que ya dio muestras de su calidad en el Eurobasket, fuera elegido jugador más valioso de la Supercopa podría entenderse como un paso adelante, un soplo de aire fresco, si no fuera porque el base del Valencia Basket va a ser de los pocos jóvenes con verdadero protagonismo en sus equipos. Muchos de los campeones del mundo U19 de hace un par de veranos se han ido o siguen sin gozar de la confianza de sus entrenadores, amarrados al resultado, y no terminan de romper como se esperaba de ellos.

Sergio De Larrea, con sus trofeos de campeón de la Supercopa Pedro Salado

Por esta razón, la ACB y sus seguidores se ilusionaron con el regreso de Ricky Rubio por lo que supone en tanto que ser humano y porque ofrece otro banderín de enganche a la competición y a la generación que tantas glorias dio, apenas representada por el base del Joventut y por Sergi Llull, que va a cumplir su vigésimoprimera temporada en la competición. Marcelinho Huertas, Shermadini, Campazzo, Tavares, Shengelia, repatriado con 34 años como cupo de formación, Dubljevic y algunos más serán veteranos con peso y galones en una competición que ha incorporado varios debutantes interesantes como Will Clyburn, Trey Lyles, Chuma Okeke, Hamidou Diallo, Chris Duarte, Jhyvvan Jackson, Justin Jaworski u Omari Moore y que quiere encontrar la calidad desde la cantidad.

Once de los dieciocho clubes de la Liga Endesa han inscrito a más de los doce jugadores que componen el acta en cada partido, sin contar con los jóvenes canteranos que puedan aparecer en caso de necesidad. La palma se la lleva el Valencia Basket, que cuenta con diecisiete jugadores para manejar los esfuerzos de la competición local y la Euroliga. Las plantillas largas, incluso en equipos que no las necesitarían en otras circunstancias, han llegado para quedarse, sobre todo si se impone en la mayoría de los equipos un alto ritmo de juego que demanda piernas frescas y ideas claras para ejecutarlo. No es casualidad que los cuatro técnicos debutantes defiendan este estilo que ha triunfado en algunas plazas modestas de Europa. El Bilbao Basket quiere sumarse a ese deseo de acelerar el ritmo y eso debe llevar a Jaume Ponsarnau a utilizar más jugadores de manera habitual en una rotación que cuenta con varios hombres que debutan en la Liga Endesa y pueden pagar ciertos peajes que limiten su participación.

Partidos de rachas

El rebote ofensivo y el triple volverán a ser recursos tácticos muy explotados, tanto como buscar ventajas en los primeros segundos de posesión. Eso va a convertir los partidos, a decir de muchos entrenadores, en una sucesión de rachas buenas o malas que pondrán de los nervios a los puristas, pero también deben servir para acercarse al público menos exigente, a aquel que se quiere recuperar con los partidos en abierto y un juego más atractivo para que los aficionados encuentren algo más que highlights.

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La mejoría de las plantillas es algo general, pero las jerarquías siguen muy marcadas y será complicado que los puestos de Copa y de play-off sean muy diferentes a los de los últimos años. Fuera de esos ocho, la igualdad es grande y conviene situarse pronto en una zona tranquila para no pasar apuros, que es el principal objetivo de todos. Como en las temporadas recientes, doce equipos competirán en Europa y eso puede marcar estados de forma y dinámicas de resultados y convocar al riesgo de lesiones en un calendario saturado, también en fechas navideñas, que de nuevo se interrumpirá en noviembre y febrero para hacer hueco a las ventanas FIBA.

La Liga Endesa, consolidada como la mejor competición doméstica de Europa, abre una nueva era en la que aún no puede abordar un relevo generacional claro, pero tampoco convendría que quedara anclada en el pasado. Es un producto deportivo atractivo, pero la incógnita es saber si los aficionados al baloncesto se van a asomar a esas pequeñas ventanas en abierto que se van a abrir a través de Dazn y algunas televisiones autonómicas. Porque quizás si no es ahora ya no lo sea nunca.