La NBA arrancará un nuevo ejercicio esta próxima madrugada con su corona reposando en manos de la franquicia que más veces, 18, la ha tenido en su poder a lo largo de su historia, unos Boston Celtics que el pasado ejercicio, por fin, triunfaron con ese proyecto liderado por Jayson Tatum y Jaylen Brown que acumulaba ya muchos disparos al palo en los cursos anteriores, con cuatro derrotas en finales de conferencia y otra en el escalón final de la lucha por el anillo entre 2017 y 2023. Pero el magnífico trabajo realizado el verano del año pasado en el mercado, con las llegadas de dos jugadores importantísimos como Jrue Holiday y Kristaps Porzingis, permitió a los de Massachusetts acabar de dar forma a una estructura extraordinaria, dictatorial tanto en ataque como en defensa que levantó al cielo el trofeo Larry O’Brien tras batir en la final por 4-1 a los Dallas Mavericks de Luka Doncic, el punto culminante de un equipo que con 64 victorias fue el mejor de toda la NBA en temporada regular y que durante los play-offs únicamente perdió tres partidos.

Y los Celtics vuelven a partir desde la pole position de aspirantes esta nueva temporada porque han hecho lo que hay que hacer cuando algo funciona: no tocar absolutamente nada. Con la franquicia en venta desde julio –el precio oscilará entre los cinco y los seis mil millones de dólares–, todo ha sido apuesta por la continuidad en lo deportivo, por lo que Joe Mazzulla tendrá a sus órdenes una plantilla idéntica a la del pasado ejercicio, con piezas tan valiosas como Holiday, Porzingis, Al Horford o Derrick White escoltando a los Jays, Tatum y Brown, y secundarios como Payton Pritchard o Sam Hauser que deben ir ganando peso específico. Sus mayores problemas radicarán probablemente en las posiciones interiores, pues Horford cumplió 38 años en junio y se las tendrán que arreglar hasta diciembre sin Porzingis por una extraña lesión –dislocación del tendón tibial posterior de la pierna izquierda– de la que recayó durante las últimas finales.

Sin embargo, no faltarán franquicias con capacidad acreditada para frenar las aspiraciones de back to back de los Celtics. En su propia Conferencia Este asoman los fogosos New York Knicks y los remozados Philadelphia 76ers, mientras que en el Oeste debería confirmarse la eclosión definitiva de los Oklahoma City Thunder, con los Denver Nuggets, Minnesota Timberwolves, Dallas Mavericks y Phoenix Suns al acecho.

Los Knicks de Tom Thibodeau se han movido con agresividad en el mercado estival para reforzar un equipo que sin lesiones en jugadores vitales quizás habría avanzado más allá de las últimas semifinales del Este. Así, llegan piezas de primerísimo nivel como Karl-Anthony Towns o Mikal Bridges, que deberían elevar las prestaciones de un equipo ilusionante. Es cierto que por el camino han perdido a jugadores importantes como Julius Randle o Donte DiVincenzo, pero la estructura parece ahora mejor armada, con Towns como principal lugarteniente ofensivo del magnífico Jalen Brunson y Bridges capaz de brillar en ambas canastas con OG Anunoby como gran compinche defensivo. Su principal incertidumbre radicará en la salud de su principal intimidador interior: Mitchell Robinson. Y el físico será también el principal quebradero de cabeza de unos 76ers que viven pendientes del estado de Joel Embiid, desdibujado en los últimos play-offs tras acelerar su reaparición de una lesión en el menisco de su pierna izquierda. Por el momento, ha causado baja toda la pretemporada por precaución y ha avanzado que probablemente no volverá a jugar el segundo partido cuando el calendario programe dos noches de acción seguidas para su equipo. No parecen buenos augurios para una franquicia que ha apostado el todo por el todo renovando a precio de gran estrella a Tyrese Maxey, reclutando a otro gran jugador como el veterano Paul George, reteniendo a Kelly Oubre y Kyle Lowry y fichando a notables secundarios. Además, en el Este habrá que vigilar a los Milwaukee Bucks de Giannis Antetokounmpo y Damian Lillard, los Indiana Pacers, vigentes finalistas de conferencia y los Cleveland Cavaliers.

¿El año de Oklahoma?

En el Oeste, este podría ser el curso de la confirmación en la altísimas esferas de los atractivos Oklahoma City Thunder. El pasado ejercicio ya dominaron su conferencia en temporada regular –el equipo más joven de la historia en ocupar la primera plaza– para tropezar con Dallas en semifinales. Con una estructura tan reconocible como multidisciplinar encabezada por un Shai Gilgeous-Alexander con fundadas aspiraciones de luchar por el MVP, los Jalen Williams, Luguentz Dort y Chet Holmgren cohesionan un grupo tan divertido como eficaz al que se suman Alex Caruso, experto y enérgico en ambas canastas, e Isaiah Hartenstein, quien debería ayudar en el rebote.

Si los Thunder no acaban de dar el paso definitivo, sobran tiburones en el Oeste. Dallas intentará repetir condición de finalista guiado por Luka Doncic, que debería tener ya algún MVP en su vitrina. Los Mavericks se impulsaron con el traspaso a mitad de temporada en el que llegaron P. J. Washington y Daniel Gafford para sumarse al genio esloveno, Kyrie Irving –¿aguantará otro curso centrado?– y el novato Dereck Lively. Ahora suman un gran tirador que apura la parte final de su carrera como Klay Thompson, al que se hará extraño ver fuera de los Golden State Warriors.

Denver volverá a basar su sueño de repetir la gloria de 2023 en la pareja formada por el genial Nikola Jokic y Jamal Murray, pero habrá que calibrar los efectos de la marcha de Kentavious Caldwell-Pope –y la llegada de Russell Westbrook–; Minnesota, el otro equipo implicado en el trasvase Towns-Randle, ha ganado profundidad para arropar a Anthony Edwards y Rudy Gobert; y Phoenix dependerá de la salud de ese gran tridente formado por Kevin Durant, Devin Booker y Bradley Beal. Con los Warriors de Stephen Curry luchando por el play-off, el eterno LeBron James jugando en Los Angeles Lakers con su hijo pero cada vez más lejos de la gloria y Victor Wembanyama evolucionando en los San Antonio Spurs, arranca el Año I de la NBA sin Derrick Rose y con escasísima presencia española: Santi Aldama en Memphis y Jordi Fernández haciendo historia como técnico de los Brooklyn Nets.