Concluida la Liga Femenina con el segundo título consecutivo para el Valencia Basket, comienzan los movimientos en las plantillas y el Lointek Gernika no es una excepción. Así, confirmó ayer lunes sus primeras bajas, la de Rosó Buch y la de Sofía Da Silva. Ambas entraban dentro de lo previsto ya que el club afronta la configuración de la próxima plantilla sin tener plaza asegurada en Europa y se puede ver abocado a una importante renovación por razones deportivas y presupuestarias. Salvo sorpresa, Lucas Fernández seguirá como entrenador y será también el encargado de construir el nuevo bloque.

La marcha de la escolta mataronina puede ser especialmente dolorosa para la marea granate de Maloste ya que Buch ha pasado cuatro temporadas en el equipo y se ha convertido en una gernikarra más. “Es un club que siempre cumple y son muy profesionales, y eso no todos lo pueden decir. He estado muy bien en Gernika, salvo este último año, que ha sido muy complicado por muchas razones”, comentaba hace unos días la jugadora catalana al diario L’Esportiu en lo que se podía interpretar como una declaración de intenciones. Con 32 años y pese a los problemas que ha sufrido el equipo esta pasada temporada, Rosó Buch desplegó el mejor baloncesto de su carrera durante muchas semanas y ahora buscará un equipo con el que poder seguir compitiendo al más alto nivel y “plantar cara a los grandes”.

Por su parte, Sofía Da Silva también ha sido una jugadora con muy buena conexión con la grada de Maloste por la garra y el carácter que ha aportado al equipo en las dos campañas que ha estado en el Lointek Gernika. La pívot lusa de 34 años llegó para aportar intensidad y dureza a la defensa interior desde un rol de complemento, pero las lesiones de las pívots titulares en estos dos años le llevó a asumir más protagonismo ofensivo del habitual en su carrera y a convertirse en una pieza indispensable, siempre dispuesta a elevar el listón físico y de exigencia en la cancha para las rivales.