El baloncesto vizcaino se encuentra de luto por la pérdida de uno de sus representantes más ilustres y queridos. Román Carbajo Alonso, aquel pívot rebosante de pundonor que desarrolló su carrera deportiva entre mediados de la década de los 80 y los 90 con especial presencia en el Caja Bilbao (de 1984 a 1992, con un paréntesis el curso 1987-88) y llegando a ser internacional absoluto en tres ocasiones, falleció este jueves a los 55 años de edad. Interior de la vieja escuela, batallador sin miedo con su 2,04 de altura incluso cuando le tocaba enfrentarse a rivales que le superaban en centímetros, Carbajo tuvo una carrera meteórica, gozó de muy buenas temporadas en la élite y tuvo que retirarse poco después de llegar a la treintena por un par de operaciones de rodilla.

Carbajo (09-XII-1967, Bilbao) vivió sus primeros contactos con el deporte de la canasta en su propio barrio, en San Francisco. Tras un breve paso por Askartza, él mismo se ofreció a Maristas y fue en el mítico frontón de Iturribide, bajo las órdenes de uno de los técnicos que más le marcó en su carrera, Dioni Luja, donde se pulió un diamante que a los 17 años militaba ya en el principal club de su ciudad, en ese Caja Bilbao que estaba a punto de acabar con la orfandad de baloncesto de élite en la capital vizcaina.

Debutó en la ACB en 1986 sin gran protagonismo, un año después se fue cedido al Breogán, ascendiendo a la máxima categoría con los gallegos y dejando un gran recuerdo en el club, y en 1988 regresó al conjunto vizcaino siendo ya pieza importante y muy valorada. En su largo periplo en la entidad compartió vestuario, entre otros, con Joe Kopicki, Darrell Lockhart, Mark Simpson, Xabier Jon Davalillo o Juanma López Iturriaga, disputó un Mundial sub’22 y fue convocado en tres ocasiones por Antonio Díaz Miguel. Disputó 243 partidos en la ACB, con promedios de 7,5 puntos y 3,4 rebotes y topes de 26 puntos, 13 rebotes y 29 créditos de valoración. 

En 1991 descendió con el Caja Bilbao a Primera División. Permaneció una temporada más en el conjunto vizcaino y en 1992 recaló en el Taugrés, donde ejerció de guardaespaldas de Ramón Rivas. Tres ejercicios más en la máxima categoría en Ourense y una última en Andorra cerraron una carrera que acabó de manera prematura por las lesiones, pasando años después a disfrutar en las canchas con su sobrino, Unai Calbarro, que llegó a jugar tres choques en la élite con el Baskonia. Allá donde jugó dejó recuerdo de notable jugador y aún mejor persona. Así fue. Goian bego.