Bilbao - En el deporte la risa va por barrios. El domingo al mediodía el RETAbet Bilbao Basket se las prometía felices porque se le presentaba una oportunidad muy propicia de acceder a la octava plaza por la derrota del Morabanc Andorra. Desde ayer por la tarde, son los del Principado quienes tendrán otra semana de permanencia en el último puesto que lleva al play-off, ya que los otros siete están prácticamente decididos. El conjunto andorrano vio desde la distancia cómo el Bilbao Basket se hizo el harakiri en Miribilla en su séptima derrota en trece partidos como local, la tercera ante equipos situados por debajo del puesto 10 ante los que no ha sido capaz de hacerse respetar.
Sostener así una candidatura al play-off resulta complicado, como lo es tenerle fe a estas alturas a un equipo que está empeñado en dejar pasar oportunidades y da un paso adelante y otro atrás. El partido de ayer recordó mucho en sus previas y en su desarrollo al de la primera vuelta ante el Real Betis. Los dos llegaron en fechas poco adecuadas, parece, para movilizar a la gente y recordarle la importancia de ambos. Los dos siguieron a dos partidos en que el Bilbao Basket logró sendas victorias de mérito, lo que disparó la ilusión, entonces por la Copa y ahora por el play-off. Y, al final, los dos cayeron del lado visitante porque los de Carles Duran se dispararon al pie antes de que les cayera una piscina de agua helada.
En esas derrotas ante el Real Betis, el UCAM Murcia y el Obradoiro, los hombres de negro consintieron a su rival anotar bastante más de su media habitual, más de 80 puntos que cuando caen en la cesta bilbaina son sinónimo de derrota. Si apenas cinco días antes el Bilbao Basket se había mostrado como un grupo solidario, generoso e intenso durante los 40 minutos, ayer esa imagen desapareció, o solo se vio a ratos. Ayer se notó desde el inicio que la cosa iba a ir de cambiar canastas ya que la defensa del Bilbao Basket tuvo muchos problemas para frenar el juego de bloqueos indirectos del conjunto gallego, que encontró muchas buenas posiciones para sus tiradores que, encima, tuvieron también más acierto del habitual.
El Bilbao Basket encontró en Dejan Todorovic a un factor inesperado durante muchos minutos. El serbio tuvo su mejor actuación desde que juega en la Liga Endesa, llevaba 20 puntos en 25 minutos, pero ya no volvió a sumar más. De hecho, en el último cuarto ni siquiera tiró. El partido pasó a otras manos, Mumbrú y Hervelle decidieron asumir la responsabilidad y se equivocaron porque será difícil que ambos recuerden un día peor en su larguísima trayectoria en la ACB y que en los dos coincida en un partido en el que su equipo se jugaba mucho. Gastaron muchos tiros para conseguir muy poco.
hechos extraordinarios Hervelle, al revés que contra el Valencia, quiso ser lo que no es ya que nunca había lanzado ocho triples en un encuentro. Nunca antes Mumbrú había cerrado un partido con solo un acierto en doce lanzamientos, pero es que ayer el capitán no estaba para jugar por su evidente cojera. Todo esto, como lo de Todorovic, son sucesos extraordinarios, pero que ayer se volvieron en contra. Que Buva, una clara baza en ataque habitualmente, hiciera su primer tiro cuando habían pasado casi tres cuartos también resultó sorprendente. Al final, atrapado por las jerarquías, el RETAbet Bilbao Basket olvidó que valía con ganar por un punto y desperdició, pese a todo, una ventaja de ocho puntos antes de entrar al último cuarto, una de seis a seis minutos para el final, una de cuatro a tres minutos y una de dos a 1.27. Mientas los bilbainos buscaban atajos desde la impaciencia, el Rio Natura Monbus siguió por su carril y fue encontrando sus opciones para sumar, ahora un triple, ahora unos tiros libres, porque casi siempre pusieron el balón en las manos adecuadas. Por recordar, el jugador que anotó el triple decisivo tiene 20 años.
Entre los locales, los jugadores más inspirados fueron marginados del plan de juego en el último cuarto y el equipo cayó por el precipicio. Duran se hizo responsable de la derrota, algo que se valora por lo que tiene de autocrítica, pero que contrasta con esas otras veces en que ha dicho que “los que juegan son los jugadores”. Las matemáticas aún acompañan, pero son demasiadas las oportunidades perdidas de subirse a los vagones principales.