Bilbao - Arrancar con triunfo no siempre es sinónimo de curso exitoso y las buenas sensaciones transmitidas en un duelo, más aún en uno inaugural, no siempre tienen continuidad, pero ambos aspectos, la victoria y las impresiones positivas, sí que muestran pistas, indicios de lo que puede esperarse de un grupo humano. El 80-89 cosechado por el Dominion Bilbao Basket en Fuenlabrada ha generado ilusión en una marea negra expectante por ver en acción en su puesta de largo oficial a un plantel profundamente renovado en fondo y formas, tanto en nombres propios como en el nuevo modus operandi que pretende inocular la pizarra de Carles Duran.
Con Álex Mumbrú y Axel Hervelle como valores seguros de rendimiento y los jóvenes Tobias Borg y Dejan Todorovic sumando relevos más prolongados y sostenidos -y menos sujetos desde la banda al escrutinio del posible error puntual-, la mayor parte de las miradas se centraron en el análisis de las nuevas caras, que demostraron contar, cada uno en su rol, con la plena confianza del nuevo técnico, quien gracias a ello podría contar con una estructura multidisciplinar y con numerosos muros de carga para evitar que los esfuerzos y las minutadas se focalicen en un escaso puñado de piezas. Scott Bamforth e Ivan Buva brillaron en ataque con 23 y 17 puntos respectivamente, Micheal Eric ofreció destellos de su capacidad pese a jugar muy penalizado por sus problemas de faltas, Danilo Nikolic y Miha Lapornik cumplieron saliendo desde el banquillo, Javi Salgado aportó desde su rol de tercer base y solo Jonathan Tabu, que se enfrentaba a su exequipo, rindió por debajo de lo esperado.
Bamforth, relevo de un puntal en el equipo como Dairis Bertans, apunta a enamorar a Miribilla. El de Albuquerque es de esos jugadores a los que la etiqueta de francotirador no les hace justicia e incluso les perjudica, pues es capaz de hacer mucho más en cancha. Cierto es que su principal virtud es el tiro exterior, pero en Fuenlabrada penetró con fluidez, demostró que tiene instinto para el rebote pese a su escaso 1,88 y Duran le encargó varias veces que subiera el balón para descargar de trabajo al base, función que ejerce con mucha soltura. Además, pese a que la defensa no es su principal virtud, es de los que cansa a su par por su constante actividad (hizo un buen trabajo con Popovic) y es participativo en la toma de decisiones, llevando incluso la voz cantante en varios corrillos y repartiendo instrucciones entre sus compañeros. Por su parte, Buva demostró que su fama de killer es totalmente merecida. Finalizador puro, su capacidad para sumar muchos puntos en poquísimo tiempo es abrumadora, por lo que el papel de microondas le va como anillo al dedo. Se las arregla muy bien en las distancias cortas por su capacidad para finalizar con las dos manos y su buena muñeca para tirar desde fuera servirá para abrir mucho el campo. Tiene, además, buena colocación para el rebote y debería complementarse a las mil maravillas con Eric para solidificar la posición de pívot.
El nigeriano debe corregir su propensión a la hora de cometer personales para que su presencia en cancha no se limite a los once minutos de Fuenlabrada. En al amanecer de la contienda sufrió bastante a la hora de atar en cortó a Diagné en las continuaciones del bloqueo directo, pero su capacidad de intimidación tiene que ser vital para el colectivo. También su movilidad, que el domingo le permitió incluso alistarse en situaciones de dos contra uno en media cancha para arrinconar al base rival. En ataque sabe perfectamente de lo que es capaz -se atrevió, incluso, a echar el balón al suelo y encarar a su defensor en un par de ocasiones-, ofrece la posibilidad de jugar por encima del aro y sería una magnífica noticia que durante el curso no se separara demasiado de su 83% en tiros libres.
Segunda unidad Lapornik y Nikolic no tuvieron tanto protagonismo como los anteriores, pero el demarraje definitivo en el marcador tuvo lugar con ellos en cancha, aportando piernas frescas en defensa junto a Borg, Todorovic y Buva en el arranque del segundo acto para desactivar al rival. El esloveno dio 12 minutos de relevo a Bamforth y su única canasta llegó en la misma jugada en la que segundos antes le habían colocado un tapón, lo que habla de su descaro y de la confianza que tienen en él compañeros y técnicos. El montenegrino demostró que los rivales deberán atarle en corto desde el perímetro pues su tiro es rapidísimo y se implicó en labores reboteadoras. Todos ellos abanderaron en Fuenlabrada la ilusión que siempre genera lo novedoso.