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EL CAI Zaragoza necesitaba un guinda para la mejor plantilla de su historia y la encontró en Viktor Sanikidze. Los problemas físicos de Daniel Clark, el elegido para esa plaza de cuatro abierto, obligaron a romper el contrato con el inglés y Willy Villar y José Luis Abós hallaron una perla libre en el mercado en pleno mes de septiembre. El jugador georgiano había sido el mejor de su selección en el Eurobasket y llegaba con el bagaje de haber jugado la pasada temporada la Euroliga en la filas del Montepaschi Siena. Era, por tanto, un fichaje, como el de su compatriota Georgi Shermadini, de gran nivel para el equipo que logró su mejor temporada en la Liga Endesa con el tercer puesto final y que devolvió al baloncesto zaragozano a lo más alto.
El listón había quedado muy alto y Sanikidze era una pieza necesaria para mantenerse en las posiciones de play-off. Su aspecto desgarbado, que le hace parecer más mayor de los 27 años que todavía tiene, y su trayectoria, alejada salvo ese año en Siena de los grandes focos, no pueden ocultar la calidad del jugador nacido en Tiflis, que nunca ha escondido que su sueño es jugar en la NBA. Los San Antonio Spurs tienen sus derechos y el contacto con ellos es muy habitual, incluso participó con ellos en una Liga de verano en 2007, pero de momento debe esperar. Estuvo muy cerca de dar el salto, pero fue justo en la temporada del último lockout y prefirió agarrarse a la seguridad que le daba un contrato de tres temporadas con la Virtus Bolonia.
Viktor Sanikidze fue elegido en el draft cuando solo tenía 18 años en 2004, el mismo año en el que disputó el Europeo U20, precisamente, en Zaragoza. Para entonces, ya era profesional en las filas del Dijon francés, su primer destino después de pasar sus años de formación a caballo entre su ciudad natal, Moscú y Nueva York. "Esos comienzos fueron muy duros. Estaba lejos de mi casa y tenía que competir con otros doce o trece chicos. Había que tener mucha autoconfianza y esos años me han ayudado mucho", recuerda un tipo que lleva desde los 15 años fuera de su país.
El joven Sanikidze pronto llamó la atención al otro lado del Atlántico pese a que no había comenzado a jugar a baloncesto hasta los 12 años y por simple influencia de su hermano mayor. Sus largos brazos, su movilidad y su explosividad eran buenos argumentos para jugar en equipos y competiciones importantes y el Estudiantes decidió ficharlo en la temporada 2006-07. Pero el jugador georgiano comenzó un calvario de lesiones que solo le permitió jugar doce partidos en dos campañas con los colegiales. La rodilla le obligó a parar y Viktor Sanikidze tuvo que dar un paso atrás. En la temporada 2008-09, fichó por el modesto Tartu Rock de Estonia con el único objetivo de recuperar su mejor condición física en un conjunto sin tanta exigencia.
La apuesta le salió bien y desde entonces su carrera ha ido en ascenso, incluso con la selección de Georgia, de la que es habitual. "Estamos en el mejor momento desde la independencia. Cuando yo empecé a jugar, las condiciones para los jóvenes deportistas eras muy malas, pero ahora todo ha mejorado mucho y creo que podremos hacerlo mejor en el futuro", afirma el ala-pívot del CAI Zaragoza, con el que promedia 8,8 puntos, 5 rebotes y casi 2 asistencias por partido en la Liga Endesa. Su versatilidad, su capacidad para hacer un poco de todo y su buen talante para el trabajo son muy apreciadas en un equipo que va cumpliendo sus objetivos y ha convertido a Viktor Sanikidze en una de sus piezas claves.