La mañana de hoy estará marcada por los cánticos de los niños de San Ildefonso que sacarán esas bolitas que desvelarán el Gordo que puede arreglar la vida de muchos o que, en caso de premios menores, permitirá tapar agujeros. El Athletic, en cambio, no puede encomiarse al albur de lo que depare el sorteo de la lotería, sino que tiene que comprar los boletos ganadores para cerrar el 2025 con un triunfo que le permita retomar el vuelo en la liga después del fiasco experimentado en la anterior jornada en su viaje a Vigo, donde ni siquiera tuvo opciones de sacar por lo menos el número atrás que le habría dado un punto ante un Celta que fue más certero de cara a la puerta defendida por Unai Simón.
En Balaídos debía exigirse lo máximo y no fue así, pero esta noche el conjunto rojiblanco tiene la oportunidad de enmendar la plana con su duelo en San Mamés frente al sorprendente Espanyol, que a lo bajini se ha colado en la quinta plaza al encadenar cuatro victorias consecutivas, con el añadido de que en sus tres últimas no ha encajado gol alguno, registros que obligan a la tropa de Ernesto Valverde a retomar sus buenas sensaciones si quiere sumar tres puntos que le acerquen a la zona europea.
El Athletic, que el pasado jueves tuvo que hacer un esfuerzo extra no previsto para pasar su eliminatoria de Copa ante le Ourense, un equipo de Primera RFEF, asume que un nuevo traspiés frente al colectivo de Manolo González supondría todo un varapalo en sus aspiraciones, por lo que se espera a un equipo reconocible, cercano a la versión de sus dos anteriores comparecencias en La Catedral frente al Atlético de Madrid, al que batió por la mínima, y el PSG, el mismísimo campeón de la Champions, si opta a superar a un Espanyol que llega a Bilbao lanzado, fiel a una idea fundamentada en la solvencia defensiva, que incomoda a sus rivales, y agarrado a la inspiración de sus hombres más ofensivos, como son los casos de Pere Milla, Kike García o Roberto Fernández. De ahí que el conjunto rojiblanco debe hacer la máxima de que el mejor ataque es una buena defensa para dejar la puerta a cero como ya lo hiciera ante el Atlético y el equipo de Luis Enrique en Champions, máxime cuando los problemas que padecen los leones para hacer gol son evidentes, nada que ver con la alta producción del curso pasado. No en vano, son 24 partidos oficiales recorridos con un cómputo de solo veinte dianas, que ni dan ni una media de una por partido, una escasez que explica en gran medida los lastres que penalizan a este Athletic.
Sin pistas de Valverde
Valverde, como suele ser habitual en sus comparecencias pre partido, no dio pistas de sus intenciones más allá de desvelar que Robert Navarro, baja desde el duelo frente al Levante, volvía a la convocatoria, aunque el protocolo dice que no ejercerá de inicio pese a compartir con Nico Williams la condición de pichichi rojiblanco en liga.
Así las cosas, el técnico tirará por un plan que casi todo el entorno athleticzale da por hecho, como es la presencia de Iñigo Lekue, al igual que sucedió en Ourense, en el eje defensivo junto a Aitor Paredes a causa de las ausencias por lesión de Aymeric Laporte y por sanción de Dani Vivian, a la que se suma la de Yuri Berchiche, que jugó de central ante el PSG; mientras que las incógnitas, cuando repetirán en la medular los intocables Iñigo Ruiz de Galarreta y Mikel Jauregizar, se detectan en las posiciones ofensivas, sobre todo en el costado derecho, con opciones para Iñaki Williams, según dejó entrever el técnico, que deberá decidir si sigue manteniendo a Oihan Sancet pese a su mala campaña o busca otra opción en esa media punta.