En los dos últimos veranos, o al menos en buena parte de ellos, el nombre de Nico Williams ha protagonizado numerosas portadas de periódicos, se han rellenado decenas de horas de radio hablando sobre el futuro del futbolista y, cómo no, las televisiones también se han hecho eco del interés que el Barcelona había mostrado en ficharle. Un deseo que, de manera pública por medio de algunos de sus pesos pesados, como el presidente Joan Laporta o el director deportivo Deco, no habían tenido reparos en manifestar. Fue el culebrón de los últimos mercados estivales, una de las piezas más codiciadas del panorama mundial, por el que también susupiró, entre otros, el Bayern de Múnich, quien se retiraría de la puja por las altas pretensiones salariales del extremo, como así se encargarían en admitir en el conjunto bávaro. Pero finalmente, tras varias semanas de dimes y diretes, Nico renovó con el Athletic por ocho campañas más, jurando amor eterno al conjunto rojiblanco, y el Camp Nou no lo perdona.
La fecha estaba marcada en rojo en el calendario tanto por parte rojiblanca, pues siempre es atractivo visitar al conjunto azulgrana, por mucho que se lleven ya 24 años y otros tantos partidos sin ganarle al Barça en su estadio, y también en el bando local porque el lunes se conoció que se iba a reestrenar el Camp Nou después de dos años jugando en Montjuic. Y claro, a esa combinación se le sumó el morbo de la presencia de Nico. El resultado, para sorpresa de nadie, fue de varias pitadas al menor de los Williams cada vez que tocó el balón.
Ya avisó Iñigo Lekue el miércoles, en su comparecencia ante la prensa en Lezama que a nadie le sorprendería un recibimiento hostil hacia el Athletic por parte de la afición culé. Y bueno, sucedió lo que se intuía que iba a pasar, pues no parecen especialmente imaginativos en can Barça. Nico Williams se llevó varias pitadas curiosas cada vez que tocó el balón y ya. No es que la afición azulgrana, con unos 17.000 socios y el resto, casi 30.000 turistas, sea la que más aprieta de LaLiga.
A decir verdad, que Nico fuera objeto de las iras de la afición blaugrana puede considerarse como una buena noticia. Por un lado, porque sigue siendo jugador del Athletic, por mucho que esté a años luz de su mejor nivel, y, por otro, más ligado a la actualidad, porque la pubalgia que lleva meses arrastrando le permitió ser de la partida. Las dos semanas de descanso debido al parón parecen haberle venido bien.
En un partido sin brillo por parte de los bilbainos, condicionado por sus groseros errores defensivos y la roja directa de Oihan Sancet con más de media hora por jugarse, si bien para entonces el Athletic perdía ya por tres goles a cero, Nico no estuvo del todo desentonado. Fue quien más lo intentó en ataque junto a Unai Gómez. Primero, con un remate que se le marchó algo desviado tras encarar a Koundé en el pico del área; después, con una gran dejada de cabeza al bermeotarra, este sábado delantero, que este remató de volea contra Joan García; y finalmente con un disparo desde dentro del área a centro de Yuri Berchiche que golpeó en el lateral de la red. Puso fin a sus mejores minutos con un mal remate.
Estas últimas acciones con Nico protagonista coincidieron con los mejores minutos del Athletic en el partido. Sucedieron todas ellas en un breve espacio de apenas cinco minutos. Y no hubo tiempo para más. Antes y después del descanso a la tropa de Ernesto Valverde le dio por pegarse sucesivos disparos en los pies, primero con sus errores defensivos, después con la roja a Sancet y ahí se acabó el partido. Nico Williams fue sustituido y el Camp Nou, dolido, despechado, demostró que no se olvida de él.