Síguenos en redes sociales:

Elche 0-0 Athletic | La crónica

Unai Simón frustra a un Elche bastante superior

Los rojiblancos, en la línea de la imagen previa al parón, no notan el regreso de los puntas titulares

En imágenes: Elche-AthleticAgencias

52

Transcurridos quince días desde la anterior jornada y pese a las numerosas, estelares y celebradas reapariciones que reunía la lista de Ernesto Valverde, en su regreso a la competición el Athleticmostró el mismo o parecido perfil al de entonces. No ofreció síntoma alguno que diese pie a hablar de mejora en su fútbol, al contrario. El espíritu de enmienda de sus integrantes no se cuestiona, pero su reflejo fue nulo por lo que no queda sino celebrar que arrancase un punto en su visita al Martínez Valero, donde no lo pasó nada bien, incapaz de cortocircuitar el juego desacomplejado de un recién ascendido que mereció mejor suerte. Tuvo el Elche que conformarse con el empate, quizá porque carece de la dinamita suficiente para la máxima categoría, pero seguro que en última instancia el desenlace obedeció a que enfrente se alineaba Unai Simón, la figura del encuentro, al menos por parte visitante, decisivo para que la sobremesa concluyese con el marcador intacto.

Hay un dato que ahorra mayores disquisiciones en torno al rendimiento del Athletic: su único intento de gol con un remate dirigido a portería y que exigiese la intervención de Peña, se produjo en el minuto 91. Una rosca de Berenguer, con más intención que veneno, evitó que el balance en ataque fuese nulo. Si al hablar de peligro se entiende la creación de situaciones comprometedoras para el adversario, solo queda reconocer que el equipo suspendió con estrépito. Pero no solo dejó de hacer sus deberes en el área rival, pues con frecuencia el manejo del balón resultó desesperante. Lo peor, además, es que esa impresión de pobreza en combinaciones, centros y hasta despejes, contrastó severamente con la propuesta de un Elche al que se le ha de reconocer su mérito.

Si alguien desconocía cómo funciona la tropa de Eder Sarabia, este domingo tuvo la oportunidad de informarse a fondo. Frente a un Athletic que nunca le discutió la iniciativa, optando por practicar una presión alta como único argumento reconocible de su identidad, el Elche nunca dejó de intentar avanzar con la pelota por abajo, implicándose todos en una tarea que se reveló asfixiante en la zona ancha. Jauregizar y Galarreta no dieron nunca abasto, las ayudas de interiores y laterales de poco sirvieron, mientras que los centrales se sintieron tan expuestos que cometieron excesivos errores, varios gruesos, una invitación a la derrota. Menos mal que Simón exhibió una concentración exquisita, así como personalidad para arreglar desaguisados y gobernar en los balones aéreos.

La superioridad numérica ilicitana en el medio fue, como cabía prever, clave. Tras un comienzo donde ambas áreas sobraron y en el que Sancet por cortar una cesión a Peña de su capitán cerca estuvo de armarla muy gorda, logró el Elche sacudirse la agresividad rojiblanca y conectar con sus elementos más avanzados. Lo llamativo en la actitud del Athletic fue que, estuviese poco o muy inspirado el anfitrión, rehusó a tomar la batuta. A la par que iba acumulando desgaste en una tarde muy calurosa, por cierto. Correr todo el rato detrás de un balón ajeno, aparte de desagradable no suele conducir a un final feliz. 

Mir en una acción personal, con sendos triunfos en la disputa con Yuri y un Laporte muy lento, se plantó en el área para fusilar y Simón realizó su primer paradón. Al de un rato, llegó el lance polémico de la tarde, una mano de Vivian siendo el último que consultado el vídeo por el árbitro derivó en falta previa de Silva. Aquello agrió el ambiente, Sarabia contribuyó y fue amonestado. Se sucedieron los gestos y las entradas poco elegantes en los dos bandos. No obstante, el Elche prosiguió con su intención de sumar pases y llegar. Navarro tuvo la réplica a formidable servicio de Berenguer, pero sin fe, chutó al aire.

Valverde puso en liza para el segundo acto a los Williams, uno en cada costado. El poder intimidatorio del menor, pues el mayor persiste en un nivel muy pobre, duró un rato y pudo bastar porque se marchó de todo el mundo y se la puso a huevo al capitán para que remachase, pero este prefirió controlar y la ocasión se fue al limbo. Pronto retiró a un Sancet asimismo anodino, con Unai buscó más trabajo, pues los centrocampistas seguían al garete. Galarreta forzó la amarilla con tres o cuatro entradas fuertes, pero es que algo había que hacer para cortar unos rondos que pivotaban sobre la figura de Febas, pelotero de categoría.

Te puede interesar:

Crecido el Elche, consciente de que enfrente sufrían, vino otro fallo clamoroso en defensa, ahora de un Areso que transmitió síntomas de cansancio desde casi el comienzo. La cosa es que Silva pudo fusilar y Simón volvió a lucirse. Para entonces, el Athletic se quitaba la pelota de encima, con una ración de balonazos que solo conseguían devolverle el turno al contrario por la vía rápida. El tercer remate comprometido para Simón fue obra de Mendoza, como consecuencia de una jugada de veinte toques. No fue la única antes de la conclusión.

Y así murió el choque, con el Athletic a expensas de la creatividad de un conjunto nada más que apañado, pero que suple su escaso filo con el gusto por la asociación y no se aparta del librillo de su técnico. Desde luego, este domingo no necesitó inventar nada original puesto que asumió la voz cantante y prácticamente esa tónica no varió de inicio a fin. Desde la óptica rojiblanca, apuntar que el calendario no concede margen para darle vueltas a lo realizado ante el Elche, pero el miércoles en San Mamés necesitará plasmar una versión muy distinta si no quiere que la llama en la Champions se extinga tan temprano. Lo de jugar a verlas venir se antoja una mala elección, se acaba de comprobar, aunque los daños sean relativos. Así que, mejor no tentar a la suerte frente al Qarabag.