La conveniencia de apuntalar la plantilla que Ernesto Valverde dirigirá la próxima campaña asoma como una obviedad. Van saliendo nombres de posibles refuerzos, algunos relacionados con demarcaciones donde se han producido bajas. Así, tras la retirada de De Marcos suena el osasunista Jesús Areso, mientras que el fin de la cesión de Unai Nuñez ha vuelto a poner sobre el tapete el nombre de Aymeric Laporte. El aliciente de la Champions, combinado con los ingresos del curso recién finiquitado y los previstos para después del verano, plantean un escenario más sugerente, con mayores probabilidades de intervenir en el mercado, aunque el margen para picotear siga siendo limitado, como de costumbre.

Al no haber manera de saber con certeza por dónde irán los tiros porque, según repite la directiva en cuanto tiene ocasión, se trata de asuntos de régimen interno, detectar las prioridades sería un modo de hincar el diente al tema de los fichajes. En este sentido, salta a la vista que con tres centrales en nómina queda una plaza por cubrir. La situación, que no es nueva, fue resuelta hace un año con la repesca de Nuñez, que llegó a préstamo para ejercer de cuarta alternativa por detrás de Vivian, Paredes y Yeray.

Aymeric Laporte, en un partido con la selección española. CHRISTOPHER NEUNDORF

Desde luego, lanzarse a por Laporte, quien de momento asegura no haber sido contactado por el Athletic y cuya calidad no se discute, se antoja un desatino. Esta afirmación se basa en una serie de factores objetivos, en una realidad contrastada difícil de rebatir. Para empezar, está el rendimiento colectivo en materia defensiva. Si por algo ha sobresalido el Athletic en 55 encuentros oficiales, es por un balance cifrado en números muy significativos: solo un conjunto de las cinco principales ligas del continente ha concedido menos goles que el rojiblanco. Este ha sido el lema más repetido para poner en valor el desempeño de la plantilla.

Lógicamente, lo anterior obedece en buena medida a la aportación del cuarteto que Valverde ha tenido a su disposición para los puestos de central. Vivian ha revalidado su liderazgo; Yeray ha sido capaz de recuperar su mejor versión; Paredes, aunque haya experimentado un bajón respecto al año previo, tampoco ha desentonado y, por último, Nuñez, pese a participar bastante menos, ha cumplido con creces. La línea ha respondido independientemente de la identidad de la pareja escogida. Dando por hecho que Laporte sería fijo en la pizarra de Valverde, se alteraría una dinámica fiable, una armonía evidente, pues los demás verían rebajada su cuota de protagonismo, bajarían un escalón. ¿Para qué cambiar lo que funciona?

UNA MILLONADA

La vertiente económica merece asimismo una reflexión. Laporte, con un año más de contrato en el Al-Nassr de Arabia Saudí, que en su día realizó un fuerte desembolso al City, percibe 25 millones de euros anuales. Cuando no dejan de salirle pretendientes de campanillas, ¿qué dinero puede ofrecerle el Athletic?

La fórmula de extender un contrato de larga duración, tres años por ejemplo, se antoja una desmesura. ¿A cuánto renunciaría Laporte, con qué cantidad se conformaría? Si su ficha fuese de cuatro millones limpios, tirando por lo bajo, la operación le supondría al Athletic igualar lo que ya le garantiza su actual equipo por seguir una temporada más. Y esto, sin contabilizar que el Al-Nassr estaría en su derecho de reclamar una suma por dar el visto bueno a su marcha. Puede que Laporte desee un cambio de aires, pero ¿asumiría el Athletic entrar en una puja con clubes de la Premier o el campeón de Italia?

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Barajando ambos parámetros, el deportivo y el financiero, resulta mucho más interesante ahondar en la baza de Nuñez. Su contrato con el Celta vence en 2029 y el técnico vigués, Claudio Giráldez, fue quien le abrió la puerta. Prefiere utilizar gente de la cantera, le ha ido estupendamente así y lo lógico sería que intente forzar su salida definitiva. La ficha de Nuñez es alta para el Celta, no para el Athletic. Aparte de que el Athletic ya le cobró al Celta unos siete millones por su traspaso y ahora le pedirían cuatro por dejarle venir a Bilbao, que bien podrían acabar siendo menos. El Athletic juega con ventaja en este asunto, cuenta con margen para esperar y sabe que el Celta busca una solución.

Por otra parte, consciente del rol que le otorgará Valverde, Nuñez vendría encantado a casa. No ha transmitido nada que contradiga dicha apreciación, al contrario. Con su retorno, el Athletic resuelve una urgencia de carácter deportivo y evita meterse en un negocio, el de Laporte, que causaría un grave trastorno en sus cuentas. Máxime si pretende pagar a Osasuna los doce millones de la cláusula de Areso, movimiento que traerá aparejado un contrato de cuatro o cinco años que, como mínimo, se traduce en unos veinte millones más. Sin descartar que vaya a abordar compras enfocadas a reforzar otras líneas del equipo.