Ojalá pueda el Athletic pasar la página del partido de Ibrox Park y dejarla archivada en el cajón del olvido. Eso querrá decir que el próximo jueves resolverá el emparejamiento en casa. El empate sin goles registrado anoche induce a creer que así ocurrirá, pues en teoría le otorga grandes probabilidades de apear al Rangers. Sin embargo, no puede por menos que lamentarse el modo en que malgastó una excelente oportunidad para haber encauzado de verdad los cuartos de final. En un choque de lo más accidentado, donde el VAR ejerció una enorme influencia, donde hubo parones larguísimos que derivaron en doce minutos de tiempo extra, los rojiblancos no supieron cómo resolver pese a que disfrutaron de superioridad numérica prácticamente desde el mismo arranque. Incluso desperdiciaron un lanzamiento de penalti en el tramo final, lance que resume de algún modo lo presenciado.

Lo que pudiera interpretarse como un marcador favorable, no lo fue atendiendo a lo que dio de sí la actuación del Athletic. Siempre entraña una dificultad extra romper un cerrojazo, fórmula a la que se agarró el Rangers, pero la misión se complica si al fútbol le falta el vuelo y la precisión necesarias. Y esta vez, cabe afirmar que los hombres de Ernesto Valverde fueron presa de su ansiedad, nacida de una permanente ausencia de inspiración. Ello no impidió que generase situaciones propicias para marcar, muy contadas las que resultaron comprometidas para el portero local. Por supuesto, la del penalti, que hubiese bastado para compensar los tiros sin la dirección adecuada. El error de Berenguer, que quiso sorprender a Kelly enviando su chut al centro y este, ya vencido, logró repeler con un pie, condensa la frustrante noche vivida en el horno escocés.

Ya van dos ocasiones en que el Athletic se encuentra de buenas a primeras con un escenario ideal para sus intereses. Como le sucediera a la Roma en San Mamés, anoche el Rangers se quedó con diez en el undécimo minuto. Propper derribó a Iñaki Williams al borde de la frontal y si en un principio el árbitro castigo la falta, un tanto brusca, con amarilla, se fue a revisar la acción tras reclamación del VAR y decidió cambiar el color de la tarjeta. Un criterio acaso riguroso, que en todo caso acredita la personalidad del juez rumano.

Ahí comenzó un nuevo encuentro. Cualquier duda que pudiese existir sobre el desarrollo del juego desembocó en un interminable monólogo rojiblanco, que amasó posesión y controló posicionalmente con comodidad. Habrá que admitir que no la suficiente para hallar fisuras en la estructura escocesa: aunque hubo una serie de aproximaciones prometedoras, obedecieron más a la inercia que al ingenio.

El Athletic se atascó con frecuencia ante un bloque muy replegado, la  circulación careció de la vivacidad precisa. Demasiado pase en zonas no comprometidas para buscar un pasillo, preferentemente hacia los costados, donde ninguno de los Williams estuvo acertado. Nico no culminó una sola penetración. La segunda vía para lograr profundidad se llamaba Sancet, que alguna intervención clarividente tuvo, pocas. Quien mayor protagonismo adquirió fue Maroan, que acarició el gol en cuatro ocasiones.

Especialemente nítida la que tuvo justo antes de ceder su sitio a Guruzeta. El excelente servicio de De Marcos, lo empalmó el ariete a bocajarro, pero la pelota se le fue medio metro. Antes se contabilizaron muchos disparos que acabaron siendo repelidos por una zaga apilada en torno a su portero. Algunos sencillos, pero ejecutados con prisas. Kelly también sacó un par buenas de manos interesantes ante Maroan y Sancet.

En general la ofensiva adoleció de gracia, fue más una consecuencia lógica de la tempranera expulsión. Ante esa escasa pericia en la resolución, quedaba la esperanza de que el enorme esfuerzo invertido por la tropa de Ferguson se cobrase su factura en la segunda mitad. Por momentos, sí dio la sensación de que el anfitrión sufría de veras, no es broma tirarse el partido entero corriendo tras un balón que apenas tuvo en su poder, multiplicando las basculaciones y las ayudas.

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Rebasada la hora, Valverde retiró a Maroan y Galarreta, ambos amonestados, no era cuestión de correr riesgos, y porque Galarreta no está aún para un partido entero. Al igual que Sancet, sustituido un rato después por Berenguer. La salida de este alteró el pulso de las gradas de inmediato. Cazó un envío profundo de Vivian cerca del área chica, que cedió para que Guruzeta fusilase, pero Kelly estuvo valiente y rápido para abortar un gol que ya se cantaba. La pelota suelta golpeó en el cuerpo de Guruzeta y le cayó a Berenguer, que la alojó en la red. La celebración se interrumpió súbitamente: el goleador estaba en posición adelantada al remachar, pero el VAR captó que Sterling cometió mano en el origen de la jugada y Kovacs señaló los once metros.

Los cinco minutos que consumió la deliberación, se sumaron a otros seis que precisó la atención médica de que fue objeto Rice, despedido con una ovación cerrada cuando era retirado en camilla. Aún hubo otro corte, ya en el añadido, pues Sterling se lastimó con los cambios agotados y el Rangers afrontó la conclusión con nueve. Hacía rato que el Athletic había perdido el ritmo y el equilibrio. Es cierto que Berenguer se anotó un remate que le pudo redimir, pero de nuevo Kelly hizo gala de sus reflejos. El Rangers acabó ganando la batalla anímica. Queda pendiente la vuelta para que el Athletic confirme el pronóstico.